Me entero de que, en twitter y en otras cámaras de eco de internet, se ridiculiza el hecho de ser cliente de la cadena de restaurantes “La Tagliatella”. En particular, resulta muy censurable llevar a tu pareja a cenar a “La Tagliatella” por San Valentín. El meme parece anchamente adoptado, desde cuentas costumbrista-cínicas de Instagram como “Listillas” hasta el entorno mainstream del programa de radio “La Vida Moderna”.
“La Tagliatella” (LT, en lo sucesivo), es una cadena de restaurantes de inspiración italiana fundada por Juan Manuel Chacón, empresario nacido en 1948 en la pintoresca localidad de Morón de la Frontera, y emigrado a la costa catalana a principios de los años 80. En 1985 inauguró - tras ser de los primeros en avistar la ola de la pizzamanía - el ristorante Trastevere en Lleida, a la postre germen de la cadena LT.
En 2011, el fondo americano Amrest compra la LT y sus 150 restaurantes por 198 millones de euros, pasando a ser dueño de la marca y operar las franquicias. El fondo, que gestiona más de 1.600 restaurantes en todo el mundo - incluyendo locales de la cadena de pollo frito KFC y restaurantes de hamburguesas Macdonalds-, consigue aumentar el número de restaurantes LT España a unos 230. En 2018, el grupo facturaba 900 millones de euros al año en España, lo cual representaba un 18% de su volumen total de negocio.
La propuesta LT es ofrecer sabores eminentemente italianos: antipasti, piatti prinzipale, pasta tradizionale, pasta ripiena, pizza y un surtido especial de panes tipo grissini. Los postres mantienen el tipo: puedes optar por una ligera panacotta o por los más contundentes cioccofondente o croccantino. La bodega, sencilla, se compone de tres referencias: lambrusco rosso, lambrusco rosatto y moscatel. El café no se descuida y se presenta acompañado de trufas y tiramisú.
Sus locales, que se suelen encontrar en los centros de las ciudades o convenientemente situados en el interior de centros comerciales, cuentan con una decoración agradable y cálida, basada en maderas de tonos tostados, blanquísimos manteles y un característico color granate, presente tanto en los bajomanteles como tapizando confortables sillones de cuero. Por todo ello, LT posee unos establecimientos inconfundibles. Son conscientes, además, del agradable olor que desprenden sus hornos de pizzas y focaccias (y sospecho que no dejan al azar las corrientes de viento que se establecen en la sala).
En cuanto a los precios, LT sigue siendo muy competitivo pese a los vaivenes inflacionarios recientes, y su apuesta pasa por poder tomar aperitivo, principal, bebida y postre por menos de (actualmente) 20€ por persona. Incluso recurrir a la bodega no dispara el ticket final.
Una firme apuesta del grupo es, sin duda, la de centrarse en la recurrencia de clientes fieles. Para promoverlo, rotan muchos platos en la carta o crean un ambiente idóneo tanto para familias (tienen el detalle de dar material de pintura a los niños) como para parejas (a las que suelen situar en lugares más tranquilos del local). Además, organizan multitud de concursos en su página web, bitácora online que recibe más de un cuarto de millón de visitas mensuales.
Actualmente, se encuentran activas las siguientes promociones en la web: “Noches Italianas”, que promete un (misterioso) regalo por ir a cenar entre semana; “Cuore Felice”, una colaboración con la Universidad de Navarra, mediante la cual se destina el 2% del importe de cada plato a la investigación de enfermedades cardiovasculares, y la más clásica “Buon Compleanno”, en la que LT regala 20€ con motivo de las efemérides de sus clientes. Todas estas ofertas son cómodamente accesibles mediante la aplicación móvil “Amici”.
Dichas iniciativas tienen su eco en sus redes sociales, en las que - como se puede constatar fácilmente - LT ha sabido construir una comunidad fiel pero honesta que, ora loa, ora critica las decisiones del menú o la amabilidad de los profesionales de LT.
Un amigo, cocinero de postín, de los de pinzas y flores y espumas en público - pero guisote y bocata y frasca de vino en privado - , mantiene una curiosa teoría sobre la comida italiana, a saber: la harina con tomate es la combinación de sabores más básica, que más le gusta a todo el mundo, más aceptable democráticamente, por eso la comida italiana es tan popular. Literalmente, la comida del pueblo. Un ejemplo claro es la oferta gastronómica en los aviones y su dicotomía pasta/pollo, que optimiza molestar al menor número de pasajeros posible.
Si nos fijamos, el grupo Amrest ha elegido la marca de LT para ser su transalpino estandarte y comercializarla junto a KFC o Mcdonalds. LT representa mediterráneo confort, confianza y ausencia de complicaciones, todo ello en ubicaciones convenientemente situadas y evitando sorpresas en la cuenta final. Es más, promueve y consigue que los clientes organicen pequeños rituales y rutinas para volver fielmente a su local favorito de LT, dado su alto grado de aceptación por todos los comensales y más que razonable precio - o incluso ganga, si uno es diestro con la aplicación móvil “Amicci".
Yo entiendo que todos los críticos de twitter son habituales en restaurantes arriesgadísimos, con mestizajes Kazajo-Ecuatoriano y show cooking con gases nobles como el xenón o el radón. Y desde luego sus carteras - sin duda repletas gracias a su labores twitteras - son capaces de soportar el constante estrés económico y el carrusel experiencial de su inimitable estilo de vida. Además, entiendo que parte de su vocación vital consiste en indicarle a la gente normal lo que debe votar o comer.
No obstante, desconozco que problema hay con la imagen de las personas de a pie, diversas, en cualquiera de 230 establecimientos de LT en España, comiéndose una merecida lasaña tras comprar una cama más grande para los niños en ikea, o yendo los jueves en pareja a compartir una burratta y unas pizzas, descuento cojonudo mediante.
Quizá, en pocos años, sea a ésta última joven pareja a la que veamos acudiendo a comprar muebles para niños en el ikea. Alzo mi lambrusco rosso por ellos.