Sergio C. Fanjul: “Un niño es algo que se te va de las manos todo el rato”

P- Dices en el libro que es un milagro que alguien quiera traer hijos a este mundo.

Nada más empezar a leer ‘EL PADRE DEL FUEGO’ (Aguilar) tuve la sensación de que tenía entre mis manos un libro de amor, al terminarlo la sensación fue la misma pero más intensa. El escritor y periodista Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) declara en este libro el amor a las tres mujeres de su vida: Candela, su hija; Marisa, su madre y Liliana, su chica. Cuando Candela llegó a la vida, Marisa empezó a irse. En estas líneas reflexiona sobre la vida, la paternidad, la familia, los miedos, el paso del tiempo, el amor y el convertirse en adulto. Un texto luminoso donde se mezcla la pena con la risa, el dolor con la alegría, la tristeza con la felicidad. Pero de esto va la cosa, en eso consiste vivir. Demos gracias y aprovechemos el momento.

P- ¿Qué siente uno cuando es padre?

R- En el primer momento no supe muy bien qué tenía que sentir, así que sentí una gran confusión. No sentí ese flechazo ni un peso existencial, sentí una pequeña alegría y muchos nervios. Creo que ese sentimiento y esa fascinación se crea con el tiempo, lo que siento ahora por mi niña es mucho más fuerte que cuando vi a aquel bichejo por primera vez. 

P- ¿Cómo te ha cambiado la vida?

R- El tiempo se colmata y no hay un minuto libre, estás todo el rato ocupado. Ya no existen los momentos de llegar a casa y descansar, llegas a casa y siempre hay cosas que hacer. Desde que fui padre veo la vida como una cuenta atrás, no como un avanzar. Pienso más en el paso del tiempo, en la finitud, en mantenerme sano y bien para poder estar con Candela el máximo tiempo y todo lo que me necesite

P- ¿Crees que estás siendo un buen padre y una buena pareja?

R- No sé si soy buen padre, pero quiero aprender y llegar a serlo. Cada día voy aprendiendo y tratando de ser mejor. En un principio estaba despistado, lleno de dudas y sin saber muy bien cómo actuar.

P- Escribes libros, tienes una hija, ¿ya has plantado el árbol?

R- Lo he pensado, eh (se ríe). Pero no sé cómo hacer ni dónde plantarlo. Si alguien me puede ayudar en esto, yo encantado. 

P- Un astrofísico convertido en periodista, poeta y escritor. ¿Evolución o degeneración?

R- En la carrera de Física encontré a personas muy curiosas y con intereses muy variados, no sé si esto se da en otras facultades. Muchos físicos que conozco han sido tránsfugas como yo, se han licenciado y se han dedicado a otras cosas más culturales y artísticas. Estudié Física por Carl Sagan y su serie ‘COSMOS’, en esos años empecé a leer en serio y a interesarme por la literatura y la escritura. Como era muy malo con las matemáticas, cuando acabé la carrera, de milagro, me apunté al Máster de Periodismo de EL PAÍS y así empezó esto.

P- ¿Tener a Candela ha desatado muchos problemas de pareja?

R- Liliana y yo somos muy fans de la terapia, ya íbamos antes de tener a Candela, pero ahora vamos más. La vida se hace complicada, surgen las tensiones, el cansancio está muy presente y es importante buscar un espacio de negociación. Nosotros no estamos teniendo problemas con la crianza, intentamos hacer un reparto equitativo de las tareas y cuidados, es por el trato y la responsabilidad que implica una hija. Intentamos hacer planes y trabajar para mantener una gran relación y que no todo sea una relación basada en cuidar y criar a un niño. Es un trabajo paralelo a la crianza, complicado, pero recomiendo a todo el mundo que lo haga. Muchísima gente que tiene hijos se separa al poco de ser padres, y es una pena. Hay que saber diferenciar bien si el problema es la pareja o la difícil situación, hay que aprender a superar esos retos y a hacerlo junto a tu pareja. 

P- Dices en el libro que es un milagro que alguien quiera traer hijos a este mundo. ¿Por qué decidisteis tener a Candela?

R- No se acaba de entender la dificultad que entraña tener un hijo hasta que uno no lo tiene, creo que esto es un mecanismo evolutivo de la biología humana para que nos lancemos a la piscina.

P- “Una llama se enciende y otra se apaga. El fuego continúa”, escribiste. Su hija llega al mundo y su madre, al poco, empieza a morir. ¿Cómo se afronta esa dualidad entre el luto y la paternidad?

