¿Por qué es importante leer a Patricia Highsmith?

Porque me parece que rompe bastante el estereotipo de temáticas femeninas y masculinas en la literatura. Patricia no ha escrito de amor en su puta vida, con la excepción de Carol. Tom Ripley es una esponja malvada y seductora.

Porque ha creado el personaje de Ripley. Si bien su obra está repleta de personajes interesantes, ninguno es tan universal y conocido como Ripley (yo creo que Jude Law y lo guapo que está el cabrón en la película de 1999 también tiene algo que ver, qué alegría cuando se lleva el remazo que lo deja seco). Es decir,  no hay un personaje en la historia de la literatura como Ripley y, aunque a veces se compare con Bateman (de American Psycho, basada en la novela de Easton Ellis, que tiene un ignominioso e imperdonable 6.6 en Filmaffinity), no tienen nada que ver. Bateman es un demente que es consciente de que lo es y que hace todos los esfuerzos posibles para encajar e integrarse, aunque desde la distancia, busca ser aceptado y cumplir los estándares que de él se esperan (es espectacular la introducción del personaje: "I live in the American Gardens Building on West 81st Street, on the 11th floor. My name is Patrick Bateman. I’m 27 years old. I believe in taking care of myself, and a balanced diet, and a rigorous exercise routine.") Si no has leído esta frase con la voz de Christian Bale, me das mucha envidia porque tienes una peli estupenda para verte por primera vez.

Sin embargo Ripley no es así. No hay nada dentro de él, es una pura esponja malvada y seductora, capaz de imitar cualquier acento, integrarse en cualquier ambiente y sabe mostrarse candoroso, sincero y amigable cuando es consciente de que le toca hacerlo, pero no obtiene ninguna satisfacción con ello. Simplemente lo hace porque él es así, un perfecto psicópata carente de empatía y sentimientos, que disfruta haciendo el mal. No obtiene rédito personal, aunque pueda parecer que lo que lo motiva es un pretensión de ascenso social y que odia ser él mismo y quiere ser Dickie, yo no creo que sea eso lo que le mueva. Él es como es, malo. Y punto. 

Breve apunte de que, aunque el más conocido y el mejor sea el primero de la serie El talento de Mr. Ripley, hay varios libros más sobre el mismo personaje y son estupendos.

Porque, me parece que tiene un mérito importante haber nacido en 1921 en Texas y haber sido una autora de reconocidísimo prestigio durante toda su vida. Su éxito fue tal que a la tierna edad de 30 años, uno de los directores más grandes de la historia del cine, Hitchcock (además, de él se pueden decir muchas cosas buenas, pero no que era el mayor adalid de las mujeres, de hecho, tuvo que involucrar a Chandler en la escritura del guión en vez de a ella) decidiese adaptar una novela suya y convertirla en una de sus mejores películas, Extraños en un tren. El planteamiento de esta novela ha sido copiado y repetido hasta la saciedad, pero me parece fascinante la disección que hace de la culpa y la pregunta que se plantea en toda la novela: ¿Es igual de malo matar a alguien que conoces que a alguien que no?. Asimismo, también desarrolla el concepto de la reciprocidad, de las verdades a medias y de los deseos que solamente expresamos a los desconocidos.

Porque me parece fascinante su aproximación a la maldad. En sus libros, no hay ningún tipo de intento de justificar o explicar porque sus personajes se comportan de una determinada manera o qué motiva sus retorcidas maneras de ser. Es decir, no pretende darle ese tonillo moralista que parece que tiene que tener todo hoy en día (frase de abuelo pero es que es la verdad, hay un articulazo del bueno de Arturo al respecto: Vampiros buenos y lobos simpáticos) y no te cuenta que Ripley es malo porque le pegaban en el cole, que Walter se plantea matar a Clara porque de niño su madre no le dijo que lo quería o porque Bruno toma en serio su papel de extraño en un tren y mata a la mujer de Guy Haines. No los justifica, no los comprendemos y no lo pretende, va tensando poco a poco la historia de manera casi imperceptible y te vas dando cuenta de que estás lidiando con gente perversa y que, en muchas ocasiones, disfrutan siéndolo.  Sin embargo, suele también introducir un contrapunto con un personaje más luminoso, que suele ocupar el lugar del lector y que se va dando cuenta poco a poco de que está tratando con un monstruo, es decir, muestra que estamos ante gente oscura y peligrosa. 

