2025: dentro y fuera - Marc

Atesorar momentos de belleza.

Leí el otro día un tuit que decía algo así como que existen 5 estaciones en el año: invierno, primavera, verano, otoño y el final del año. Este año no he podido distinguir las cuatro estaciones principales –en Valencia la primavera ya no existe y ya forma parte de la nueva normalidad que un día cualquiera de diciembre pueda uno ir en mangas de camisa por la calle a mediodía, sólo el verano es todavía reconocible por la imposibilidad de salir a la calle entre las 13 y las 20 cuando llega–, pero la cercanía del final del año se ha impuesto, como siempre, envolviendo el ambiente de una sensación de limbo casi irreal, como si realmente estuviésemos entrando en una transición hacia otra cosa, hacia algo nuevo. Cuando hace años queríamos –uso el plural para esquivar la vergüenza del singular– ser más alternativos que Los Planetas, decíamos eso de que el tiempo no existe o que el tiempo es un constructo social y otras muchas perogrulladas que venían a decir entre poco y nada, el nada que celebrar más ridículo que nadie jamás ha visto; ahora hemos espabilado un poco y entendemos que el tiempo es otra cosa y que sí, que los cambios de año son importantes. Por eso existen refranes como año nuevo, vida nueva que son más viejos que la playa y que sustentan los llamados propósitos de año nuevo, aunque estos hayan pasado ya a una mejor vida posirónica. Si hubiese que buscar la base de esta nueva tendencia, precursora de esos propósitos, pero de algún modo más refinados o concretos, sobre qué abandonamos con el año y qué buscaremos cuando llegue el siguiente, tal vez sean esos versos de Machado que Serrat convirtió en canción: todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar. Aquí ofrezco, en pequeñas pinceladas, qué pasa a 2025 y qué se queda en 2024.

Lo que pasa (dentro):

  • Las relaciones epistolares.
  • Regalar.
  • Asumir la disparidad entre tus límites emocionales y los del resto, pero, pese a esto, no conformarse con nada que no creamos merecer. 
  • Encontrar palabras serenas para hablarle al desamor y comprender el amor como un proyecto inabarcable, incomprensible, irracional, pero también inevitable.
  • Que la comprensión no implique necesariamente el perdón, pero que el perdón implique necesariamente la comprensión.
  • Asumir (y prever) la contingencia de todo cuanto existe.
  • Irse [de donde sea] cuando se quiera.
  • Abrazar la incertidumbre.
  • Menos mecha, más temple.
  • Más desayunos en terrazas.
  • Ser cansino por email. Aquí tienes otro recordatorio de que te escribí el mes pasado, por si se te había pasado leerlo
  • Llevar un diario que sea, literalmente, diario. No será difícil que en el mío encontréis algo así como «Donald Trump vuelve a ser presidente de los Estados Unidos. Por la tarde, unos churros con chocolate».
  • Refranes que resuman monólogos enteros.
  • Decir «no».
  • El verbo «convidar» (una idea que le copio a María, que la tuiteó antes).
  • Esta frase de Manel: […] estimeu, perdeu el seny, jugueu fort, feu un gran ridícul, blasfemeu, desafieu la sort.
  • Atesorar momentos de belleza. Tal vez esto sea lo único que nos diferencia de los animales. Ya lo hizo Jonas Mekas durante más de 50 años de su vida, sigamos su ejemplo: «Sin saber, inconscientemente, llevamos… cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior, en algún lugar profundo, algunas imágenes del paraíso. Quizás no sean imágenes, sino un vago sentimiento de haber estado en algún lugar... Hay lugares... hay lugares en los que nos encontramos a nosotros mismos en nuestras vidas. Yo he estado en esos lugares en los que he sentido, ¡ay! que debían de ser el paraíso, que eran el paraíso, que así fue el paraíso, o algo así. Un pequeño fragmento del paraíso. No sólo lugares. He estado con amigos. Hemos estado juntos, amigos míos, muchas veces, y hemos sentido cierta unión, algo especial, estábamos eufóricos y nos sentíamos como si estuviéramos en el paraíso.
    »Pero estábamos en esta misma Tierra. Y, sin embargo, estábamos en el paraíso. Aquellos breves instantes... aquellos instantes... Quizás esté en ellos la respuesta. Olvídate de la eternidad, disfruta. Sí, disfrutamos de aquellos momentos. Aquellos breves instantes, aquellas veladas... Y hubo muchas veladas así, muchas veladas así, amigos míos. Nunca las olvidaré, amigos míos»1.