R- Candela para mi madre actuaba como una especie de analgésico total: se le quitaban todos los dolores, toda la ansiedad, todo el miedo de la muerte. Pero la pena siempre estaba ahí, sabíamos que no iban a poder estar mucho tiempo juntas. Nos rompía el corazón. Mi madre no quería morir, quería estar con nosotros y con la niña. Nos quedamos con que se conocieran y tenemos fotos y videos para que la niña no se olvide de su abuela, Marisa Fanjul.

P- ¿Fue más fácil domesticar la pena?

R- Es complicado pasar el duelo cuando tienes a un bebe que requiere todas las atenciones del mundo. No puedes ser protagonista de tu duelo, porque hay una cosa mucho más importante que lamerse las heridas: Candela. Pero se hace y ya está. 

P- ¿Sentiste el peso de la orfandad, el ser el siguiente?

R- Sólo quedo yo de las personas que me pusieron en el mundo, soy el siguiente en tirarme por el tobogán de la muerte. El próximo libro, que tengo planeado publicar el año que viene, es sobre la cronofobia (el miedo al paso del tiempo, que es una cosa que me acompaña desde hace mucho y que se ve incrementada en situaciones existenciales como estas. 

P- Tuviste una infancia, digamos, complicada: padres separados, un padre alcohólico y ausente que murió temprano y una madre que trabajó mucho. En el libro insistes en que quieres una familia tradicional y una infancia tranquila y feliz para tu hija. ¿Temes repetir esos mismos errores?

R- No tengo ninguna duda de que no se va a repetir, llevamos casi tres años y la niña es feliz, sigo con Liliana y yo no soy alcohólico. Mi padre es un gran ejemplo a no seguir. Me tomo muy enserio la crianza de Candela porque yo no tuve una infancia feliz, quiero que tenga una infancia feliz y vea a sus padres juntos y bien.

P- ¿Sientes envidia de la vida y la época de tus padres?

R- Me cuesta entender esta nostalgia que se tiene de un pasado completo. El pasado tiene cosas buenas y cosas malas, igual que ahora.

P- ¿A día de hoy es posible la conciliación o sólo se aguanta en el papel y en los mítines políticos?

R- La baja de paternidad de cuatro meses es un avance, pero me parece demencial, cuatro meses es muy poco tiempo. Bustinduy habla de establecer un pago mensual a los padres hasta que los niños cumplan la mayoría de edad, es una forma de fomentar la familia y la natalidad. Nos equivocamos cuando pretendemos que esa conciliación entre la familia y el trabajo se articule aumentando las horas de colegio o de actividades donde dejar a los hijos mientras trabajamos. Hay que limitar el trabajo para fomentar que los niños puedan estar con sus padres.

P- ¿Existe un FOMO en la paternidad? Una especie de miedo a perderse algún evento importante en el crecimiento del niño.

R- Un niño es algo que se te va de las manos todo el rato. Los primeros años crecen muy rápido, cambian constantemente, y cómo no van a querer unos padres estar ahí cuando se producen estos cambios. Nosotros tuvimos un afán de documentación muy grande, sacamos fotografías, audios y vídeos constantemente. Aún tenemos pendiente archivar y guardar todo esto, vamos a tener que contratar a alguien que nos ayude (romper a reír). 

P- Tu madre, Marisa Fanjul, fue una mujer extraordinaria, una de esas grandes defensoras y amantes de la cultura en Oviedo. ¿Hay ausencias que también son una presencia?

R- Para mí siempre está presente. No sé cuánto de presente sigue en Oviedo, tenemos pendiente hacer un homenaje a mi madre y ahora que se va a cumplir el segundo aniversario en julio puede ser un buen momento. Siempre que voy por allí, que voy mucho, sigue en el recuerdo de todos sus amigos. 

P- ¿Cómo fue criarse en el teatro Campoamor mientras su madre preparaba sus espectáculos de danza?

R- Yo pensaba que el Campoamor era de mi madre, trabajó mucho allí. Me pasé allí mucho tiempo mientras ensayaba o preparaba sus producciones. Cuando he vuelto para cubrir los Premios Princesa de Asturias recuerdo todo perfectamente: los adornos, la mampostería, los suelos. Es curioso cómo siendo niños absorbemos información de forma casual y no se va ya de nuestra cabeza. 

P- ¿Perderse de pequeño en el Hipercor, en el centro comercial Salesas, imprime carácter?

