Las segundas oportunidades existen porque nos equivocamos y porque perdonar no sólo es humano, sino es lo deseable. Pero antes de seguir, un inciso.
En lo que no creo:
- Las idas y venidas de las parejas que se pasan años y años dejándolo y volviendo a estar juntos. Queridos, revisad vuestros estatutos personales, ese bamboleo constante habla de un problema no resuelto de base y quizás de una costumbre difícil de soltar pero que sólo es eso, costumbre. ¿Cuánto de pareja queda en eso? ¿Cuánto de tóxico es que el deseo se genere cuando existe una separación? Esas parejas dan pereza a todo el mundo y pierden credibilidad.
En lo que tengo dudas:
- Reconectar con alguien del pasado años después. ¿Se puede? Considero que esta modalidad es casi como empezar de cero a conocer a alguien pero desde un grado de intimidad mucho mayor. Ya nos hemos visto dormir, ahora somos personas distintas, quizás reaccionamos diferente a los problemas, tenemos otros sueños, dormimos en otros brazos, vivimos en otras casas y nos rompieron el corazón pero… nos hemos reencontrado y seguimos durmiendo en la misma postura, teniendo la misma familia y gustándonos las mismas cosas raras. Tengo dudas porque las expectativas tan altas de que funcione podrían matarlo, pero, ¿por qué no intentarlo?
En lo que sí creo:
- Has roto, ha habido un tiempo de separación y queréis volver a intentarlo. El tiempo ayuda a dar perspectiva sobre lo que se quiere y lo que no, quizás claridad que conduce a un compromiso que antes no se quería asumir. A lo mejor perdiéndonos un rato nos acordamos de por qué nos habíamos quedado. Alineados, con una buena comunicación, con un proceso de vuelta, por qué no. ¿Por qué debería uno quedarse con las ganas de saber qué ocurriría?
Volver a algo que se rompió es complejo y requiere de voluntad no sólo para arreglar y construir, sino para ser capaces de haber superado lo que se quebró. Volver con alguien para sacar a relucir trapos sucios a la mínima de cambio sólo alimenta el rencor y el hartazgo y erosiona el vínculo. Si vas a volver para echar en cara, mejor empieza de cero con la música en otra parte. Restaurar el vínculo debería hacerse de forma equitativa para evitar que se generen relaciones desiguales entre alguien que le debe algo al otro y ese otro que siente que podría pedir sin límite para ser compensado.
Como en los grandes dilemas que involucran a personas no importa tanto el qué sino el cómo. Volver per sé no es ni malo ni bueno, la forma en que se hace, bajo que términos y por qué se hace sí marca que sea una óptima o una pésima decisión.
Y si volver sale mal nunca será un fracaso porque hablará de un intento sincero por hacer funcionar algo en lo que se creía. El amor que se da no se pierde, no funciona así. Y muchísimas más veces es preferible soltar con certeza para continuar que seguir para siempre agarrados a un recuerdo idealizado de lo que podría haber sido. Por eso, cuando nuestros amigos quieren volver con sus ex, hay que acompañarles hasta la orilla, dejar que naden, saludar y esperar con la toalla al otro lado por si de tanto mojarse se resfrían.
Como optimista creo en las oportunidades. Creo en las segundas, no en muchas más. Como ojo crítico creo en darlas y en saber dar los portazos adecuados a aquellos que no las saben aprovechar para que dejen de creer que hay barra libre y entiendan que reconstruir sólo se puede si hay cimientos. A los tibios, puerta. A los que fallan cuando se les perdona, puerta. Pero a los que quieren rectificar e intentarlo, apuesta doble, todo al rojo, y a ver qué pasa.