Masats. La huella de la España cañí

Irrumpe la fotografía en España y, lejos de considerarse como una nueva disciplina artística, la posibilidad de capturar con exactitud una calle, un edificio o una persona queda denostada. Los detractores arguyeron que dicha reproducción mecánica no permitía una mirada artística. Sin embargo, mi argumento es otro: la fotografía no fue considerada como un arte porque aún no se había puesto detrás del objetivo Ramon Masats (1931-2024)

No cabe ninguna duda de que el fotógrafo catalán ha sido una de las más destacadas figuras artísticas de nuestro país. Así lo constatan sus numerosos premios, reconocimientos, exposiciones, libros, catálogos, envidiosos y detractores. Porque claro, de haber existido Twitter, Masats hubiese sido cancelado por poliédrico, contradictorio, valiente y directo. La verdad es algo que suele molestar. Y él sin duda, consiguió en plena dictadura renovar –o casi inventar– el género fotográfico documental, gracias a su don de saber mirar la realidad de forma intuitiva, innata. 

Como buen cordobés, siempre me ha interesado su mirada hacia el sur de España, puesto que se aventuró a fotografiar lo más puro, lo más nuestro, la España más tópica y cañí. Masats consiguió ofrecer con su cámara un retrato que hoy podríamos catalogar de neorrealista puesto que, anclado en el contexto social y político de la España de finales de los 50 y principio de los 60, dio testimonio de una España tradicional, pero que a su vez ansiaba libertad. Coger un foco e iluminar a una modelo con un telón blanco de fondo no es algo sencillo, pero lo que desde luego no es fácil es estar en el momento exacto para capturar, desde una mirada sagaz, la esencia del más puro y sincero costumbrismo. La fotografía de Masats es una fotografía de momento decisivo.

Medina Sidonia (Cádiz), 1959

Por otro lado, como les explico a mis alumnos cada martes, si pensamos en la ontología de la imagen fotográfica nos damos cuenta de que esta tiene una doble vertiente, puesto que es representación, porque la visión del artista moldea la realidad, pero a la vez es huella de esa misma realidad. Esto fue lo que precisamente Masats llegó a conseguir. Por un lado, capturó la huella del contexto español, convirtiendo en bello lo inocuo, lo que se escapa a la mirada de cualquiera. Pero, a su vez, en un elogio a la mundanidad más castiza, logró explorar la abstracción, la vanguardia, empleando técnicas como el desenfoque del sujeto o el movimiento en la fotografía taurina.

Sanfermines. Pamplona 1957

Como buen artista, tuvo diferentes fases estilísticas. Con la llegada del color, dejó a un lado el blanco y negro -porque era de esas personas que todo o nada-, y empezó una nueva etapa en la que también configuró una identidad propia. Al igual que su salto al cine, a partir de filmar Topical Spanish (1970), donde no elabora una radiografía de España desde los tópicos sin más, sino que más bien su propuesta estético-formal superaba lo kitsch que se proponía. En cualquier caso, lo que a él le importaba siempre era transgredir la realidad. 

Rafael de Paula, 1983

Como dice Manuel Vicent, cuando buscas la verdad, tienes el riesgo de encontrarla y, precisamente, hoy debemos valorar y agradecer cómo Ramón Masats ha sido capaz de ponernos siempre delante de una realidad fotográfica profunda, costumbrista y verdadera. Su fotografía es huella de una España cambiante y única en sus tópicos y tradiciones, pero a la vez fue capaz de moldearla desde su mirada decisiva, sobria y carente de artificios. Su mayor logro fue retratar lo que fuimos, para que hoy podamos entender lo que somos.

Seminario de Madrid, 1960
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