R- El centro comercial Salesas es uno de mis sitios favoritos de Oviedo, está al lado de mi casa y pasé mucho tiempo allí cuando era pequeño. Ahora voy mucho con Liliana y Candela, cuando llueve, paseamos y la niña juega. Cuando estoy en Salesas estoy como en casa, me consta que es un centro comercial muy entrañable para mucha gente.

P- ¿Cómo era el Sergio niño y qué tal llevó ser hijo único?

R- Llevé muy bien ser hijo único, me sentía privilegiado porque no tenía que compartir la atención ni el cariño de mi madre. 

P- ¿Habéis planteado darle hermanos a Candela?

R- No, va a ser hija única. Liliana tiene hermanos, y esto le preocupaba, pero ya tenemos claro que no van a venir más. La tendencia actual, por muchas razones, es esta o no traer a nadie al mundo.

P- ¿Cómo se lleva el feminismo con la paternidad?

R- Ahora estamos con esto de las nuevas masculinidades y las nuevas paternidades que básicamente son una visión mas feminista de la paternidad. Cuando eres padre tienes que enfrentarte a los roles de género establecidos tradicionalmente, y esto está cambiando por el feminismo. Puedes unirte, como es mi caso, o pasar. Es un regalo poder dedicarse más a los hijos y no tener que ejercer ese rol de distanciamiento y autoridad que se estableció como normalidad. 

P- ¿Los niños pertenecen a sus padres?

R- Quienes piensan así quieren proteger a sus hijos de sus miedos, pero suelen salir escaldados porque los niños pertenecen a sí mismos. No son nuestros, están de prestado. Los hijos no son de los padres, es más, creo que son una responsabilidad común de la sociedad. 

P- ¿Su hija, Candela, te ha hecho definitivamente adulto?

R- Desde luego. Todo este proceso, desde la muerte de mi madre hasta el nacimiento de mi hija, pasando porque me han hecho fijo en el periódico y me han detectado artrosis, son signos de senectud. Ya era hora, porque tengo 43 años, pero mi vida justo antes de tener a Candela no se diferenciaba tanto de cuando tenía 20 años: salía por la noche, paseaba, leía, iba al cine. Y ahora hago otras cosas: me ocupo y me responsabilizo de alguien que no soy yo y por su futuro.


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* La foto del artículo es de Liliana Peligro

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Sergio C. Fanjul: “Un niño es algo que se te va de las manos todo el rato”

P- Dices en el libro que es un milagro que alguien quiera traer hijos a este mundo.

Nada más empezar a leer ‘EL PADRE DEL FUEGO’ (Aguilar) tuve la sensación de que tenía entre mis manos un libro de amor, al terminarlo la sensación fue la misma pero más intensa. El escritor y periodista Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) declara en este libro el amor a las tres mujeres de su vida: Candela, su hija; Marisa, su madre y Liliana, su chica. Cuando Candela llegó a la vida, Marisa empezó a irse. En estas líneas reflexiona sobre la vida, la paternidad, la familia, los miedos, el paso del tiempo, el amor y el convertirse en adulto. Un texto luminoso donde se mezcla la pena con la risa, el dolor con la alegría, la tristeza con la felicidad. Pero de esto va la cosa, en eso consiste vivir. Demos gracias y aprovechemos el momento.

P- ¿Qué siente uno cuando es padre?

R- En el primer momento no supe muy bien qué tenía que sentir, así que sentí una gran confusión. No sentí ese flechazo ni un peso existencial, sentí una pequeña alegría y muchos nervios. Creo que ese sentimiento y esa fascinación se crea con el tiempo, lo que siento ahora por mi niña es mucho más fuerte que cuando vi a aquel bichejo por primera vez. 

P- ¿Cómo te ha cambiado la vida?

R- El tiempo se colmata y no hay un minuto libre, estás todo el rato ocupado. Ya no existen los momentos de llegar a casa y descansar, llegas a casa y siempre hay cosas que hacer. Desde que fui padre veo la vida como una cuenta atrás, no como un avanzar. Pienso más en el paso del tiempo, en la finitud, en mantenerme sano y bien para poder estar con Candela el máximo tiempo y todo lo que me necesite

P- ¿Crees que estás siendo un buen padre y una buena pareja?

R- No sé si soy buen padre, pero quiero aprender y llegar a serlo. Cada día voy aprendiendo y tratando de ser mejor. En un principio estaba despistado, lleno de dudas y sin saber muy bien cómo actuar.

P- Escribes libros, tienes una hija, ¿ya has plantado el árbol?

