Continuamos el análisis memístico comenzado hace seis semanas hoy, día postelectoral, uno de esos días que consiguen provocar una resaca terrible, pero no de alcohol sino de opiniones y variopintas indignaciones. Por eso traigo algo ligero.
Durante la campaña, en un sorprendente giro de los acontecimientos, Pedro Sánchez no sólo no evitó sino que abrazó los memes que previamente analizamos en sustancia, con toda la seriedad que merecían. En particular:
Su Sanchidad es fino estratega, y ha quedado de manifiesto una vez más. Ante la imposibilidad de luchar contra el meme, ha sido él quien ha establecido un relato basado en quejarse por las infamias de las que ha sido blanco. Conocedor de su votante objetivo y su tendencia a ejercer el ídem guiado por esa preciosa e infrautilizada palabra - empatía -, se ha presentado como una víctima, digna de compasión, vapuleada por una masa informe de fascistas abusones, abyectos, con toda seguridad velludos, de la que Feijóo no ha sabido -o querido- diferenciarse. Así, entendiendo a la perfección el arte de la comunicación política, ha convertido una debilidad en virtud, movilizando a su indignado electorado.
En cualquier caso, y como siempre, los ganadores somos los ciudadanos, testigos de este espectáculo que nos ha sido brindado por doctos y vocacionales servidores públicos, ajenos al interés personal, los sueldos y la creación de observatorios1 para colocar a sus sin duda capaces allegados; siempre empeñados en quitarse importancia y en animar a los ciudadanos a construir sus propios proyectos de comunidad, afectos e ideas.
Seguiremos votando las veces que hagan falta, ¡faltaría más! Escojamos los memes más tronchantes.
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1 reconozco que la mera palabra, observatorio, como si los asuntos socioeconómicos fueran más bien una cosa ornitológica, me parece una burla directa a los pájaros, digo, a los ciudadanos.