Encuentro con una ex

Encontrarse por sorpresa con una examiga es agradable solo con aquellas que se alejaron paulatinamente

Volviendo a casa paseo por las aceras oscurecidas y oigo voces alegres. Imagino que algunas de esas risas femeninas son esas chicas que se carcajeaban conmigo, que durmieron en mi cama, me pidieron unas bragas, me lloraron por teléfono… Y ahora están mudas, repartidas por el mundo y con ropa interior nueva, de pack de Oysho. Esas mujeres siguen existiendo, y tienen otras nuevas amigas con las que inventan nuevos ritos.

Un encuentro por sorpresa con una examiga es agradable solo con aquellas que se alejaron paulatinamente. Nos damos dos besos y avivamos la banalidad: qué tal, en qué trabajas, cómo sigue la familia. Nos despedimos con el pecho hinchado y el ego intacto. Se hizo lo que se pudo, pero la vida es caprichosa y los adultos tenemos que separarnos por detalles como la incompatibilidad horaria o la distancia física. En cambio, nos hundimos ante las que nos dijeron que ya no disfrutaban con nosotras o a las que de un día para otro nos rechazaron sin explicación. A veces ocurre que a una amiga se le mete una avispa por la boca y nos deja de querer. Les parecemos malas, nuestras bromas crueles y nuestra vida contradictoria. Aguantan un tiempo a nuestro lado, resoplan, y se van.

Nunca he tenido que charlar improvisadamente con una examiga que me rechazó. He visto alguna a lo lejos y seguido andando en una pequeña carrera y absoluta negación. Temo el día que ocurra. Topar con un antiguo novio es un tema tan manoseado que ha servido hasta a los políticos para simbolizar el horror. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, valoró la calidad de la capital como aquel paraíso en el que no te encuentras a tu ex. Nadie quiere poner la carita de Ryan Gosling cuando Emma Stone se planta en su bar con su marido1. Cada vez más creaciones audiovisuales hablan de otros desconsuelos, desde la tetralogía y serie Dos amigas (2011-2014), de Elena Ferrante; hasta la bronca en la novela Conversaciones con amigos (2017), de Sally Rooney; o la traición en la última temporada de la serie Euphoria (2022), de Sam Levinson. En todos los casos había un pacto, un secreto y una intimidad que han sido rotos.

Con los exnovios al menos hay compasión, pero con ellas no sabemos cómo actuar. Carecemos de un protocolo frío, nos quedamos con el corazón en mano. No hay piedad ni distancia porque nunca estuvo consensuada la división de caminos. A un antiguo amante lo contemplamos temporal, en el peor de los casos le podemos llamar cuando nos desesperemos o trazar un rápido arreglo. Es más fácil. A una examiga la echamos de menos sin posibilidad de reconciliación; ni nos necesitamos, ni se puede reavivar el juego, ni la telefoneamos ebrias, ni le pedimos auxilio, ni imaginamos su cuerpo. Nos olvidamos.

Como en Anatomía de una caída, lo principal —los culpables o el motivo— es irrelevante. Lo permanente es la historia que lo envuelve. El carácter de las personas erráticas que intentaban entenderse. Yo sabía quién era mi amiga cuando paseaba conmigo, me contaba sus ligues, me recomendaba cremas y me dedicaba libros; pero esa mujer a lo mejor era otra que no supe ver. Una con envidia, con rencor o con depresión, alguien que necesitaba extirparme. El día que me la cruce volverá a poner en jaque mi papel de compañera mayúscula, de mujer generosa que se crece en la crisis, que desgrana el problema, que quiere incondicionalmente. Me encontraré con ellas y con la espléndida persona que yo aspiraba a ser. He sido buena novia de hombres a los que no quería, pero no llegué a ser una amiga ejemplar de las chicas a las que tanto quise; acaso fue por torpeza, indulgencia o codicia.

Por último, un consejo: por mucho que preguntes a alguien que por qué salió de tu vida, por qué es feliz sin ti; la respuesta no te convencerá. Es alucinante cómo la gente continúa su rutina sin estar tentada a buscarte o desesperada por verte. Es doloroso saber que nuestra ausencia no es dramática. Es decepcionante perder a una amiga.

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1¿Qué aprendimos? Que antes de ir a un espectáculo de jazz con tu esposo compruebes quiénes son los artistas, los dueños o el nombre del local.