R- Lo he pensado, eh (se ríe). Pero no sé cómo hacer ni dónde plantarlo. Si alguien me puede ayudar en esto, yo encantado. 

P- Un astrofísico convertido en periodista, poeta y escritor. ¿Evolución o degeneración?

R- En la carrera de Física encontré a personas muy curiosas y con intereses muy variados, no sé si esto se da en otras facultades. Muchos físicos que conozco han sido tránsfugas como yo, se han licenciado y se han dedicado a otras cosas más culturales y artísticas. Estudié Física por Carl Sagan y su serie ‘COSMOS’, en esos años empecé a leer en serio y a interesarme por la literatura y la escritura. Como era muy malo con las matemáticas, cuando acabé la carrera, de milagro, me apunté al Máster de Periodismo de EL PAÍS y así empezó esto.

P- ¿Tener a Candela ha desatado muchos problemas de pareja?

R- Liliana y yo somos muy fans de la terapia, ya íbamos antes de tener a Candela, pero ahora vamos más. La vida se hace complicada, surgen las tensiones, el cansancio está muy presente y es importante buscar un espacio de negociación. Nosotros no estamos teniendo problemas con la crianza, intentamos hacer un reparto equitativo de las tareas y cuidados, es por el trato y la responsabilidad que implica una hija. Intentamos hacer planes y trabajar para mantener una gran relación y que no todo sea una relación basada en cuidar y criar a un niño. Es un trabajo paralelo a la crianza, complicado, pero recomiendo a todo el mundo que lo haga. Muchísima gente que tiene hijos se separa al poco de ser padres, y es una pena. Hay que saber diferenciar bien si el problema es la pareja o la difícil situación, hay que aprender a superar esos retos y a hacerlo junto a tu pareja. 

P- Dices en el libro que es un milagro que alguien quiera traer hijos a este mundo. ¿Por qué decidisteis tener a Candela?

R- No se acaba de entender la dificultad que entraña tener un hijo hasta que uno no lo tiene, creo que esto es un mecanismo evolutivo de la biología humana para que nos lancemos a la piscina.

P- “Una llama se enciende y otra se apaga. El fuego continúa”, escribiste. Su hija llega al mundo y su madre, al poco, empieza a morir. ¿Cómo se afronta esa dualidad entre el luto y la paternidad?

R- Candela para mi madre actuaba como una especie de analgésico total: se le quitaban todos los dolores, toda la ansiedad, todo el miedo de la muerte. Pero la pena siempre estaba ahí, sabíamos que no iban a poder estar mucho tiempo juntas. Nos rompía el corazón. Mi madre no quería morir, quería estar con nosotros y con la niña. Nos quedamos con que se conocieran y tenemos fotos y videos para que la niña no se olvide de su abuela, Marisa Fanjul.

P- ¿Fue más fácil domesticar la pena?

R- Es complicado pasar el duelo cuando tienes a un bebe que requiere todas las atenciones del mundo. No puedes ser protagonista de tu duelo, porque hay una cosa mucho más importante que lamerse las heridas: Candela. Pero se hace y ya está. 

P- ¿Sentiste el peso de la orfandad, el ser el siguiente?

R- Sólo quedo yo de las personas que me pusieron en el mundo, soy el siguiente en tirarme por el tobogán de la muerte. El próximo libro, que tengo planeado publicar el año que viene, es sobre la cronofobia (el miedo al paso del tiempo, que es una cosa que me acompaña desde hace mucho y que se ve incrementada en situaciones existenciales como estas. 

P- Tuviste una infancia, digamos, complicada: padres separados, un padre alcohólico y ausente que murió temprano y una madre que trabajó mucho. En el libro insistes en que quieres una familia tradicional y una infancia tranquila y feliz para tu hija. ¿Temes repetir esos mismos errores?

R- No tengo ninguna duda de que no se va a repetir, llevamos casi tres años y la niña es feliz, sigo con Liliana y yo no soy alcohólico. Mi padre es un gran ejemplo a no seguir. Me tomo muy enserio la crianza de Candela porque yo no tuve una infancia feliz, quiero que tenga una infancia feliz y vea a sus padres juntos y bien.

P- ¿Sientes envidia de la vida y la época de tus padres?

R- Me cuesta entender esta nostalgia que se tiene de un pasado completo. El pasado tiene cosas buenas y cosas malas, igual que ahora.

P- ¿A día de hoy es posible la conciliación o sólo se aguanta en el papel y en los mítines políticos?

