No eres tonto

Antes de empezar a leer este texto, respóndeme a la siguiente pregunta: ¿crees que lo terminarás?

Antes de empezar a leer este texto, respóndeme a la siguiente pregunta: ¿crees que lo terminarás?

Seguramente hayas respondido que sí. Optimista. Sé que tus intenciones son buenas pero estás equivocado. No lo vas a acabar. Podría ser culpa de la temática, del ritmo, del estilo… Podría, pero no. No es por eso.

Es por tu culpa.

Es porque estás haciendo otras tres tareas de forma simultánea y los estímulos que irán apareciendo a lo largo de esta lectura acabarán manipulando tu cerebro hasta convertirte en un zote incapaz de mantener el foco durante más de unos segundos.

Y yo no soy -ni quiero ser- uno de esos gurús (arcada) del marketing que, tras tu pantalla, libran una despiadada guerra para que entres en su web y pierdas varios minutos de tu precioso tiempo inflando sus números. Cerrarás esta ventana y yo no te guardaré rencor. Lo prometo.

Eso sí, antes de irte déjame contarte, querido, que has caído en la trampa. ¡Te han colado la del multitasking!

Por mucho que te lo vendan como una habilidad, el multitasking representa todo lo que está mal en esta vida. Tres evidencias irrefutables:

Primera - Es un término bautizado con un anglicismo innecesario.

Segunda - Representa el deseo de la omnipotencia.

Tercera - Su fin último es hacerte creer que nunca es suficiente.

Este tercer punto es lapidario porque habla de la productividad; si de algo tiene que huir el ser humano es del cuento -para no dormir- de que puedes conseguir lo que quieras si te esfuerzas lo suficiente (arcada número dos).

Te sientes productivo en ese universo multitask de aplicaciones abiertas, música de fondo y horno encendido, pero pronto verás que el mail que has enviado tiene un error grave, no recordarás cuál era esa canción tan buena que sonaba y un tufillo a quemado te avisará de una forma poco agradable de que el pollo a las finas hierbas que estabas preparando es ahora de color carbón.

Lo peor de todo es que tú crees que eres inteligente.

Te sientes como un pulpo pero en realidad eres un t-rex. Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera eres capaz de ver una película de dos horas del tirón.

¿A ti también se te ocurren las mejores ideas en la ducha? Pues bien, esto no ocurre porque sea 23 de septiembre1, sino porque es el único rato del día en que no tienes distracciones a mano y no te queda más remedio que estar un ratito a solas con tu maravilloso cerebro. Aunque alguno habrá por ahí que se enjabone con una mano y con la otra haga scroll.

Doy por bueno el dicho quien mucho abarca poco aprieta y sentencio que la vida va de eso, de abarcar menos y apretar más.   

La parte buena es que si quieres empezar a apretar no es demasiado tarde. Retomar el buen camino no es difícil, los expertos dicen que basta con un par de costumbres muy sencillas.

La primera es hacer una sola cosa a la vez: primero manda el mail, luego escucha música y después cocina el pollo. La segunda es hacer cosas que te susciten interés real, si te la suda tu compañera de la uni que llevas siete años sin ver, ¿por qué sigues viendo todas sus stories? Nuestro cerebro presta atención a las cosas que nos importan.

Dicen (los expertos) que así serás más creativo, que disfrutarás mucho más de cada tarea y que estarás menos estresado y cansado al final del día.

Si te lo tomas en serio y no sucumbes al seductor multitasking, seguramente puedas llegar al estado de flujo, una especie de trance de hiperconcentración en el que pierdes la noción del tiempo mientras haces una tarea en la que estás enfocado al 100%. Hay gente que consigue esto con el deporte, tocando un instrumento, escribiendo o incluso con el sexo.

Querido lector, se da la paradoja de que si has llegado hasta aquí este texto no te hacía ninguna falta, así que permíteme al menos obsequiarte con una humilde confesión: esto lo he escrito en el apartado de notas del móvil, con música puesta, respondiendo mensajes y marcándome algún que otro scroll en Instagram.

Si tú estás en el barco de los tontos, yo lo capitaneo.

