Lo bello y lo bestial

Amateur en el arte de quererte a ti misma. Profesional en el arte de hacer que todos te admiren.

«La belleza, como la guerra, abre puertas» 

Paolo Sorrentino

Salimos del teatro con la juventud por los talones. Aún nos sostenemos entre la risa y el llanto después de un brillante monólogo sobre la necesidad de saber que somos seres deseados. Una vez más, como todas las veces, nos hemos dejado atravesar hasta el fondo por la ficción. Impactadas, rotas, rejuvenecidas, nuevas, distintas – pero nunca indiferentes – caminamos hacia el mundo real. Ya en la calle, te lanzo la pregunta en la que llevo pensando toda la obra. Tú, ¿darías cinco años de tu vida por el cuerpo perfecto? Tú ¿te sacrificarías por lo bello? 

Sé que llevas toda la función pensando la respuesta. 

«Yo me sacrificio por la belleza cada día.» 

Empieza la cuenta.

___ 

«¿Qué haremos cuando la Belleza ya no pueda sostener nuestra existencia, Señor?» 

Angélica Liddell 

00:01 

En el primer sacrificio tienes doce años, entras a la pubertad como a la cueva del tesoro, pero esta vez no hay tesoro, solo un pecho relativamente plano en comparación al pecho de tus amigas y la invitación a una gran primera esta. Al chico que te gusta no le llaman la atención las chicas que son una tabla o eso has intuido al leer tu nombre en el penúltimo puesto de la lista. Debes subir, como sea. Coges el sujetador push up de tu madre y aprietas las tiras al máximo, sin éxito, - de donde no hay, no se puede sacar -. Al final no vas a la esta, te quedas en casa mirando el techo, tu torso liso como un parque sin columpios. Que aburrido para los demás tu cuerpo sin curvas. El Lunes en el colegio el único tema de conversación es la increíble esta que te has perdido. El chico que te gusta besó a Julia. Julia era la última en la lista, pero le has quitado el puesto. 

00:60 

En el segundo asalto, igual tienes trece años y aparatos metálicos en los dientes. Aprendes a sonreír para dentro. Ni una sola foto es testigo de que hayas sido genuinamente feliz en ese tiempo, no hay rastro. 

08:15 

Ahora te gusta otro chico mejor y él le encantan las chicas con trenzas, pero Mamá trabaja y Papá no sabe peinarte, así que encuentras un tutorial en Youtube y te levantas todos los días a las seis de la mañana para que te de tiempo de trenzar tu pelo antes de ir clase. Hacerlo te lleva cuarenta y dos minutos cada mañana y un cansancio permanente el resto del día, además de migraña, pero que guapa estás. 

34:18 

Junio, final de curso. Treinta minutos después de la hora de quedada. Tus pantalones crema descoloridos en la cama, la camisa blanca, la beige, la rosa, la falda de cuero, el zapato rojo con los rombos, la chaqueta negra de tu hermana, todo desperdigado por la habitación y tu en el centro, quitando y poniendo, haciendo y deshaciendo a tu antojo un cuerpo deforme, un cuerpo inválido, un cuerpo que desconoce el amor. Cuarenta minutos más tarde. Cincuenta. «Me duele la cabeza, tía, no voy»

59:17 

Treinta y ocho días esperando cita en el dermatólogo. 13 días sin salir de casa hasta que se te pase esa reacción alérgica en la piel. 

13:04:00 

14 cumpleaños. No quieres salir en la foto de grupo porque esa mañana no te has visto bien. Dentro de tres años verás la foto que te hicieron desprevenida y pensarás que estabas brillante, pero ya no. 

25:06:17 

Dos horas y media invertidas en la sección de cosmética. 

102:38:18 

Cuatro en la peluquería. Cada tres meses, al menos. 

