Buenavista

Andrea Buenavista ha publicado un disco, Penas de amor, y está lejísimos de la cursilería y muy cerca de la elegancia que parece involuntaria.

Es posible que Andrea Buenavista sea en realidad escritora, una escritora nada aparatosa, de las que no señalan continuamente el esfuerzo y el mérito de su trabajo. Podría ser una mezcla entre Cioran y Milena Busquets, aunque quizá los deteste a ambos, quién sabe. Diría que no es humilde (hipócrita), lo que no tiene nada que ver con no tener inseguridades o miedos. Habla en broma y habla en serio; transmite profundidad y ligereza, gravedad y despreocupación. No me consta que haya publicado un libro, pero sí un disco, Penas de amor, y está lejísimos de la cursilería y muy cerca de la elegancia que parece involuntaria.

No recuerdo cómo llegué a ella. Sin darme cuenta, empecé a escuchar sus canciones. A veces pasa que a uno le gustan artistas que supuestamente no le pegan. En su día me dijeron eso cuando me mostré entusiasmado con el disco Seis, de Mon Laferte. Ante este tipo de comentarios solo cabe asumir la personalidad múltiple, porque es innegable la evidencia: no se trata de una confusión, quieres seguir escuchando esa música.

Siempre busco discos o podcasts que me acompañen durante mis horas de coche, y me he sorprendido estos días aprovechando cualquier semáforo para cambiar lo que estuviera sonando y volver a Penas de amor. Puede que influya que se acerca el frío y me recuerda al verano, a unas vacaciones de anuncio a las que intentamos acercarnos en vano. Es moderno pero acogedor. Sublima lo sencillo desde un estilo genuino, que tiene aires de ranchera, de flamenco o de rock. Por si a alguien le resultan de utilidad las etiquetas, diré que no se trata de un disco de thrash metal. Tampoco diría que estamos ante una cantautora, porque la palabra desprende una pereza que no le corresponde.

Yo no sé cómo soy y no sé lo que quiero, así empieza Romera, una de las canciones del disco. Desde esa inconcreción construye un álbum sólido, mezcla de sarcasmo y fragilidad. La guitarra suena limpia, clara, sin ínfulas: resume la esencia del conjunto. Andrea Buenavista ha publicado un disco como quien no quiere la cosa y le ha salido bien. El próximo 13 de diciembre lo presenta en la sala El Sol. Se trata de un comienzo, no de otro día en la oficina.

¡Qué lejos me pilla Madrid! Tendré que buscar excusas.

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Música

Buenavista

Andrea Buenavista ha publicado un disco, Penas de amor, y está lejísimos de la cursilería y muy cerca de la elegancia que parece involuntaria.

Es posible que Andrea Buenavista sea en realidad escritora, una escritora nada aparatosa, de las que no señalan continuamente el esfuerzo y el mérito de su trabajo. Podría ser una mezcla entre Cioran y Milena Busquets, aunque quizá los deteste a ambos, quién sabe. Diría que no es humilde (hipócrita), lo que no tiene nada que ver con no tener inseguridades o miedos. Habla en broma y habla en serio; transmite profundidad y ligereza, gravedad y despreocupación. No me consta que haya publicado un libro, pero sí un disco, Penas de amor, y está lejísimos de la cursilería y muy cerca de la elegancia que parece involuntaria.

No recuerdo cómo llegué a ella. Sin darme cuenta, empecé a escuchar sus canciones. A veces pasa que a uno le gustan artistas que supuestamente no le pegan. En su día me dijeron eso cuando me mostré entusiasmado con el disco Seis, de Mon Laferte. Ante este tipo de comentarios solo cabe asumir la personalidad múltiple, porque es innegable la evidencia: no se trata de una confusión, quieres seguir escuchando esa música.

Siempre busco discos o podcasts que me acompañen durante mis horas de coche, y me he sorprendido estos días aprovechando cualquier semáforo para cambiar lo que estuviera sonando y volver a Penas de amor. Puede que influya que se acerca el frío y me recuerda al verano, a unas vacaciones de anuncio a las que intentamos acercarnos en vano. Es moderno pero acogedor. Sublima lo sencillo desde un estilo genuino, que tiene aires de ranchera, de flamenco o de rock. Por si a alguien le resultan de utilidad las etiquetas, diré que no se trata de un disco de thrash metal. Tampoco diría que estamos ante una cantautora, porque la palabra desprende una pereza que no le corresponde.

Yo no sé cómo soy y no sé lo que quiero, así empieza Romera, una de las canciones del disco. Desde esa inconcreción construye un álbum sólido, mezcla de sarcasmo y fragilidad. La guitarra suena limpia, clara, sin ínfulas: resume la esencia del conjunto. Andrea Buenavista ha publicado un disco como quien no quiere la cosa y le ha salido bien. El próximo 13 de diciembre lo presenta en la sala El Sol. Se trata de un comienzo, no de otro día en la oficina.

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