Rosa Belmonte y Emilia Landaluce: “La gente que no paga por leer periódicos merece que le mientan”

Entrevistar a Rosa Belmonte y a Emilia Landaluce siempre es una fiesta, porque son de las que no se callan y hablan con total libertad, o lo parece. Dos de las mejores periodistas de este país, dos mujeres que se enteran de todo, saben de todo y no se pierden nada aunque no estén. ‘La mala víctima’ es su último libro publicado y el que estructura esta entrevista que se sale por los cauces a cada respuesta. Pero esta escritura conjunta y las historias de Socorro siguen, acaban de entregar el siguiente libro a la editorial. Tenemos Rosa y Emilia para rato.

El libro es una ficción donde una periodista investiga un asesinato en El Puerto de Santamaría, Cádiz, y todo en un ambiente de gente bien de toda la vida. ¿Por qué esta historia y por qué en esta localización?

Emilia: Nos hubiera encantado hacerlo como si fuera True Detective e irnos a Alaska, pero situamos la trama en lo que conocemos. En este caso elegimos el Puerto de Santamaría porque mi madre es de ahí, de Rota, y elegimos este ambiente que ya conocíamos. Sobre todo porque somos unas holgazanas y no queríamos estar investigando.

Rosa: Y un asesinato porque queríamos matar a una de marketing que conocíamos, entonces decidimos matar a otra en el libro que sale gratis.

Es una ficción muy real, donde además aprovechan para mostrar una imagen del periodismo actual.

E: Creo que, más o menos, eso lo conseguimos. El libro está dedicado a los que todavía leen periódicos, nos interesa el periodismo y su situación. Es el momento de reivindicar que los periódicos siguen siendo importantes, pese a los periodistas, a los editores y a los propietarios.

R: Y pese a los lectores. 

¿Están decepcionadas con la profesión como Socorro, la protagonista, o aún siguen manteniendo el entusiasmo y las ganas?

E: Me encanta leer la prensa todos los días. Y profesionalmente no me puedo quejar, sería injusto que lo hiciera con la buena posición que tengo.

R: Parece que yo lo hago por obligación, porque me levanto todos los días a las cinco de la mañana para leer la prensa, pero, en realidad, cuando no me tengo que levantar a esa hora, los sábados o los domingos, también leo la prensa.

E: Si todos los periodistas que hay en España gastaran en comprar periódicos y leerlos no estaríamos en la crisis que estamos.

El número de periódicos que se venden cada vez es menor, sin embargo siguen mandando y estructurando la información diaria y la actualidad.

R: Cualquier programa de radio o televisión se nutre de lo que lee en la prensa. 

¿Por qué tantos lectores han abandonado los medios tradicionales y serios y ahora van a informarse a sitios mucho peores?

E: Los periódicos siempre han sido para élites. Antes se vendían tantos periódicos porque la gente quería ver la cartelera o leer el horóscopo, y ahora se dan gratis. Los columnistas, los reportajes de investigación o los análisis siempre los han leido muy pocos.

R: La atención en adultos cae en picado, sólo aguantamos 45 segundos en una misma pantalla. No sólo son los jóvenes los que tienen este problema. Leer en papel es terapéutico, fomenta la concentración, no tienes tantos estímulos, esos anuncios que son tan molestos, como en una pantalla. Odiamos las webs de los periódicos.

E: La gente que no paga por leer periódicos no merece saber la verdad, merece que le mientan.

La importancia de las portadas y la maquetación.

E: La primera página de un periódico es la que más te dice del medio y del segmento social que representa.

¿Es el periodismo una profesión maledicente?

R: Todas las profesiones son maledicentes, pero nosotras escribimos de periodismo, que es lo que conocemos.

Titulan la novela ‘La mala víctima’, referido a una expresión que usó la protagonista para referirse a una víctima de una violación siendo duramente criticada por emplear dicha expresión. ¿Estamos dando demasiada importancia a lo que ocurre en las redes sociales?

E: Los medios hemos confundido lo que debe ser siempre un canal, las redes sociales, con una fuente. Esto es un error. Además de que el número de gente que entra en las noticias a través de las redes sociales es ridículo.