209:45:28 

Dos horas al día delante del espejo, perfeccionando cada detalle de tu rostro, aplicando cremas, maquillajes, peinados y máscaras de todos los ingredientes posibles. Entregada a la fuerza, contando repeticiones como plegarias a un Dios que no cree en ti. Profesional en el arte del delineado, del skincare, del contouring, del microblading, del lifting, del desprecio

Amateur en el arte de quererte a ti misma. Profesional en el arte de hacer que todos te admiren.

___ 

No se detiene el cronómetro. Durante años dices no creer en deidades pero te sacrificas a diario en nombre de lo bello. Cada mañana, con el rezo aprendido, caminas al espejo y sigues meticulosamente la rutina para hacerlo aparecer : Piel, ojos, labio, pelo, cuerpo, piel, ojos, labio, pelo, cuerpo. Tu tiempo a cambio de su compañía el, de su crítica honesta, de su existencia como la llave que te abre la puerta al mundo de los otros. La belleza no se ha convertido únicamente en una expresión sino en una extensión de ti : en la máscara, en la perfección del trazo necesario para la mirada recta, en cómo te ves y en cómo te miran, en todo lo que cabe en ti se guarda tu devoción hacia ella. Obediente te sientas en la peluquería, en el salón de uñas, en la empresa de depilación láser, esperando, siempre esperando, porque al final has aprendido que lo bello nunca es un animal dócil sino más bien una bestia indomable que se te escapa de las manos. Esperas porque sabes que la belleza nunca es instantánea ; es una construcción lenta, exigente y, sobre todo, voraz. 

Necesita tu tiempo y se lo ofreces entero. Una o dos horas al día, al menos, de dedicación íntegra. Suman 365 horas al año. 

Todo la vida por ti, belleza, ¿No te parece suficiente sacrificio? 

¿Cuánto tiempo más se necesita? 

¿Dónde está el podio? 

¿Cuál es el premio? 

___ 

Quiero descubrir la verdad, pero se me hace tarde. 

Faltan treinta minutos para que vuelvas, debo ponerme guapa para ti.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Amateur en el arte de quererte a ti misma. Profesional en el arte de hacer que todos te admiren.

«La belleza, como la guerra, abre puertas» 

Paolo Sorrentino

Salimos del teatro con la juventud por los talones. Aún nos sostenemos entre la risa y el llanto después de un brillante monólogo sobre la necesidad de saber que somos seres deseados. Una vez más, como todas las veces, nos hemos dejado atravesar hasta el fondo por la ficción. Impactadas, rotas, rejuvenecidas, nuevas, distintas – pero nunca indiferentes – caminamos hacia el mundo real. Ya en la calle, te lanzo la pregunta en la que llevo pensando toda la obra. Tú, ¿darías cinco años de tu vida por el cuerpo perfecto? Tú ¿te sacrificarías por lo bello? 

Sé que llevas toda la función pensando la respuesta. 

«Yo me sacrificio por la belleza cada día.» 

Empieza la cuenta.

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«¿Qué haremos cuando la Belleza ya no pueda sostener nuestra existencia, Señor?» 

Angélica Liddell 

00:01 

En el primer sacrificio tienes doce años, entras a la pubertad como a la cueva del tesoro, pero esta vez no hay tesoro, solo un pecho relativamente plano en comparación al pecho de tus amigas y la invitación a una gran primera esta. Al chico que te gusta no le llaman la atención las chicas que son una tabla o eso has intuido al leer tu nombre en el penúltimo puesto de la lista. Debes subir, como sea. Coges el sujetador push up de tu madre y aprietas las tiras al máximo, sin éxito, - de donde no hay, no se puede sacar -. Al final no vas a la esta, te quedas en casa mirando el techo, tu torso liso como un parque sin columpios. Que aburrido para los demás tu cuerpo sin curvas. El Lunes en el colegio el único tema de conversación es la increíble esta que te has perdido. El chico que te gusta besó a Julia. Julia era la última en la lista, pero le has quitado el puesto. 