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1Blessed Rainy Day en Bután: toda el agua de Bután está impregnada por un elixir con poderes mágicos.

Lee a tus autores favoritos y apoya directamente su trabajo independiente y audaz.
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Seguramente hayas respondido que sí. Optimista. Sé que tus intenciones son buenas pero estás equivocado. No lo vas a acabar. Podría ser culpa de la temática, del ritmo, del estilo… Podría, pero no. No es por eso.

Es por tu culpa.

Es porque estás haciendo otras tres tareas de forma simultánea y los estímulos que irán apareciendo a lo largo de esta lectura acabarán manipulando tu cerebro hasta convertirte en un zote incapaz de mantener el foco durante más de unos segundos.

Y yo no soy -ni quiero ser- uno de esos gurús (arcada) del marketing que, tras tu pantalla, libran una despiadada guerra para que entres en su web y pierdas varios minutos de tu precioso tiempo inflando sus números. Cerrarás esta ventana y yo no te guardaré rencor. Lo prometo.

Eso sí, antes de irte déjame contarte, querido, que has caído en la trampa. ¡Te han colado la del multitasking!

Por mucho que te lo vendan como una habilidad, el multitasking representa todo lo que está mal en esta vida. Tres evidencias irrefutables:

Primera - Es un término bautizado con un anglicismo innecesario.

Segunda - Representa el deseo de la omnipotencia.

Tercera - Su fin último es hacerte creer que nunca es suficiente.

Este tercer punto es lapidario porque habla de la productividad; si de algo tiene que huir el ser humano es del cuento -para no dormir- de que puedes conseguir lo que quieras si te esfuerzas lo suficiente (arcada número dos).

Te sientes productivo en ese universo multitask de aplicaciones abiertas, música de fondo y horno encendido, pero pronto verás que el mail que has enviado tiene un error grave, no recordarás cuál era esa canción tan buena que sonaba y un tufillo a quemado te avisará de una forma poco agradable de que el pollo a las finas hierbas que estabas preparando es ahora de color carbón.

Lo peor de todo es que tú crees que eres inteligente.

Te sientes como un pulpo pero en realidad eres un t-rex. Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera eres capaz de ver una película de dos horas del tirón.

¿A ti también se te ocurren las mejores ideas en la ducha? Pues bien, esto no ocurre porque sea 23 de septiembre1, sino porque es el único rato del día en que no tienes distracciones a mano y no te queda más remedio que estar un ratito a solas con tu maravilloso cerebro. Aunque alguno habrá por ahí que se enjabone con una mano y con la otra haga scroll.

Doy por bueno el dicho quien mucho abarca poco aprieta y sentencio que la vida va de eso, de abarcar menos y apretar más.   

La parte buena es que si quieres empezar a apretar no es demasiado tarde. Retomar el buen camino no es difícil, los expertos dicen que basta con un par de costumbres muy sencillas.

La primera es hacer una sola cosa a la vez: primero manda el mail, luego escucha música y después cocina el pollo. La segunda es hacer cosas que te susciten interés real, si te la suda tu compañera de la uni que llevas siete años sin ver, ¿por qué sigues viendo todas sus stories? Nuestro cerebro presta atención a las cosas que nos importan.

Dicen (los expertos) que así serás más creativo, que disfrutarás mucho más de cada tarea y que estarás menos estresado y cansado al final del día.

Si te lo tomas en serio y no sucumbes al seductor multitasking, seguramente puedas llegar al estado de flujo, una especie de trance de hiperconcentración en el que pierdes la noción del tiempo mientras haces una tarea en la que estás enfocado al 100%. Hay gente que consigue esto con el deporte, tocando un instrumento, escribiendo o incluso con el sexo.

Querido lector, se da la paradoja de que si has llegado hasta aquí este texto no te hacía ninguna falta, así que permíteme al menos obsequiarte con una humilde confesión: esto lo he escrito en el apartado de notas del móvil, con música puesta, respondiendo mensajes y marcándome algún que otro scroll en Instagram.

Si tú estás en el barco de los tontos, yo lo capitaneo.

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