El contexto
Cuentan que hubo un tiempo en el que internet celebraba lo común, lo sencillo, lo puro y lo anónimo. Un internet previo a las redes sociales y las marcas personales, donde no se trataba de demostrar virtudes morales u originalidades gastronómicas sino de perseguir un objetivo menos ambicioso: pasar el rato. Pues bien, ese internet costumbrista está de vuelta.
La soterración de los foros y blogs especializados por las redes, en particular mediante la excavadora facebook, provocó que cambiáramos las opiniones y creaciones de terceros anónimos por las de nuestros “amigos”. Pronto, dado que la mayoría de personas normales bajaron el ritmo de su producción online, nuestras redes se fueron llenando de gente vagamente conocida, llevando a cabo planes exóticos que nunca haríamos. Y el resto era publicidad.
La red social china TikTok vio venir (o se encontró con) la siguiente revolución: aleatorizar la sección de recomendaciones para que dejásemos de ver a nuestros aburridos ex compañeros e influencers y enseñarnos lo que en realidad queríamos, a personas peculiares del ancho mundo haciendo las chorradas más variopintas: desde destripar la calidad de bolsos de lujo1 o inquietantes limpiadores de pescado por el mundo adelante. Este cambio radical de paradigma implica dos asuntos fundamentalmente buenos: uno, la democracia funciona, al menos en cuanto a la dispersión de talento se refiere y en demostrar que la pasta inicial no es suficiente para triunfar; y dos, a las personas nos atrae lo costumbrista y cotidiano más que ninguna otra cosa.
Aunque espoleadas por la pasta y el tiempo de engagement (y no por la noble causa costumbrista que enarbolamos aquí), las demás redes no han tardado en imitar la jugada china y, ahora, en absolutamente todos lados, te muestran estas locas recomendaciones por defecto, en lugar de enseñarte las cuentas que sigues en primer lugar. Por un lado, esto aumenta el tiempo de navegación zombie - hay que estar prevenido - pero por el otro, ay, es una gozada que te muestren tantísimas y tan selectas tonterías.
El hallazgo: @piedras.tirar
De entre todas ellas, puede que no haya ninguna que llene tanto nuestros corazones de hombre primitivo como la ya célebre @piedras.tirar2. La premisa es sencilla: agarrar un hermoso trozo de mineral en algún enclave natural y arrojar la roca en cuestión a la masa de agua disponible, buscando plasticidad en el salpicón y deleite en el efecto acústico. El vídeo canónico debería acabar con una flemática ovación por parte de los testigos del lanzamiento, tras un corte de plano.
La irrefrenable necesidad de alterar la quietud superficial del agua arrojando un objeto, lo variado de los bellos paisajes (íberos e internacionales, áridos y nevados), el sonido del impacto viajando por la garganta del río o la pared del embalse…todo forma un conjunto que emociona de lo lindo a una comunidad de personas con acceso a internet quienes, como si del principio de “2001 - odisea en el espacio” se tratase, lanzamos jubilosos nuestras tibias, las vemos convertirse en móviles con acceso a instagram que, al flotar a ritmo de Beethoven a través del espacio, componen delicadas odas a cada lanzamiento de piedra - imparable la emoción, cargadas las palabras:
En ocasiones se cita la frase que Buzz Aldrin le dijo a un periodista del MIT Review en 2012 “You promised me Mars colonies, and instead, I got Facebook”. Me gustaría enseñarle unos vídeos de @piedras.tirar al bueno de Buzz. La gente normal (la gente con la que te quieres tomar unas cañas) no quiere colonizar Marte sino más bien aspiran a mirar tranquilamente las obras de su barrio.
Y es que, por alguna razón, la sencillez de estos atávicos lanzamientos genera numerosos comentarios líricos: como si en lo más rudo, - y por ello quizá lo puro de la condición humana- se hallasen ocultas las delicadas metáforas que sobrevuelan las películas de John Ford. En un grito desesperado por reivindicar nuestro paso por este mundo, estamos condenados a arrojar una y otra vez lo que le sobra a la colosal montaña y le falta al agua, insondable y misteriosa. A no resignarnos a ser pisoteados por los dioses y a querer escribir nuestro futuro. Uno tiene que imaginarse al lanzador de piedras contento, mientras deshace el trabajo de Sísifo.
Hay quien señala que esta fiebre rockera no es sino muestra de la involución del hombre y del descontrol de la fábrica de dopamina de internet. En mi opinión, muy al contrario, representa una acertada tendencia que sublima lo que realmente somos: personas sencillas y predecibles, sin grandes opiniones pero siempre predispuestas a aplaudir el trabajo bien hecho - y los cuerpos voluminosos bien lanzados.
Larga vida a piedras.tirar (y a sus hermanos pequeños tortillas.girar o metros.perder). Larga vida al costumbrismo en internet. La lucha sigue.
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1 este tío italiano que se parece a Mac deMarco lo hace todo extremadamente ASMR además, proceded con precaución, es muy adictivo
2 genialidad iniciada, por cierto, por un joven grupo de cinco amigos naturales de Bilbao (como no podía ser de otra forma)