00:60 

En el segundo asalto, igual tienes trece años y aparatos metálicos en los dientes. Aprendes a sonreír para dentro. Ni una sola foto es testigo de que hayas sido genuinamente feliz en ese tiempo, no hay rastro. 

08:15 

Ahora te gusta otro chico mejor y él le encantan las chicas con trenzas, pero Mamá trabaja y Papá no sabe peinarte, así que encuentras un tutorial en Youtube y te levantas todos los días a las seis de la mañana para que te de tiempo de trenzar tu pelo antes de ir clase. Hacerlo te lleva cuarenta y dos minutos cada mañana y un cansancio permanente el resto del día, además de migraña, pero que guapa estás. 

34:18 

Junio, final de curso. Treinta minutos después de la hora de quedada. Tus pantalones crema descoloridos en la cama, la camisa blanca, la beige, la rosa, la falda de cuero, el zapato rojo con los rombos, la chaqueta negra de tu hermana, todo desperdigado por la habitación y tu en el centro, quitando y poniendo, haciendo y deshaciendo a tu antojo un cuerpo deforme, un cuerpo inválido, un cuerpo que desconoce el amor. Cuarenta minutos más tarde. Cincuenta. «Me duele la cabeza, tía, no voy»

59:17 

Treinta y ocho días esperando cita en el dermatólogo. 13 días sin salir de casa hasta que se te pase esa reacción alérgica en la piel. 

13:04:00 

14 cumpleaños. No quieres salir en la foto de grupo porque esa mañana no te has visto bien. Dentro de tres años verás la foto que te hicieron desprevenida y pensarás que estabas brillante, pero ya no. 

25:06:17 

Dos horas y media invertidas en la sección de cosmética. 

102:38:18 

Cuatro en la peluquería. Cada tres meses, al menos. 

209:45:28 

Dos horas al día delante del espejo, perfeccionando cada detalle de tu rostro, aplicando cremas, maquillajes, peinados y máscaras de todos los ingredientes posibles. Entregada a la fuerza, contando repeticiones como plegarias a un Dios que no cree en ti. Profesional en el arte del delineado, del skincare, del contouring, del microblading, del lifting, del desprecio

Amateur en el arte de quererte a ti misma. Profesional en el arte de hacer que todos te admiren.

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No se detiene el cronómetro. Durante años dices no creer en deidades pero te sacrificas a diario en nombre de lo bello. Cada mañana, con el rezo aprendido, caminas al espejo y sigues meticulosamente la rutina para hacerlo aparecer : Piel, ojos, labio, pelo, cuerpo, piel, ojos, labio, pelo, cuerpo. Tu tiempo a cambio de su compañía el, de su crítica honesta, de su existencia como la llave que te abre la puerta al mundo de los otros. La belleza no se ha convertido únicamente en una expresión sino en una extensión de ti : en la máscara, en la perfección del trazo necesario para la mirada recta, en cómo te ves y en cómo te miran, en todo lo que cabe en ti se guarda tu devoción hacia ella. Obediente te sientas en la peluquería, en el salón de uñas, en la empresa de depilación láser, esperando, siempre esperando, porque al final has aprendido que lo bello nunca es un animal dócil sino más bien una bestia indomable que se te escapa de las manos. Esperas porque sabes que la belleza nunca es instantánea ; es una construcción lenta, exigente y, sobre todo, voraz. 

Necesita tu tiempo y se lo ofreces entero. Una o dos horas al día, al menos, de dedicación íntegra. Suman 365 horas al año. 

Todo la vida por ti, belleza, ¿No te parece suficiente sacrificio? 

¿Cuánto tiempo más se necesita? 

¿Dónde está el podio? 

¿Cuál es el premio? 

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Quiero descubrir la verdad, pero se me hace tarde. 

Faltan treinta minutos para que vuelvas, debo ponerme guapa para ti.

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