Hablemos de tres series, tres joyas, no del todo olvidadas, que actualmente figuran en el imaginario colectivo como series de culto. Todas comparten una pequeña esencia, un punto común pero a su vez diverso, desde el que llaman y acogen a la audiencia, y desde el que intentan sugerir, enseñar, o recordar algo a quien las ve, sus pueblos.
Bienvenido a Twin Peaks, Cicely y Stars Hollow, usted está aquí, puede elegir entre visitarlos todos a una o hacer un viaje más pausado. Sea como sea, aterrizamos en tres pueblos que culpables de ser no solo idílicos, sino también ficticios. Estas series nos apelan desde un elemento de nostalgia que contrasta con la vida que conocemos. Los tres lugares nos muestran un modo de vida que se expone casi como una reivindicación de algo que hemos olvidado. Nos muestran el lado claro y oscuro de la fuerza del espíritu de comunidad que ha quedado tan disuelto en nuestra sociedad actual.
Las tres pequeñas ciudades se nos presentan como ecosistemas sociales desde los que podemos explorar la identidad colectiva, y a través de ella, la nuestra. A Twin Peaks nos lo introduce de forma bastante aséptica el Agente Cooper cuando llega a la ciudad en el primer episodio:
"Diane, 24 de febrero, 7:30 de la mañana. Entro en el pueblo de Twin Peaks, cinco millas al sur de la frontera canadiense, y doce millas al oeste de la línea estatal. Nunca he visto tantos árboles en mi vida. Es un día ligeramente nublado, 54 grados. El meteorólogo dijo que llovería. Si te pagaran por equivocarte el 60% del tiempo, sería mejor que trabajar.
El kilometraje es 79,345. Tengo que llenar el tanque cuando llegue al pueblo. Almorcé en el Lamplighter Inn, en la autopista 2 cerca de Lewis Fork. Un sándwich de atún, pan integral, pastel de cereza y café. Muy buena comida. Diane, si alguna vez estás por aquí, no te pierdas ese pastel de cereza."
Aunque más adelante aprenderemos que además de la maravillosa tarta de cereza la ciudad esconde muchas más historias, todas llenas de misterio:
There are many stories in Twin Peaks — some of them are sad, some funny. Some of them are stories of madness, of violence. Some are ordinary. Yet they all have about them a sense of mystery — the mystery of life. Sometimes, the mystery of death. The mystery of the woods. The woods surrounding Twin Peaks.
Por otro lado, tanto Cicely como Stars Holow, que exploran, en contraste con la oscuridad de Twin Peaks, el lado más hospitalario de una comunidad, tienen historias fundacionales basadas en el amor idílico. En el caso del pueblo de Doctor en Alaska se nos presenta una historia idealista pero con una base más real, en la que dos mujeres enamoradas que buscaban huir de la sociedad tuvieron y llevaron cabo la visión de una sociedad utópica en la que todo el mundo sería libre de ser su mejor versión:
In this tiny corner of Alaska, the human spirit has triumphed. We hold in our hands, the most precious gift of all: freedom. The freedom to express our art...our love; the freedom to be who we want to be. We are not going to give that freedom away and no one shall take it from us!
La historia del poblado de Las Chicas Gilmore es algo más fantasiosa, aunque también nacida del amor:
Esta, chicos y chicas, es una historia de amor verdadero. Una chica hermosa de un condado, un chico guapo de otro. Se conocen y se enamoran. Separados por la distancia y por unos padres que no aprobaban la unión, la joven pareja soñaba con el día en que pudieran estar juntos. Se escribían hermosas cartas, cartas de anhelo y pasión, cartas llenas de promesas y planes para el futuro. Pronto la separación resultó ser demasiado para cualquiera de ellos. Entonces, una noche, fría y oscura, sin luz que los guiara, ambos se escabulleron de sus casas y huyeron lo más rápido que pudieron. Estaba tan oscuro que ambos pronto se perdieron. Y parecía que nunca se encontrarían. Finalmente, la niña cayó de rodillas, las lágrimas corrían por su hermoso rostro. 'Oh, mi amor, ¿dónde estás? ¿Cómo te encontraré? De repente, una banda de estrellas apareció en el cielo. Estas estrellas brillaron tan intensamente que iluminaron todo el campo. La niña se puso de pie de un salto y siguió el camino de las estrellas, hasta que finalmente se encontró de pie justo donde hoy se encuentra la glorieta del pueblo. Y allí, esperándola, estaba su verdadero amor, que también había sido conducido hasta aquí por el manto de estrellas amistosas. Y esa, mis amigos, es la historia de cómo surgió Stars Hollow y por qué celebramos esa fatídica noche todos los años por esta época.
Todos los habitantes de estos lugares comparten un sentido de unidad y pertenencia que parece haberse perdido. Estos pueblos se rebelan contra ese proceso de individuación por el que parece haber apostado toda la sociedad, rechazando la atomización y buscando todavía una conexión y una evolución con un fondo común. Buscan que el espectador conecte, haciendo que la cultura sea algo habitable, un sitio en el que podemos instalarnos.
La cultura nos traslada mensajes que desconocemos y nos propone alternativas que no somos capaces de pensar. Pero también tenemos que ser conscientes de su carácter simbólico y saber absorber lo que necesitamos sin terminar de perdernos en ella. Aunque es a través de los símbolos comunes donde podemos encontrar el vehículo para desatomizarnos, no conviene confundir los molinos con gigantes, ni asumir que todos están dispuestos a combatirlos con tan solo una lanza.
Debemos ser capaces de viajar Twin Peaks y volver para contar lo que aprendimos, y también de transmitir lo que asimilemos a quien no quiera viajar, sin acusarlo de dejadez. Ya que por muy bienvenidos que nos sintamos en Stars Hollow, no deja de ser una utopía inexistente, y también inalcanzable. La idea nunca fue recrear en la vida lo que se muestra en la cultura. Sino imaginar en la cultura lo que no podemos conocer en el plano real, allí donde no tenemos limitaciones podemos plantear fantasías en las que inspirarnos para buscar soluciones viables en la vida.
Estos personajes se reafirman en defensa de su identidad colectiva. Ante las tradiciones excéntricas, los personajes entrañables pero muy peculiares, los rituales absurdos, las situaciones ridículas, estas series nos invitan a contemplar la idea de que tal vez autenticidad e individualidad no son sinónimos. Y aquí es donde la realidad ficticia gana su batalla, conquistando a los espectadores que se atreven a vivirla sin prejuicios, para que la victoria sea completa solo falta que, los ahora nuevos habitantes de estas ciudades fantásticas, traspasen su experiencia, para que ni estos pueblos, ni las series que les han dado cabida, ni las reflexiones que nos infunden, caigan en el olvido.