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Volviendo a casa paseo por las aceras oscurecidas y oigo voces alegres. Imagino que algunas de esas risas femeninas son esas chicas que se carcajeaban conmigo, que durmieron en mi cama, me pidieron unas bragas, me lloraron por teléfono… Y ahora están mudas, repartidas por el mundo y con ropa interior nueva, de pack de Oysho. Esas mujeres siguen existiendo, y tienen otras nuevas amigas con las que inventan nuevos ritos.

Un encuentro por sorpresa con una examiga es agradable solo con aquellas que se alejaron paulatinamente. Nos damos dos besos y avivamos la banalidad: qué tal, en qué trabajas, cómo sigue la familia. Nos despedimos con el pecho hinchado y el ego intacto. Se hizo lo que se pudo, pero la vida es caprichosa y los adultos tenemos que separarnos por detalles como la incompatibilidad horaria o la distancia física. En cambio, nos hundimos ante las que nos dijeron que ya no disfrutaban con nosotras o a las que de un día para otro nos rechazaron sin explicación. A veces ocurre que a una amiga se le mete una avispa por la boca y nos deja de querer. Les parecemos malas, nuestras bromas crueles y nuestra vida contradictoria. Aguantan un tiempo a nuestro lado, resoplan, y se van.

Nunca he tenido que charlar improvisadamente con una examiga que me rechazó. He visto alguna a lo lejos y seguido andando en una pequeña carrera y absoluta negación. Temo el día que ocurra. Topar con un antiguo novio es un tema tan manoseado que ha servido hasta a los políticos para simbolizar el horror. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, valoró la calidad de la capital como aquel paraíso en el que no te encuentras a tu ex. Nadie quiere poner la carita de Ryan Gosling cuando Emma Stone se planta en su bar con su marido1. Cada vez más creaciones audiovisuales hablan de otros desconsuelos, desde la tetralogía y serie Dos amigas (2011-2014), de Elena Ferrante; hasta la bronca en la novela Conversaciones con amigos (2017), de Sally Rooney; o la traición en la última temporada de la serie Euphoria (2022), de Sam Levinson. En todos los casos había un pacto, un secreto y una intimidad que han sido rotos.

Con los exnovios al menos hay compasión, pero con ellas no sabemos cómo actuar. Carecemos de un protocolo frío, nos quedamos con el corazón en mano. No hay piedad ni distancia porque nunca estuvo consensuada la división de caminos. A un antiguo amante lo contemplamos temporal, en el peor de los casos le podemos llamar cuando nos desesperemos o trazar un rápido arreglo. Es más fácil. A una examiga la echamos de menos sin posibilidad de reconciliación; ni nos necesitamos, ni se puede reavivar el juego, ni la telefoneamos ebrias, ni le pedimos auxilio, ni imaginamos su cuerpo. Nos olvidamos.

Como en Anatomía de una caída, lo principal —los culpables o el motivo— es irrelevante. Lo permanente es la historia que lo envuelve. El carácter de las personas erráticas que intentaban entenderse. Yo sabía quién era mi amiga cuando paseaba conmigo, me contaba sus ligues, me recomendaba cremas y me dedicaba libros; pero esa mujer a lo mejor era otra que no supe ver. Una con envidia, con rencor o con depresión, alguien que necesitaba extirparme. El día que me la cruce volverá a poner en jaque mi papel de compañera mayúscula, de mujer generosa que se crece en la crisis, que desgrana el problema, que quiere incondicionalmente. Me encontraré con ellas y con la espléndida persona que yo aspiraba a ser. He sido buena novia de hombres a los que no quería, pero no llegué a ser una amiga ejemplar de las chicas a las que tanto quise; acaso fue por torpeza, indulgencia o codicia.

Por último, un consejo: por mucho que preguntes a alguien que por qué salió de tu vida, por qué es feliz sin ti; la respuesta no te convencerá. Es alucinante cómo la gente continúa su rutina sin estar tentada a buscarte o desesperada por verte. Es doloroso saber que nuestra ausencia no es dramática. Es decepcionante perder a una amiga.

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1¿Qué aprendimos? Que antes de ir a un espectáculo de jazz con tu esposo compruebes quiénes son los artistas, los dueños o el nombre del local.

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