Lo que se queda (fuera):

  • Sobrejustificarse.
  • El antiintelectualismo.
  • Ir si el otro también puede venir. En cualquier contexto o situación, el mismo recorrido es el que se hace de A a B que de B a A.
  • Autolimitarse. Nadie habla demasiado, a nadie le carga tu presencia.
  • Seguir a famosos en redes sociales.
  • TikTok en los tiempos muertos. Recuperemos el tener pensamientos mientras vamos desde la habitación hasta la cocina. Fuera también los TikTokers de comida.
  • En línea con lo anterior, las cervezas a 3€ y los cafés a 2€. Ni tuits, ni historias ni mucho menos tiktoks de aquellos sitios que siguen teniendo precios asequibles; son el único recoveco de humanidad que nos queda ante la barbarie gentrificante (a nadie se le ocurriría hacer pública la ubicación de la mina de oro que acaba de encontrar).
  • Los locales de empanadas argentinas y los de smash burgers. Derecho para juzgar sin consecuencias a quienes los frecuenten (este punto, que tal vez podría parecer el más irónico, creo que es el más serio de todos: señalamiento activo a todos los consumidores de estos establecimientos y sus derivados, no hay excusa que justifique una hamburguesa por 18 euros).
  • Perder tu tiempo y también el del resto. Esto deja fuera también, inevitablemente, las situationships (abrazar la incertidumbre está dentro, pero no vivir en la incertidumbre).
  • Buscarle la razón a lo incomprensible.
  • Buscar el amor donde no puedes encontrarlo aunque parezca que sí. No eres «inquerible», seguramente estés buscando donde no toque.
  • Productivizarlo todo.
  • La música como catalizadora de emociones.
  • Enviar siempre el primer mensaje.
  • La IA
  • Hacer siempre lo mismo y esperar un resultado distinto.
  • El miedo a que se sepa lo que sientes (quien te quiere no juzgará tu irracionalidad).
  • El mapa sin territorio2.
  • El plot. Se acabó hacer las cosas porque sí o por sentir algo
  • Cambios físicos que no nazcan motivados por uno mismo.
  • La vergüenza.
  • La editorial Planeta.

---

1 En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza (Jonas Mekas, 2000).

2 Parafraseando la Wikipedia: la idea de un objeto, o una reacción hacia él, no es el objeto en sí mismo. Cuando se confunden mapas con territorios, se confunde la representación de la realidad con la realidad como tal. Vamos, que no confundamos lo que parece ser con lo que realmente es.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Leí el otro día un tuit que decía algo así como que existen 5 estaciones en el año: invierno, primavera, verano, otoño y el final del año. Este año no he podido distinguir las cuatro estaciones principales –en Valencia la primavera ya no existe y ya forma parte de la nueva normalidad que un día cualquiera de diciembre pueda uno ir en mangas de camisa por la calle a mediodía, sólo el verano es todavía reconocible por la imposibilidad de salir a la calle entre las 13 y las 20 cuando llega–, pero la cercanía del final del año se ha impuesto, como siempre, envolviendo el ambiente de una sensación de limbo casi irreal, como si realmente estuviésemos entrando en una transición hacia otra cosa, hacia algo nuevo. Cuando hace años queríamos –uso el plural para esquivar la vergüenza del singular– ser más alternativos que Los Planetas, decíamos eso de que el tiempo no existe o que el tiempo es un constructo social y otras muchas perogrulladas que venían a decir entre poco y nada, el nada que celebrar más ridículo que nadie jamás ha visto; ahora hemos espabilado un poco y entendemos que el tiempo es otra cosa y que sí, que los cambios de año son importantes. Por eso existen refranes como año nuevo, vida nueva que son más viejos que la playa y que sustentan los llamados propósitos de año nuevo, aunque estos hayan pasado ya a una mejor vida posirónica. Si hubiese que buscar la base de esta nueva tendencia, precursora de esos propósitos, pero de algún modo más refinados o concretos, sobre qué abandonamos con el año y qué buscaremos cuando llegue el siguiente, tal vez sean esos versos de Machado que Serrat convirtió en canción: todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar. Aquí ofrezco, en pequeñas pinceladas, qué pasa a 2025 y qué se queda en 2024.

