Arran del Pirineo

La vida es movimiento

Ayer terminé de leer Todo lo que se mueve de Valeria Mata. Compartir todo lo que Valeria consigue en este libro (y con él) necesita un espacio únicamente dedicado a ello. Eso llegará, seguro. En otro momento. En otro lugar.

Su libro empieza con una cita de Valeria Luiselli que dice así: Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento; que todas las historias son en el fondo una historia de traslado.

A continuación, comparto uno de mis últimos “traslados” que entrelaza personas, lugares, paisajes e historias en sí mismas. Probablemente no haya un principio o un final, la ruta es casi infinita, aunque hablemos de las faldas de unos Pirineos limitados por su geografía.

Una escapada donde el tiempo no se detiene pero se ralentiza y la calma de las montañas lo envuelve todo. Una ruta en la que se propone recorrer paisajes espectaculares, alojarse en encantadoras masías con historia y descubrir tesoros arquitectónicos y gastronómicos.

Un refugio entre prados y bosques

La aventura comienza en Mas la Ferreria, una masía del siglo XIV ubicada en La Vall de Bianya (Girona). Rodeado de jardines y prados, este pequeño hotel conserva la esencia rural catalana con muros de piedra, vigas de madera y un entorno natural idílico. Su piscina de agua salada y su restaurante son el broche perfecto para relajarse y disfrutar de platos del territorio cocinados como siempre se ha hecho, permitiéndose algún giro. El equipo, llevado adelante prácticamente por mujeres, consigue que te sientas abrazada y abrigada desde el primer momento. Gentiles y atentas, tratan de recibirte de una forma generosa y silenciosa. Sin estruendos ni pretensiones. Consiguiendo que el lugar mantenga una llama que se mantiene viva durante toda la estancia.

¿Artesanía o arquitectura?

Desde Olot se puede visitar Serinyà. Allí se encuentra el taller de Ona Trepat, una cestera artesana que trabaja con materiales naturales creando piezas únicas. La tradición artesanal cobra vida en sus manos y recuerda cómo el propio material, tratado con cariño, vence a las manos y permite, a quien lo trabaja, darle una forma concreta. Respetando siempre su esencia y nobleza.

Si la inquietud no es la artesanía sino la arquitectura, hay otros caminos que llevan al Xalet de Catllaràs, una joya menos conocida del arquitecto Antoni Gaudí. Situado en plena naturaleza, este refugio de estilo modernista destaca por su estructura de madera y piedra, integrándose de manera magistral en el entorno.

Diseño y sensibilidad entre valles

En la falda de los Pirineos, encontramos otro destino maravilloso, custodiado por montañas, y gestionado con mimo por Lídia y Marc. Cal Calsot es una masía sostenible en Montellà (Cerdanya) construida en 1831 y una apuesta segura para quien va en busca de desconexión. En esta maravillosa casa hecha de madera y piedra, la pareja es la absoluta anfitriona y consigue que quien traspasa el portón de la entrada se sienta el mejor de los invitados. Allí (casi) todo lo hacen ellos. Lo disfrutan y se nota. Han diseñado cada una de las estancias y sus propios muebles, eligen cada una de los platos que desayunas y te los cuentan con amor, han creado una pequeña biblioteca de libros muy especiales que reposan al lado de la ventana esperando a ser elegidos y hojeados, cocinan si uno lo pide y comparten cualquier ruta, sendero o pueblo del territorio para que quien les visite disfrute del entorno tal y como ellos lo hacen. Entrar por la puerta y descalzarse. Un primer gesto que te da pistas de que allí hay una fuerte conciencia por cuidar del propio lugar, del entorno y del mundo que nos acoge. Cal Calsot es sinónimo de ecología, sensibilidad y proximidad. Cal Calsot es cercanía y calor.

Jardines, santuarios y desconexión total

Siguiendo la ruta, es interesante acercarse a visitar los Jardines Artigas en La Pobla de Lillet, otro rincón ideado por Gaudí. Diseñados en perfecta armonía con el paisaje, estos jardines son una obra de arte donde el agua, la vegetación y las estructuras de piedra se fusionan con el entorno natural. Un homenaje al río y a las fuentes que afluyen en él.

Desde ahí es una buena idea desviarse hacia el Santuari de Bellmunt, ubicado a 1.246 metros de altitud, con unas vistas espectaculares que alcanzan hasta los Pirineos y Montserrat. La subida merece la pena: la paz del lugar y las panorámicas dejan sin aliento. Allí hay opción de comer e incluso de quedarse a dormir bajo uno de los mejores cielos de la comarca. El propio nombre ya da pistas de lo que allí se encuentra. El resto merece no ser desvelado.

