Apuntes del Primavera Sound 2024

Este artículo

Ante la ausencia de una redacción sustratil capilar y/o con una mínima capacidad de organización (geniales, pero anárquicos) he resuelto en recopilar experiencias personales, de amigos y de conocidas cuyo criterio prescriptor he valorado largo tiempo. Dividiré, pues, el artículo en categorías bastante vagas, pero que espero guarden cierto hilo conductor, cronológico y sináptico. Esto fue, más a menos, nuestro Primavera Sound 2024:

La Ciutat

Sin lugar a dudas, una de las mejores ocurrencias del PS son los conciertos à la ciutat, esto es, los ciclos de actuaciones en salas de Barcelona -casi siempre de grupos que luego actuarán al aire libre-  a los que se puede acceder tras comprar el abono, previa ágil reserva de tu entrada por unos 10€. Funcionan, simultáneamente, como pan de sandwich para la sustancia del fórum, permiten comparar las a veces dispares experiencias en recinto abierto (olor a alcantarilla) y cerrado (olor a sudor) y, además, permiten subsanar algunas descorazonadoras coincidencias en horarios de dos artistas deseados en el parque de hormigón. Cierto es que, para acudir - dados los pantagruélicos precios de los alojamientos entre el Besòs y el Llobregat- , uno ha de ser un guiri a la bartola o, en mi caso, un polizón en casa de amigos (gracias, María).

Por si fuera poco, este año descubro una deliciosa sorpresa: uno puede canjear los 10€ de reserva de la entrada por bebidas en el recinto principal (!). Un total de 35 machacantes, en mi caso. Mando el jueves un whatsapp: “Madre, lo conseguí, ya me pagan por ir a conciertos”, mientras solicito un lujoso cava con hielo.

El lunes presenciamos a Johnny Jewel haciendo algo sublime: proyectar vídeos de películas muy sangrientas y muy extrañas1 (y también más populares, como las ovacionadas Twin Peaks o Drive), mientras da rienda suelta a una sinfonía de tuberías de sintes modulares. Espectacular, y además repitió el miércoles, en Apolo 2, escoltando a una desatada y divertida Desire.

También vimos a los infravalorados Chameleons, y entendimos por qué: son una banda arrolladora en el directo, elegantísima y punzante (por eso sus sesiones con John Peel funcionan tan bien). Sin embargo, carecen de himnos colectivos, que les hubieran aupado a la categoría de leyenda. Tal vez, que las portadas de sus discos sean tan escandalosamente feas haya tenido que ver también.

El martes, Yo La Tengo dieron un poco la brasa con su concierto de versiones, a pesar de tocar temas de la Velvet, Daniel Johnsnton y demás. Es como si solo fabricaran dos fragancias: chorrito de intimismo y agonía distorsión.

Logística

Del recinto se ha dicho ya mucho, y lo mejor lo ha dicho Ángel. Una novedad de este año el Gaza Portal. Para los amantes de la logística, diré que las barras y los baños funcionan perfectamente tras el descalabro del 2022. De hecho, varios simpáticos trabajadores del líquido me comentaron que se aburrían currando, dependiendo del momento, y que querían incluso más marcha durante el festi.

Gaza portal, Sagrada Familia

Un asunto que debemos comentar - ya que probablemente ningún medio serio lo hará - es el increíble caso del fórum menguante. Cada año es una cesión: primero el puente a la playa, después la playa misma. Este año, la mejor esquina del festival, sita al pie de las escaleras bajo el panel solar, hogar del escenario Adidas, ha dado paso a una explanada de hormigón con incierto uso náutico. Sector naval 1- Gabi Ruiz 0.

Este detalle es relevante porque, mientras que el resto del festival estaba transitable, el mogollón ocasionado por el apelotone del Nuevo Albini Contra el Muro, Plenitud del Otro Muro, el Almacén de los Bafles y La Sala del Hervor suele ocasionar un importante atasco de carne. En la confluencia de este punto caliente con el escenario Cupra se crea una aglomeración harto peligrosa, teniendo en cuenta la coincidencia en el tiempo de rodillas, complementos punzantes, ropas holgadas y festivaleros disociantes.

El “Indie”

El jueves inaugural se programó un díptico bastante salvaje Vampire Weekend-Pulp, esto es, las bandas más importantes en esa cosa del “indie” en los 10 y los 90, respectivamente.

A Vampire Weekend ya los hemos loado aquí, y cumplieron con las expectativas sobradamente. Arrancaron con proyecciones de Joan Miró, Ezra Koenig camisa cuello mao bien defendida, y White Sky. La clase. Prueba del algodón: tener que dejar fuera del setlist temazos. Cabe destacar como navegan su repertorio de manera casi equitativa sin que se les mueva un pelo del bigote, del afro pop/música de cámara del debut hasta la experimentación de un ya clásico Only God was above us. Tras dejarnos temblando con la preciosa “Ya hey”, Mordor era un clamor, larga vida a Vampire Weekend.