Lo que pasa (dentro):

  • Las relaciones epistolares.
  • Regalar.
  • Asumir la disparidad entre tus límites emocionales y los del resto, pero, pese a esto, no conformarse con nada que no creamos merecer. 
  • Encontrar palabras serenas para hablarle al desamor y comprender el amor como un proyecto inabarcable, incomprensible, irracional, pero también inevitable.
  • Que la comprensión no implique necesariamente el perdón, pero que el perdón implique necesariamente la comprensión.
  • Asumir (y prever) la contingencia de todo cuanto existe.
  • Irse [de donde sea] cuando se quiera.
  • Abrazar la incertidumbre.
  • Menos mecha, más temple.
  • Más desayunos en terrazas.
  • Ser cansino por email. Aquí tienes otro recordatorio de que te escribí el mes pasado, por si se te había pasado leerlo
  • Llevar un diario que sea, literalmente, diario. No será difícil que en el mío encontréis algo así como «Donald Trump vuelve a ser presidente de los Estados Unidos. Por la tarde, unos churros con chocolate».
  • Refranes que resuman monólogos enteros.
  • Decir «no».
  • El verbo «convidar» (una idea que le copio a María, que la tuiteó antes).
  • Esta frase de Manel: […] estimeu, perdeu el seny, jugueu fort, feu un gran ridícul, blasfemeu, desafieu la sort.
  • Atesorar momentos de belleza. Tal vez esto sea lo único que nos diferencia de los animales. Ya lo hizo Jonas Mekas durante más de 50 años de su vida, sigamos su ejemplo: «Sin saber, inconscientemente, llevamos… cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior, en algún lugar profundo, algunas imágenes del paraíso. Quizás no sean imágenes, sino un vago sentimiento de haber estado en algún lugar... Hay lugares... hay lugares en los que nos encontramos a nosotros mismos en nuestras vidas. Yo he estado en esos lugares en los que he sentido, ¡ay! que debían de ser el paraíso, que eran el paraíso, que así fue el paraíso, o algo así. Un pequeño fragmento del paraíso. No sólo lugares. He estado con amigos. Hemos estado juntos, amigos míos, muchas veces, y hemos sentido cierta unión, algo especial, estábamos eufóricos y nos sentíamos como si estuviéramos en el paraíso.
    »Pero estábamos en esta misma Tierra. Y, sin embargo, estábamos en el paraíso. Aquellos breves instantes... aquellos instantes... Quizás esté en ellos la respuesta. Olvídate de la eternidad, disfruta. Sí, disfrutamos de aquellos momentos. Aquellos breves instantes, aquellas veladas... Y hubo muchas veladas así, muchas veladas así, amigos míos. Nunca las olvidaré, amigos míos»1.

Lo que se queda (fuera):

  • Sobrejustificarse.
  • El antiintelectualismo.
  • Ir si el otro también puede venir. En cualquier contexto o situación, el mismo recorrido es el que se hace de A a B que de B a A.
  • Autolimitarse. Nadie habla demasiado, a nadie le carga tu presencia.
  • Seguir a famosos en redes sociales.
  • TikTok en los tiempos muertos. Recuperemos el tener pensamientos mientras vamos desde la habitación hasta la cocina. Fuera también los TikTokers de comida.
  • En línea con lo anterior, las cervezas a 3€ y los cafés a 2€. Ni tuits, ni historias ni mucho menos tiktoks de aquellos sitios que siguen teniendo precios asequibles; son el único recoveco de humanidad que nos queda ante la barbarie gentrificante (a nadie se le ocurriría hacer pública la ubicación de la mina de oro que acaba de encontrar).
  • Los locales de empanadas argentinas y los de smash burgers. Derecho para juzgar sin consecuencias a quienes los frecuenten (este punto, que tal vez podría parecer el más irónico, creo que es el más serio de todos: señalamiento activo a todos los consumidores de estos establecimientos y sus derivados, no hay excusa que justifique una hamburguesa por 18 euros).
  • Perder tu tiempo y también el del resto. Esto deja fuera también, inevitablemente, las situationships (abrazar la incertidumbre está dentro, pero no vivir en la incertidumbre).
  • Buscarle la razón a lo incomprensible.
  • Buscar el amor donde no puedes encontrarlo aunque parezca que sí. No eres «inquerible», seguramente estés buscando donde no toque.
  • Productivizarlo todo.
  • La música como catalizadora de emociones.
  • Enviar siempre el primer mensaje.
  • La IA
  • Hacer siempre lo mismo y esperar un resultado distinto.
  • El miedo a que se sepa lo que sientes (quien te quiere no juzgará tu irracionalidad).
  • El mapa sin territorio2.
  • El plot. Se acabó hacer las cosas porque sí o por sentir algo
  • Cambios físicos que no nazcan motivados por uno mismo.
  • La vergüenza.
  • La editorial Planeta.

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1 En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza (Jonas Mekas, 2000).

2 Parafraseando la Wikipedia: la idea de un objeto, o una reacción hacia él, no es el objeto en sí mismo. Cuando se confunden mapas con territorios, se confunde la representación de la realidad con la realidad como tal. Vamos, que no confundamos lo que parece ser con lo que realmente es.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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