Al caer la tarde toca recogerse. Llegar a Mas Sant Marc, una masía familiar a un paso de Puigcerdà, es el mayor de los regalos. Este maravilloso lugar ofrece tranquilidad absoluta en sus amplios jardines, habitaciones acogedoras y la posibilidad de cenar en su restaurante con platos típicos de la Cerdanya. Hacía tiempo que no jugaba al ajedrez, lejos de las pantallas, cerca del Honesty Bar. Compartiendo futuros proyectos, soñando en alto y tratando de dejarnos envolver por el calor de una casa con mucha historia mientras afuera nevaba. Una antigua casa que en 1880 un médico de Barcelona compró para disfrutar en verano y en invierno y que, en 1994, pasó a convertirse en un hotel. Hoy, lo regenta su bisnieto y es maravilloso que la historia siga viva con una mirada nueva y mucho que contar. Vinculados al territorio a través de actividades y gastronomía, este lugar pide tiempo para disfrutarlo con calma.

Despedida con historia en el Hotel Angelats

Otro lugar interesante donde perderse, cerca de Ribes de Freser, es el Hotel Angelats, una antigua casa señorial del siglo XVIII. Rodeado de un bosque milenario, el hotel ofrece una experiencia única donde historia, confort y sostenibilidad (de nuevo) se unen. Sus habitaciones libres de dispositivos digitales garantizan una desconexión total. Y su piscina suspendida por encima de las copas de los árboles que rodean la casa es una panorámica difícil de olvidar. No importa la época del año, el enclave es perfecto para darse un buen baño de naturaleza.

Una vez allí, es visita obligatoria su restaurante La Santa, ubicado en la antigua iglesia de la finca, donde la gastronomía del Ripollès se reinterpreta con un toque contemporáneo. Antes de volver a la ciudad, es imprescindible disfrutar de un paseo por los alrededores, respirar profundo y llevarse el silencio de las montañas muy adentro.

Refugio para viajeros lentos

Es paradójico que encontrase este lugar donde venir a desconectar buceando en las profundidades de internet. Casa Pyrenees es un refugio único en los Pirineos, rodeado de 6.000 m² de bosque y jardines privados, ideal para quienes buscan encerrarse en la naturaleza. Construida en 1943 por aventureros de Barcelona y restaurada con técnicas sostenibles y materiales naturales, combina confort y eficiencia respetando su esencia original. Situada en un Parque Nacional, es perfecta para disfrutar de actividades como senderismo, esquí o ciclismo, todo en un entorno que invita a abrazar el slow living y apreciar la belleza del momento. La mejor opción para juntar un grupo de amigos o la familia y compartir un break bien lejos del cemento, alrededor de una mesa y en un escenario de paz y silencio.

Al otro lado de la montaña

Por último, damos un salto y cruzamos al norte de los Pirineos. Teniendo Francia tan cerca, es imposible resistirse a cruzar la frontera. Allí nos recibe Wilfried para abrirnos las puertas de su casa y sus viñedos. Domaine Cotzé, fundado en 2019 por Wilfried García, es una finca agroforestal de alta montaña y dedicada a la agricultura ecológica y a la elaboración artesanal de vinos, sidras y zumos que reflejan el carácter único de la alta montaña. A 1.300 metros de altitud, sus viñedos jóvenes, huertos de perales y manzanos (algunos de más de 50 años) y praderas naturales fomentan la biodiversidad local. Mientras sus vides maduran, Wilfried ha lanzado el proyecto "Transhumancia", vinificado en altura uvas ecológicas del Rosellón. En 2020 presentó su primera sidra cruda, elaborada con variedades antiguas de manzanas, y ofrece una selección de zumos naturales sin filtrar. Además, el proyecto cuenta con una Casa Rural en Enveitg, a 500 metros de la estación de Latour-de-Carol, que ofrece una experiencia auténtica en plena naturaleza con vistas privilegiadas a los Pirineos. Esta cabaña de montaña, renovada de forma eco-responsable, combina magia rústica y sostenibilidad, convirtiéndola en el escenario ideal antes de volver a casa.

Caminos que te reconectan

Esta escapada a través del Pirineo es más que un viaje: es una oportunidad para redescubrir la naturaleza, la cultura y la gastronomía a un ritmo pausado. Desde espacios llenos de historia hasta paisajes modelados por el tiempo, cada parada te invita a vivir una experiencia única y a llevarte contigo el recuerdo de unas montañas llenas de magia. Podríamos hablar de muchos otros lugares que, como estos, son oportunidades para escucharse, compartir y celebrar que estamos aquí, ahora.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Su libro empieza con una cita de Valeria Luiselli que dice así: Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento; que todas las historias son en el fondo una historia de traslado.

