Normalmente es hacia media mañana: desbloqueo el móvil y observo a los hombres que viven dentro de él. Gran parte de las veces es simplemente para comprobar cómo fluctúan mis acciones dentro del sexual marketplace. No lo digo con vergüenza, como estas personas que afirman que están ahí solo para mirar, no me importa reconocer que he conocido gente a través de aplicaciones de citas, pero si tengo que ser completamente sincera yo estoy ahí para ser mirada. No sé cuántos años llevo ahí, por épocas he estado y no he estado –a veces el amor se interpone en el camino– y probablemente descansen en la red restos de perfiles que olvidé borrar. Estuve en Tinder (¿alguien sigue usando Tinder?) y en Bumble (ni una octava ola del feminismo podría hacer que yo dé el primer paso) pero si me preguntan, lo mío es Hinge.
Hinge es heroína para los voyeurs con deje egomaniaco. Puedes ver directamente a quién le gustas, diluye el misterio y te presenta claramente cuál es la liga en la que juegas. Hinge traduce tu personalidad en skill levels y la esquematiza en un sencillo sistema de Elo1 convenientemente diseñado para situarte en tu campo de juego. Convierte la seducción en un sencillo y optimizado sistema que suprime el vértigo de las expectativas. A John le gusta leer, la escalada y mide uno ochenta y cinco. A John le ha gustado mi foto leyendo en la playa. Para John soy una chica que mide uno setenta y lee en la playa. Ni tan siquiera Dios hubiese creado un match tan perfecto.
Hinge me ha enseñado que a media mañana con las gafas en la punta de la nariz mirando mi móvil y vistiendo los vaqueros que peor me sientan aún soy atractiva para John. Podríamos funcionar, John y yo. La generación de mis padres insiste en que gran parte de la infelicidad y ansiedad que nos atraviesa a los jóvenes adultos viene de la cantidad de opciones que tenemos. Elegir a alguien implica renunciar a los doscientos perfiles que me esperan en la interfaz de la aplicación. En mi perfil afirmo que busco algo a largo plazo, pero no me importaría establecer una relación a corto plazo. Quizá sí que hay algo inadecuado en proyectarse viviendo con alguien, envejeciendo, quizá incluso teniendo hijos, compartiendo la hipoteca de un piso en un polígono de viviendas a las afueras de la ciudad y disputando por la custodia en el futuro divorcio, todo porque el algoritmo decidió juntarte con esa persona en base a lo mucho que le gusta viajar o la serie The Office.

Normalmente nos encontramos cerca de mi trabajo si quedamos pronto y en mi barrio si es más tarde, porque mañana madrugo. Han abierto este bar nuevo, podríamos probar. ¿Nos vemos al final hoy? Does 20:15 work for you? I’m sorry i’m running a bit late. Soy de conversación ágil lo cual me convierte en la Michael Jordan de las primeras citas. Es fácil convertirse en la proyección de John, al que le has gustado porque eres una chica que lee en la playa. Trabajo en esto aunque tengo estos proyectos paralelos. Sí, estuve en aquel Primavera Sound. Me gusta leer y el cine como a todo el mundo. En algún momento se crea un vínculo, muchas veces en torno a algún autor que a ambos nos apasiona, ya que los chicos que me gustan llevan gafas. Mis amigas se ríen de mí porque los hombres que me gustan son siempre iguales. Mis amigas bromean sobre una fábrica secreta que manufactura en masa a los chicos que me gustan. Aunque probablemente las chicas que gustamos a los chicos que me gustan también somos fabricadas en masa en la Factoría de La Proyección De Las Mujeres Que Les Gustan a Los Hombres Que Llevan Gafas S.L.
What is flirtation? One might say that it is behavior leading another to believe that sexual intimacy is possible, while preventing that possibility from becoming a certainty. In other words, flirting is a promise of sexual intercourse without a guarantee.
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser (1984)
Al día siguiente tienes una pequeña resaca y la suerte de ese resquicio de machismo que se niega a morir (y el primero que se quieren cargar, claro) que se traduce en diez o veinte euros intactos en tu cuenta bancaria porque anoche te invitaron. Después, en el mejor de los casos hay un ghosting mutuo, el Elo no acierta siempre cuando entra en juego la química. En el peor de los casos Hinge te deja sola, ha hecho su trabajo y te devuelve tu indecisión, vértigo, incertidumbre y miedo a la impermanencia. Suerte, amiga. No hay un teléfono de reclamaciones para poner una queja sobre cómo a quien te convence no le gustas y a quien le gustas no te estimula. El amor obsesivo y otros problemas quedan fuera del alcance de los ingenieros de datos que construyen Hinge. Quizá en la actualización 5.4 junto a la reparación de algunos bugs introduzcan el filtro lacaniano de deseo y falta. De momento nos hemos de conformar con el último regalo que nos deja Hinge: la certeza de que lo que no ha sido ya nunca va a ser. La seducción anula cualquier potencial de amistad. Si reuniese a John junto a todos los hombres que me han conocido a través de apps de citas un martes a las ocho en una cafetería cerca de mi casa –porque mañana madrugo– cuántos de ellos querrían ser mis amigos. Cuántos de ellos estarían dispuestos a ofrecerme a mí –a quien soy cuando no soy cuatro fotos y tres prompts– el amor que reservan para sus amigos.
El eslogan de Hinge es Diseñada para ser borrada. Porque su sistema es sofisticado y se ha perfeccionado para conectar perfiles con aquellos que poseen las características que creen querer en una pareja. A veces fantaseo con haber nacido en otra época y casarme con el único soltero diez años mayor que yo de la aldea al que le da igual si me gusta leer en la playa o no. Tendría seis hijos con él y moriría a los treinta y cinco años de una infección de orina. Ser borrada de verdad. Al menos no tendría que elegir. De momento tengo diez perfiles a los que les parezco atractiva esperando para asegurar la cimentación de mi ego.

1 El sistema de puntuación Elo es un método matemático, basado en cálculo estadístico, para calcular la habilidad relativa de los jugadores de disciplinas como el ajedrez.