Porque me parece que rompe bastante el estereotipo de temáticas femeninas y masculinas en la literatura. Patricia no ha escrito de amor en su puta vida (con la excepción de El precio de la sal), ni de demás conceptos que los idiotas iletrados atribuyen exclusivamente a las escritoras femeninas, los mismos que opinan que los hombres solo escriben de temas complejamente masculinos, como el mar, la caza o el tango. Esto no solamente revela que utilizan los libros para calzar mesas y una grave falta de profundidad mental, sino que es que es directamente falso, siendo Patricia uno de los mejores ejemplos. Su obra huye por completo de cualquier sentimentalismo, es cruel, pesimista y voraz, no deja espacio a la esperanza y, muy habitualmente, los culpables se salen con la suya. Sus protagonistas son seres malos, retorcidos, y que en ningún momento se plantean si lo que hacen está bien o mal; simplemente lo hacen. Son además violentos, embaucadores, interesados y, en muchas ocasiones, directamente son unos psicópatas de manual (como el bueno de Tom) y sus temáticas son siempre oscuras, tensas y afiladas. Siguiendo el símil, un ejemplo muy bueno es El cuchillo, en el cual se cuenta la historia de un hombre estable y felizmente casado que va cayendo poco a poco en la obsesión, a raíz del asesinato de una mujer del cual el principal sospechoso es su marido. Tras este hecho, el protagonista comienza a fantasear con la idea de asesinar a su propia mujer, siendo la pregunta fundacional del libro ¿Por qué no matar a Clara? Lectura ligerita playera, como se puede apreciar.

Porque tuvo una vida oscura, alcoholizada y solitaria, lo que se refleja de manera clara en su literatura. Detestaba a todo el mundo, incluidas a las mujeres y su misoginia era tan obvia que escribió un libro sobre el asunto, Little tales of misogyny, que el crítico literario de The Guardian califica como "lo que le regalas a un misógino por su cumpleaños" lo cual es bastante meritorio para una mujer de su época a la que además le gustaban las mujeres. Además, nunca tuvo una relación sentimental duradera, triunfó mucho más en Europa que en su América natal, era tremendamente antisemita (no es un tema con el que bromear pero decía Semicaust en vez de Holocaust) y odiaba a los afroamericanos. Sin embargo, acabó su vida de manera exitosa al morir de cáncer de pulmón, el sueño de cualquier fumador coherente. Su manera de ver el mundo, irónica y desencantada, se resume perfectamente en la frase de "I find the public passion for justice quite boring and artificial, for neither life nor nature cares if justice is ever done or not".

Porque, siendo ella misma homosexual en un contexto histórico en el que no es que estuviese muy bien visto, nunca se cortó lo más mínimo. Se cortó tan poco que llegó a escribir una novela buenísima sobre la historia de amor entre dos mujeres, El precio de la sal, rebautizada más tarde como Carol, (aunque la publicase con seudónimo, también hay que entender la época), que fue también adaptada al cine y que, por una vez para ella, no tiene un final trágico, oscuro y demoledor. Evidentemente no es en absoluto un cuento de hadas y sigue teniendo los detalles jodidos que caracterizan su escritura, como el detective que trata de probar la homosexualidad de la protagonista, la incomodidad del sexo cuando descubren que hay micrófonos en la habitación o la pérdida de la custodia de los niños como consecuencia de su condición sexual, pero, por una vez, los protagonistas no acaban muertos y encuentran el amor.

El final de este libro sigue la estructura clásica de las protagonistas que parece que se han rendido y que dan el amor por perdido pero que hacen un último intento y acuden a buscarse la una a la otra. Y, sorprendentemente en la escritura de Patricia, se encuentran.

Y eso pasa a veces, que parece que te has perdido y que no hay nada que hacer, pero al final te encuentras. 