A continuación, comparto uno de mis últimos “traslados” que entrelaza personas, lugares, paisajes e historias en sí mismas. Probablemente no haya un principio o un final, la ruta es casi infinita, aunque hablemos de las faldas de unos Pirineos limitados por su geografía.

Una escapada donde el tiempo no se detiene pero se ralentiza y la calma de las montañas lo envuelve todo. Una ruta en la que se propone recorrer paisajes espectaculares, alojarse en encantadoras masías con historia y descubrir tesoros arquitectónicos y gastronómicos.

Un refugio entre prados y bosques

La aventura comienza en Mas la Ferreria, una masía del siglo XIV ubicada en La Vall de Bianya (Girona). Rodeado de jardines y prados, este pequeño hotel conserva la esencia rural catalana con muros de piedra, vigas de madera y un entorno natural idílico. Su piscina de agua salada y su restaurante son el broche perfecto para relajarse y disfrutar de platos del territorio cocinados como siempre se ha hecho, permitiéndose algún giro. El equipo, llevado adelante prácticamente por mujeres, consigue que te sientas abrazada y abrigada desde el primer momento. Gentiles y atentas, tratan de recibirte de una forma generosa y silenciosa. Sin estruendos ni pretensiones. Consiguiendo que el lugar mantenga una llama que se mantiene viva durante toda la estancia.

¿Artesanía o arquitectura?

Desde Olot se puede visitar Serinyà. Allí se encuentra el taller de Ona Trepat, una cestera artesana que trabaja con materiales naturales creando piezas únicas. La tradición artesanal cobra vida en sus manos y recuerda cómo el propio material, tratado con cariño, vence a las manos y permite, a quien lo trabaja, darle una forma concreta. Respetando siempre su esencia y nobleza.

Si la inquietud no es la artesanía sino la arquitectura, hay otros caminos que llevan al Xalet de Catllaràs, una joya menos conocida del arquitecto Antoni Gaudí. Situado en plena naturaleza, este refugio de estilo modernista destaca por su estructura de madera y piedra, integrándose de manera magistral en el entorno.

Diseño y sensibilidad entre valles

En la falda de los Pirineos, encontramos otro destino maravilloso, custodiado por montañas, y gestionado con mimo por Lídia y Marc. Cal Calsot es una masía sostenible en Montellà (Cerdanya) construida en 1831 y una apuesta segura para quien va en busca de desconexión. En esta maravillosa casa hecha de madera y piedra, la pareja es la absoluta anfitriona y consigue que quien traspasa el portón de la entrada se sienta el mejor de los invitados. Allí (casi) todo lo hacen ellos. Lo disfrutan y se nota. Han diseñado cada una de las estancias y sus propios muebles, eligen cada una de los platos que desayunas y te los cuentan con amor, han creado una pequeña biblioteca de libros muy especiales que reposan al lado de la ventana esperando a ser elegidos y hojeados, cocinan si uno lo pide y comparten cualquier ruta, sendero o pueblo del territorio para que quien les visite disfrute del entorno tal y como ellos lo hacen. Entrar por la puerta y descalzarse. Un primer gesto que te da pistas de que allí hay una fuerte conciencia por cuidar del propio lugar, del entorno y del mundo que nos acoge. Cal Calsot es sinónimo de ecología, sensibilidad y proximidad. Cal Calsot es cercanía y calor.

Jardines, santuarios y desconexión total

Siguiendo la ruta, es interesante acercarse a visitar los Jardines Artigas en La Pobla de Lillet, otro rincón ideado por Gaudí. Diseñados en perfecta armonía con el paisaje, estos jardines son una obra de arte donde el agua, la vegetación y las estructuras de piedra se fusionan con el entorno natural. Un homenaje al río y a las fuentes que afluyen en él.

Desde ahí es una buena idea desviarse hacia el Santuari de Bellmunt, ubicado a 1.246 metros de altitud, con unas vistas espectaculares que alcanzan hasta los Pirineos y Montserrat. La subida merece la pena: la paz del lugar y las panorámicas dejan sin aliento. Allí hay opción de comer e incluso de quedarse a dormir bajo uno de los mejores cielos de la comarca. El propio nombre ya da pistas de lo que allí se encuentra. El resto merece no ser desvelado.