Acto seguido, Pulp, full orquesta en ristre, hicieron la actuación apoteósica, teatral que esperábamos. Jarvis Cocker y su traje de terciopelo azul marino (pantalones ligeramente acampanados) hicieron el resto. Todo se movió entre su repóker de hits (Disco 2000 ya de segunda, Babies y Do you remember the first time? seguidas, Common People cierre extasiante) y el resto de su repertorio más operístico. Puede que ya no sean tan relevantes, pero tienen los temazos, tremendos músicos con cara de majetes y una narrativa impecable, pilotada por Jarvis, el tío que todos querríamos tener en Nochebuena.

Las Performers

Categoría aparte merece el pop primavera, sabiamente programado últimamente, basado en intérpretes de fuegos artificiales y grandes narrativas.

El jueves, nos cuentan que lo de Troye Sivan fue una cosa que casi se va de madre, espectáculo homoerótico y despiporre coreográfico, programado temprano para evitar males mayores (y paños menores). Como debió de ser de divertida la cosa, que alguna tuitera le culpó de la lluvia posterior, vía castigo divino.

Lana del Rey actuó inmediatamente después, para deleite de sus fans. En general, se escuchó bajo de volumen y soso de sazón. Pero claro, ver a Lana o a Taylor sin ser fan es como ponerse una serie in medias res: no tiene sentido. Arca, más tarde, nos dió su versión más diva pop que reggaetón o experimental, de la que dio rienda suelta en el Boiler Room (Sala del Hervor).

Charli XCX, divertida, juguetona, sonidos de videojuegos vía AG Cook, ligeramente chabacana, fue programada en un escenario (Amazon) y hora (2:30) perfecta para su labor, que ejecutó con vigor, sin perjuicio de una confusión en la hora de cierre (se fue antes de tiempo, seguro había impreso su clashfinder tiempo atrás).

Las Trufas

Personalmente, mi parte preferida del PS son aquellos grupos que, sin llegar a ser tan oscuros como ciertas opciones del auditorio o similar, son difíciles de ver en un festival completamente orientado a la eléctronica o a las guitarras. La mayoría de las trufas me las encontré el jueves:

Badbadnotgood hicieron un concierto impresionante, siendo una de las bandas más versátiles de jazz en la actualidad, capaces de hacer un bop digamos sambístico, hasta la experimentación instrumental y formal de toda su hornada del sur de Londres. Sublimes.

Jai Paul, el misterioso, emergía para presentar sus antiguas y algunas nuevas canciones, tras reaparecer en el pasado Coachella. El delivery no puede ser mejor: su antigua electrónica lo-fi ha mutado ahora en una banda un funk maximalista que, más que nunca, viene del futuro: como si el mismísimo Michael Jackson hubiera hecho una colabo en el futuro con Shlomo, para que os hagáis a la idea. Justo después, Tirzah, con el gran Mica Levi a la producción, hizo un set siempre parriba, onírico y precioso y con unas texturas inequívocamente propiedad de esa dupla.

Más tarde, Mount Kimbie (no soy objetivo ni lo quiero ser) dieron uno de los conciertos del festival. Hora perfecta, sonido perfecto y el sonido inconfudible MK (pese al giro pop y vocal del último disco), que no se parece a nada, salvo a tus neuronas bailando. Música perfecta para viajar, en todos los sentidos.

Por último, el sábado tuvimos la suerte de apuntarnos a una hora de viaje con Crumb. Rozando la perfección por momentos, te envuelven en papel de burbujas y te meten en una bañera caliente (en su punto exacto), mientras te cubren con todo el repertorio de sales psicodelia y jazz y líneas de bajo simplemente escandalosas.

Las Guitarras

En el jurásico ámbito de los grupos dominados por las guitarras, vimos a los siguientes valientes defender el fuerte:

Amyl and the Sniffers calentaron al personal para Vampire Weekend de manera descontrolada y abrasiva, es decir, a lo aussie. Molan todo y parece que acaban de salir de Mad Max (Australia). 

Yo La Tengo, haciendo sus temas en el Amazon, resultaron un poco descafeinados, pese a tocar en un escenario atronador como en el que lo hicieron. Su mejor versión es la intimista, y no acaba de funcionar en un festival, pese a ser tan agradables y tan majos y tan piedra angular del indie rock. Me dicen, en cambio, que metí la pata vilmente no llegando al enorme concierto de The Last Dinner Party. Gracias, taxis Barcelona. Se comenta también que The National, en gran escenario frente a sala, sufren en la comparación. No obstante, para Mordor que fueron (andando) todos los feligreses de ese torturado señor llamado Matt Berninger.