Pero para ello es fundamental hacer un último intento e ir a buscar.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Porque me parece que rompe bastante el estereotipo de temáticas femeninas y masculinas en la literatura. Patricia no ha escrito de amor en su puta vida, con la excepción de Carol. Tom Ripley es una esponja malvada y seductora.

Porque ha creado el personaje de Ripley. Si bien su obra está repleta de personajes interesantes, ninguno es tan universal y conocido como Ripley (yo creo que Jude Law y lo guapo que está el cabrón en la película de 1999 también tiene algo que ver, qué alegría cuando se lleva el remazo que lo deja seco). Es decir,  no hay un personaje en la historia de la literatura como Ripley y, aunque a veces se compare con Bateman (de American Psycho, basada en la novela de Easton Ellis, que tiene un ignominioso e imperdonable 6.6 en Filmaffinity), no tienen nada que ver. Bateman es un demente que es consciente de que lo es y que hace todos los esfuerzos posibles para encajar e integrarse, aunque desde la distancia, busca ser aceptado y cumplir los estándares que de él se esperan (es espectacular la introducción del personaje: "I live in the American Gardens Building on West 81st Street, on the 11th floor. My name is Patrick Bateman. I’m 27 years old. I believe in taking care of myself, and a balanced diet, and a rigorous exercise routine.") Si no has leído esta frase con la voz de Christian Bale, me das mucha envidia porque tienes una peli estupenda para verte por primera vez.

Sin embargo Ripley no es así. No hay nada dentro de él, es una pura esponja malvada y seductora, capaz de imitar cualquier acento, integrarse en cualquier ambiente y sabe mostrarse candoroso, sincero y amigable cuando es consciente de que le toca hacerlo, pero no obtiene ninguna satisfacción con ello. Simplemente lo hace porque él es así, un perfecto psicópata carente de empatía y sentimientos, que disfruta haciendo el mal. No obtiene rédito personal, aunque pueda parecer que lo que lo motiva es un pretensión de ascenso social y que odia ser él mismo y quiere ser Dickie, yo no creo que sea eso lo que le mueva. Él es como es, malo. Y punto. 

Breve apunte de que, aunque el más conocido y el mejor sea el primero de la serie El talento de Mr. Ripley, hay varios libros más sobre el mismo personaje y son estupendos.

Porque, me parece que tiene un mérito importante haber nacido en 1921 en Texas y haber sido una autora de reconocidísimo prestigio durante toda su vida. Su éxito fue tal que a la tierna edad de 30 años, uno de los directores más grandes de la historia del cine, Hitchcock (además, de él se pueden decir muchas cosas buenas, pero no que era el mayor adalid de las mujeres, de hecho, tuvo que involucrar a Chandler en la escritura del guión en vez de a ella) decidiese adaptar una novela suya y convertirla en una de sus mejores películas, Extraños en un tren. El planteamiento de esta novela ha sido copiado y repetido hasta la saciedad, pero me parece fascinante la disección que hace de la culpa y la pregunta que se plantea en toda la novela: ¿Es igual de malo matar a alguien que conoces que a alguien que no?. Asimismo, también desarrolla el concepto de la reciprocidad, de las verdades a medias y de los deseos que solamente expresamos a los desconocidos.

Porque me parece fascinante su aproximación a la maldad. En sus libros, no hay ningún tipo de intento de justificar o explicar porque sus personajes se comportan de una determinada manera o qué motiva sus retorcidas maneras de ser. Es decir, no pretende darle ese tonillo moralista que parece que tiene que tener todo hoy en día (frase de abuelo pero es que es la verdad, hay un articulazo del bueno de Arturo al respecto: Vampiros buenos y lobos simpáticos) y no te cuenta que Ripley es malo porque le pegaban en el cole, que Walter se plantea matar a Clara porque de niño su madre no le dijo que lo quería o porque Bruno toma en serio su papel de extraño en un tren y mata a la mujer de Guy Haines. No los justifica, no los comprendemos y no lo pretende, va tensando poco a poco la historia de manera casi imperceptible y te vas dando cuenta de que estás lidiando con gente perversa y que, en muchas ocasiones, disfrutan siéndolo.  Sin embargo, suele también introducir un contrapunto con un personaje más luminoso, que suele ocupar el lugar del lector y que se va dando cuenta poco a poco de que está tratando con un monstruo, es decir, muestra que estamos ante gente oscura y peligrosa. 