R: Los periódicos nunca debieron haber convertido en noticia las cosas que veían en Twitter. Yo puedo usar una cosa así para una columna, pero es que una columna no es una noticia.

¿Qué es más importante para triunfar en su profesión: estar en el momento oportuno, las relaciones públicas y los contactos o la valía profesional?

R: Las relaciones sociales son fundamentales, que te conozcan, que sepan qué es lo que escribes y de qué eres capaz. Y luego ya uno tiene que demostrar si vale o no.

E: Como dice Kipling en una frase manida que a mí me encanta: “El éxito y el fracaso son dos impostores”.

La firma es el patrimonio del periodista, pero ahora se lucha más por el clic.

E: Un periódico siempre trata de dar las historias más atractivas que puede. El lector no tiene un pelo de tonto, cuando no le das lo que quiere o lo que prometes en el titular se enfada muchísimo y no vuelve a entrar en la noticia. Hay que reivindicar los periódicos como una cosa de élites, que es lo que siempre han sido.

R: Y para ser élite. De los periódicos siempre se ha aprendido mucho. Conocimiento y ganas de aprender es lo que tienen que seguir transmitiendo. Los periódicos son verdaderos prescriptores.

En el periodismo español, y supongo que en la mayoría de países, más que investigación lo que tenemos son filtraciones.

R: Así es.

E: Nos viene Villarejo hace unos años con un dossier, cuando no se le conocía, y Rosa y yo seguramente hubiésemos caído.

Es el segundo libro que escriben. ¿Cómo es escribir a cuatro manos?

E: Caminamos mucho y hablamos mucho por teléfono. Luego hacemos un esquema que nos repartimos y yo soy la que se sienta primero a escribir y arranca la historia. Luego Rosa se engancha y trabajamos juntas.

R: Escribimos una encima de la otra, nos leemos y corregimos o modificamos.

Por la novela pululan personajes secundarios que enseguida recuerdan a periodistas de carne y hueso.

E: Algunos se han reconocido a sí mismos, con pareceres de lo más variado.

¿Oriol antes se llamaba Arcadio?

E: A él no le gusta lo de “periodista catalán”.

¿Entienden que los hombres a cierta edad provecta pierdan la cabeza por irse con una jovencita?

E: Pues sí. Es algo que también les pasa a las mujeres, pero como son más pobres no tienen tanta suerte. 

Y las mujeres siempre han sido más listas.

E: El impulso vital de la mujer y del hombre es diferente.

R: La biología, aunque digan que no existe (se ríen)

¿El origen, la clase social de la que se parte, marca de por vida y siempre se arrastra una forma de actuar y ciertos complejos?

R: En realidad son complejos propios. Está claro que le va mejor a la gente bien que a la gente no bien, porque tienen más posibilidades de estudiar, de relacionarse y encontrar trabajo. Pero estos complejos y miedos no tienen ninguna razón de ser.

E: Hay algunas ministras que se despojan de este complejo y lo llevan a gala, se creen que todo lo han inventado ellas.

¿Quejarse y lamentarse es una muestra de debilidad y mala educación?

R: Sí, de muchachas o algo así dicen en la novela. Cuando te pregunto qué tal estás no es para que me digas lo mal que estás.

E: Cualquier cosa que nos pueda pasar son problemas del primer mundo, así que como para quejarnos.

Sé que tienen otra novela al alimón a punto de salir.

E: La hemos entregado hoy.

R: Sale el 15 de mayo.

¿Nos adelantan algo?

R: Sigue Socorro como protagonista, también las hermanas propietarias del periódico y un caso de investigación.

E: Cambian las localizaciones, pero todo lugares que conocemos bien. Los crímenes son del pasado, pero no hay bebés robados.

¿Creen que se les podría haber ocurrido una historia tan chusca como la trama de Koldo y Ábalos?

E: La trama en sí es bastante chusca, pero no tengo claro que Torrente sea superior a Ábalos.

R: La gente siempre habla, porque es muy culta, de Berlanga, de Azcona; pero por qué no hablamos de Mariano Ozores y de Pajares y Esteso. Este tipo de noticias ya existían en ese cine. Como Koldo, que es de Mortadelo y Filemón. 

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