R- La baja de paternidad de cuatro meses es un avance, pero me parece demencial, cuatro meses es muy poco tiempo. Bustinduy habla de establecer un pago mensual a los padres hasta que los niños cumplan la mayoría de edad, es una forma de fomentar la familia y la natalidad. Nos equivocamos cuando pretendemos que esa conciliación entre la familia y el trabajo se articule aumentando las horas de colegio o de actividades donde dejar a los hijos mientras trabajamos. Hay que limitar el trabajo para fomentar que los niños puedan estar con sus padres.

P- ¿Existe un FOMO en la paternidad? Una especie de miedo a perderse algún evento importante en el crecimiento del niño.

R- Un niño es algo que se te va de las manos todo el rato. Los primeros años crecen muy rápido, cambian constantemente, y cómo no van a querer unos padres estar ahí cuando se producen estos cambios. Nosotros tuvimos un afán de documentación muy grande, sacamos fotografías, audios y vídeos constantemente. Aún tenemos pendiente archivar y guardar todo esto, vamos a tener que contratar a alguien que nos ayude (romper a reír). 

P- Tu madre, Marisa Fanjul, fue una mujer extraordinaria, una de esas grandes defensoras y amantes de la cultura en Oviedo. ¿Hay ausencias que también son una presencia?

R- Para mí siempre está presente. No sé cuánto de presente sigue en Oviedo, tenemos pendiente hacer un homenaje a mi madre y ahora que se va a cumplir el segundo aniversario en julio puede ser un buen momento. Siempre que voy por allí, que voy mucho, sigue en el recuerdo de todos sus amigos. 

P- ¿Cómo fue criarse en el teatro Campoamor mientras su madre preparaba sus espectáculos de danza?

R- Yo pensaba que el Campoamor era de mi madre, trabajó mucho allí. Me pasé allí mucho tiempo mientras ensayaba o preparaba sus producciones. Cuando he vuelto para cubrir los Premios Princesa de Asturias recuerdo todo perfectamente: los adornos, la mampostería, los suelos. Es curioso cómo siendo niños absorbemos información de forma casual y no se va ya de nuestra cabeza. 

P- ¿Perderse de pequeño en el Hipercor, en el centro comercial Salesas, imprime carácter?

R- El centro comercial Salesas es uno de mis sitios favoritos de Oviedo, está al lado de mi casa y pasé mucho tiempo allí cuando era pequeño. Ahora voy mucho con Liliana y Candela, cuando llueve, paseamos y la niña juega. Cuando estoy en Salesas estoy como en casa, me consta que es un centro comercial muy entrañable para mucha gente.

P- ¿Cómo era el Sergio niño y qué tal llevó ser hijo único?

R- Llevé muy bien ser hijo único, me sentía privilegiado porque no tenía que compartir la atención ni el cariño de mi madre. 

P- ¿Habéis planteado darle hermanos a Candela?

R- No, va a ser hija única. Liliana tiene hermanos, y esto le preocupaba, pero ya tenemos claro que no van a venir más. La tendencia actual, por muchas razones, es esta o no traer a nadie al mundo.

P- ¿Cómo se lleva el feminismo con la paternidad?

R- Ahora estamos con esto de las nuevas masculinidades y las nuevas paternidades que básicamente son una visión mas feminista de la paternidad. Cuando eres padre tienes que enfrentarte a los roles de género establecidos tradicionalmente, y esto está cambiando por el feminismo. Puedes unirte, como es mi caso, o pasar. Es un regalo poder dedicarse más a los hijos y no tener que ejercer ese rol de distanciamiento y autoridad que se estableció como normalidad. 

P- ¿Los niños pertenecen a sus padres?

R- Quienes piensan así quieren proteger a sus hijos de sus miedos, pero suelen salir escaldados porque los niños pertenecen a sí mismos. No son nuestros, están de prestado. Los hijos no son de los padres, es más, creo que son una responsabilidad común de la sociedad. 

P- ¿Su hija, Candela, te ha hecho definitivamente adulto?

R- Desde luego. Todo este proceso, desde la muerte de mi madre hasta el nacimiento de mi hija, pasando porque me han hecho fijo en el periódico y me han detectado artrosis, son signos de senectud. Ya era hora, porque tengo 43 años, pero mi vida justo antes de tener a Candela no se diferenciaba tanto de cuando tenía 20 años: salía por la noche, paseaba, leía, iba al cine. Y ahora hago otras cosas: me ocupo y me responsabilizo de alguien que no soy yo y por su futuro.


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* La foto del artículo es de Liliana Peligro

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