Military Gun dieron un clinic se harcdcore punk melódico (o como se diga). Esto es, tocar muy alto, muy furioso, pero agarrarse a una estructura lírica pegadiza y ese timbre que, supongo, será de California. Pese a problemas iniciales de sonido, acabaron por todo lo alto (“Do it faster”) y, a juzgar por la reacción de sus fieles, este quinteto puede tener una proyección como ciertos grupos de pop-punk americanos de los dos mil, cuyos nombres ya te sabes.

Ver bajo al aguacero a PJ Harvey - y lo siento por lo que voy a decir-, fue un poco como ver un notable, un cuadro de sorolla, una zamburiña. Son cosas que están bien pero, vistas de cerca, son un poco insípidas. PJ tiene aura, las canciones son bonitas; letras a veces ingeniosas. La banda toca apretada a tope. Pero no sentí nada, salvo el agua resbalando por el poncho hasta mis pantorrillas. Me pasa igual que con Nick Cave, supongo.

Nuestros queridos Alcalá Norte, sustitución de última hora, convocaron en el Albini, en hora ya tradicional 2am, último día, a toda la miticidad de la escenita española, en una combinación hora-escenario recientemente ocupada por Mujeres o Los Ganglios, entre otras leyendas. Esta vez con Rivas subido al monolito del centro comercial cartón piedra, cual gárgola lineal, convencieron a todos los dudosos, si quedaba alguno. Certificamos que las letras fueron coreadas y que las líneas de sinte entran en el personal como cuchillo en mantequilla. Eso sí, hay que decir que pese a sonar bien, es inevitable fijarse en ciertas dinámicas de la banda, por supuesto no tan rodadas como gran parte de los otros monstruos del cartel. Tiempo al tiempo.

Rivas y el monolito

Lo último fue model/actriz, de los que vimos un rato de fusión hardcore, math rock y desquicie lírico del cantante que, desde luego, es de lo más interesante y diferente del festival. Mosquito, por ejemplo, es una canción genial.

El Diluvio

Es menester comentar el chaparrón que cayó sobre nuestras resacosas cabezas el sábado, de 7pm a 11pm, aprox, por lo inhabitual del fenómeno en Cataluña y por las curiosas escenas que se produjeron: colas en el warehouse, convenciones de pingüinos en cualquier tejado. Los ganadores, aquellos madridistas -pero indies- que se adentraron en la civilización para, secos, ver a su equipo ganar la copa de europa en algún pintoresco bar de Sant Adriá de Besòs2.

La Festa

La dimensión favorita del PS(para algunos) son los cierres de cada día, o el jolgorio bailable en general. Sin duda es relevante. Nuestra impresión es la siguiente: Peggy Gou, pese a lo estelar ya, bastante encomiable y equitativa y divertida; los cierres con B2Bs eternos (ie :Herrensauna: CEM B2B MCMLXXXV b2b Salome b2b SPFDJ) son una especie de karaoke berlinés no muy disfrutable.

Mención de honor para Barry Can’t Swim, ese simpático inglés que pone a bailar al personal como si no hubiera un mañana, es emotivo pero sin ser Fred Otra Vez, y presentó un set/live impecable que llevó al delirio a todo el cupra, con al menos 0.1 subidas a hombros/m2 durante el apoteosis con Sunsleeper.

El sábado, nada más parar de llover, apareció Romy para salvar la noche y parte del festival. Su reinterpretación del Eurodance suena nueva y no trillada, la estética y las letras son clásicos instantáneos y, en las primeras filas, la gente trajo confeti. La propuesta festiva-melancólica de la ex-XX resulta realmente perfecta para últimas jornada de festival. Una gozada.

Para cerrar, DJ Playero siempre es una opción bien bacana, pero nos dicen que Legowelt perfecto para aquellos que mastican fuerte. La decepción - o la polémica - llegó con monsieur Teki Latex cerrando el festival. Probablemente le dieron directrices para ser ecléctico o pachanguero, pero el desventurado puso mujer contra mujer de Mecano (¡enterita!), siendo Mecano kryptonita para cualquier sistema nervioso central, para luego cascar “We are the World”. Para este sucedáneo desafortunado y transpirenaico, que vuelva Dj Coco, clama el pueblo:

Habla pueblo, habla

La Ciutat, II

La ciudad, el día de la marmota, y el domingo 2 de Junio de nuestra era nos vimos cruzando las puertas de la Sala Apolo, otra vez. Vimos a unos fresquísimos Royel Otis, mucho más guitarreros y enteros en directo que grabados. Cerramos con Lemon Twigs llevándonos a un baile de prom en los 70. Puro revival agradabilísimo que no hace daño a nadie, aunque quizá tampoco emocione a nadie.

Dimitimos de model/actriz y ganamos la montaña en motocicleta mientras empezaba este artículo, que he terminado en un tren Iryo lleno de japoneses.

Buen consejo

1 Si alguien encuentra una lista de las pelis, soy todo oídos.

2 Me consta que los parroquianos, aunque culés de pro, hicieron gala de gran deportividad durante el encuentro.

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