Al caer la tarde toca recogerse. Llegar a Mas Sant Marc, una masía familiar a un paso de Puigcerdà, es el mayor de los regalos. Este maravilloso lugar ofrece tranquilidad absoluta en sus amplios jardines, habitaciones acogedoras y la posibilidad de cenar en su restaurante con platos típicos de la Cerdanya. Hacía tiempo que no jugaba al ajedrez, lejos de las pantallas, cerca del Honesty Bar. Compartiendo futuros proyectos, soñando en alto y tratando de dejarnos envolver por el calor de una casa con mucha historia mientras afuera nevaba. Una antigua casa que en 1880 un médico de Barcelona compró para disfrutar en verano y en invierno y que, en 1994, pasó a convertirse en un hotel. Hoy, lo regenta su bisnieto y es maravilloso que la historia siga viva con una mirada nueva y mucho que contar. Vinculados al territorio a través de actividades y gastronomía, este lugar pide tiempo para disfrutarlo con calma.

Despedida con historia en el Hotel Angelats

Otro lugar interesante donde perderse, cerca de Ribes de Freser, es el Hotel Angelats, una antigua casa señorial del siglo XVIII. Rodeado de un bosque milenario, el hotel ofrece una experiencia única donde historia, confort y sostenibilidad (de nuevo) se unen. Sus habitaciones libres de dispositivos digitales garantizan una desconexión total. Y su piscina suspendida por encima de las copas de los árboles que rodean la casa es una panorámica difícil de olvidar. No importa la época del año, el enclave es perfecto para darse un buen baño de naturaleza.

Una vez allí, es visita obligatoria su restaurante La Santa, ubicado en la antigua iglesia de la finca, donde la gastronomía del Ripollès se reinterpreta con un toque contemporáneo. Antes de volver a la ciudad, es imprescindible disfrutar de un paseo por los alrededores, respirar profundo y llevarse el silencio de las montañas muy adentro.

Refugio para viajeros lentos

Es paradójico que encontrase este lugar donde venir a desconectar buceando en las profundidades de internet. Casa Pyrenees es un refugio único en los Pirineos, rodeado de 6.000 m² de bosque y jardines privados, ideal para quienes buscan encerrarse en la naturaleza. Construida en 1943 por aventureros de Barcelona y restaurada con técnicas sostenibles y materiales naturales, combina confort y eficiencia respetando su esencia original. Situada en un Parque Nacional, es perfecta para disfrutar de actividades como senderismo, esquí o ciclismo, todo en un entorno que invita a abrazar el slow living y apreciar la belleza del momento. La mejor opción para juntar un grupo de amigos o la familia y compartir un break bien lejos del cemento, alrededor de una mesa y en un escenario de paz y silencio.

Al otro lado de la montaña

Por último, damos un salto y cruzamos al norte de los Pirineos. Teniendo Francia tan cerca, es imposible resistirse a cruzar la frontera. Allí nos recibe Wilfried para abrirnos las puertas de su casa y sus viñedos. Domaine Cotzé, fundado en 2019 por Wilfried García, es una finca agroforestal de alta montaña y dedicada a la agricultura ecológica y a la elaboración artesanal de vinos, sidras y zumos que reflejan el carácter único de la alta montaña. A 1.300 metros de altitud, sus viñedos jóvenes, huertos de perales y manzanos (algunos de más de 50 años) y praderas naturales fomentan la biodiversidad local. Mientras sus vides maduran, Wilfried ha lanzado el proyecto "Transhumancia", vinificado en altura uvas ecológicas del Rosellón. En 2020 presentó su primera sidra cruda, elaborada con variedades antiguas de manzanas, y ofrece una selección de zumos naturales sin filtrar. Además, el proyecto cuenta con una Casa Rural en Enveitg, a 500 metros de la estación de Latour-de-Carol, que ofrece una experiencia auténtica en plena naturaleza con vistas privilegiadas a los Pirineos. Esta cabaña de montaña, renovada de forma eco-responsable, combina magia rústica y sostenibilidad, convirtiéndola en el escenario ideal antes de volver a casa.

Caminos que te reconectan

Esta escapada a través del Pirineo es más que un viaje: es una oportunidad para redescubrir la naturaleza, la cultura y la gastronomía a un ritmo pausado. Desde espacios llenos de historia hasta paisajes modelados por el tiempo, cada parada te invita a vivir una experiencia única y a llevarte contigo el recuerdo de unas montañas llenas de magia. Podríamos hablar de muchos otros lugares que, como estos, son oportunidades para escucharse, compartir y celebrar que estamos aquí, ahora.

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