Porque me parece que rompe bastante el estereotipo de temáticas femeninas y masculinas en la literatura. Patricia no ha escrito de amor en su puta vida (con la excepción de El precio de la sal), ni de demás conceptos que los idiotas iletrados atribuyen exclusivamente a las escritoras femeninas, los mismos que opinan que los hombres solo escriben de temas complejamente masculinos, como el mar, la caza o el tango. Esto no solamente revela que utilizan los libros para calzar mesas y una grave falta de profundidad mental, sino que es que es directamente falso, siendo Patricia uno de los mejores ejemplos. Su obra huye por completo de cualquier sentimentalismo, es cruel, pesimista y voraz, no deja espacio a la esperanza y, muy habitualmente, los culpables se salen con la suya. Sus protagonistas son seres malos, retorcidos, y que en ningún momento se plantean si lo que hacen está bien o mal; simplemente lo hacen. Son además violentos, embaucadores, interesados y, en muchas ocasiones, directamente son unos psicópatas de manual (como el bueno de Tom) y sus temáticas son siempre oscuras, tensas y afiladas. Siguiendo el símil, un ejemplo muy bueno es El cuchillo, en el cual se cuenta la historia de un hombre estable y felizmente casado que va cayendo poco a poco en la obsesión, a raíz del asesinato de una mujer del cual el principal sospechoso es su marido. Tras este hecho, el protagonista comienza a fantasear con la idea de asesinar a su propia mujer, siendo la pregunta fundacional del libro ¿Por qué no matar a Clara? Lectura ligerita playera, como se puede apreciar.

Porque tuvo una vida oscura, alcoholizada y solitaria, lo que se refleja de manera clara en su literatura. Detestaba a todo el mundo, incluidas a las mujeres y su misoginia era tan obvia que escribió un libro sobre el asunto, Little tales of misogyny, que el crítico literario de The Guardian califica como "lo que le regalas a un misógino por su cumpleaños" lo cual es bastante meritorio para una mujer de su época a la que además le gustaban las mujeres. Además, nunca tuvo una relación sentimental duradera, triunfó mucho más en Europa que en su América natal, era tremendamente antisemita (no es un tema con el que bromear pero decía Semicaust en vez de Holocaust) y odiaba a los afroamericanos. Sin embargo, acabó su vida de manera exitosa al morir de cáncer de pulmón, el sueño de cualquier fumador coherente. Su manera de ver el mundo, irónica y desencantada, se resume perfectamente en la frase de "I find the public passion for justice quite boring and artificial, for neither life nor nature cares if justice is ever done or not".

Porque, siendo ella misma homosexual en un contexto histórico en el que no es que estuviese muy bien visto, nunca se cortó lo más mínimo. Se cortó tan poco que llegó a escribir una novela buenísima sobre la historia de amor entre dos mujeres, El precio de la sal, rebautizada más tarde como Carol, (aunque la publicase con seudónimo, también hay que entender la época), que fue también adaptada al cine y que, por una vez para ella, no tiene un final trágico, oscuro y demoledor. Evidentemente no es en absoluto un cuento de hadas y sigue teniendo los detalles jodidos que caracterizan su escritura, como el detective que trata de probar la homosexualidad de la protagonista, la incomodidad del sexo cuando descubren que hay micrófonos en la habitación o la pérdida de la custodia de los niños como consecuencia de su condición sexual, pero, por una vez, los protagonistas no acaban muertos y encuentran el amor.

El final de este libro sigue la estructura clásica de las protagonistas que parece que se han rendido y que dan el amor por perdido pero que hacen un último intento y acuden a buscarse la una a la otra. Y, sorprendentemente en la escritura de Patricia, se encuentran.

Y eso pasa a veces, que parece que te has perdido y que no hay nada que hacer, pero al final te encuentras. 

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