Sonodrama 2024: Ni tan mal

Se puede ir al Sonorama con treinta, al camping, con tienda, en plena ola de calor de agosto y sobrevivir.

DIARIO DE UN SONODRAMA 2024: NI TAN MAL

Corre un extendido rumor entre mis grupos de amigos de que a partir de cierta edad no toca ir a festivales de música. Toca dedicar los días de verano (y los días en general) a planes más adultos como disfrazar al colega que se casa de langostino y recorrer Granada en patinete, pelearse a voces en el parking de la cala petada de turno o estar atento al mercado de fichajes de verano para ese comunio por el que te apostaste una ceja. Todo muy adulto. Yo, que discrepo constantemente, en parte por mi afán de llevar la contraria, en parte por mi lentitud y pereza a la hora de madurar en el campo de la fiesta, decidí meterme con una decena de casi y completos treinteañeros en el Sonorama. 

Se puede ir al Sonorama con treinta. Se puede ir al Sonorama con treinta, al camping, con tienda, en plena ola de calor de agosto y sobrevivir. Sólo hay que organizarse. Es la perfecta combinación entre un vermú eterno de las fiestas de tu pueblo y artistas clásicos y emergentes del panorama musical español. 

MIÉRCOLES: SE PUEDE SOBREVIVIR AL SONORAMA CON TREINTA

De esto que ya hemos elegido el outfit más potente y glamuroso (obviando la fiesta de disfraces de bienvenida por dejadez pura y dura) y Aranda nos abrazó con una tremenda puesta de sol y La Bienquerida sonando de cine. Temas de su nuevo disco “Paprika”, para bailar; “Los Jardines de marzo” y “Dinamita”, los clásicos que me llevan a escenas de Paquita Salas y noches larguísimas escribiendo en mi salón, para flotar. Un par de temas de Pol 3.14 suficiente para volver a la adolescencia sufridora antes de unos Besmaya que mataron la pena de lujo. 

No da tiempo a verlo todo, esto es un festival señores, toca elegir. Así que sacrificamos a Los Planetas de viaje con Súper 8 por una primera fila de Shego. Efectivamente, no me escondo ni me arrepiento. Las tías más chulas de Madrid que sacarán disco dentro de nada te hacen gritar lo más grande, incluyendo colaboración sorpresa con Aiko el Grupo de su nuevo tema Te mataré. Llama, grita, si las necesitas; el que entendió, entendió.

Con la sudada más grande del mundo y sin necesidad de una rebeca (hay que joderse, Aranda, con lo que tú has sido), nos lo gozamos con una Ladilla Rusa tan mamarrachas como siempre. Columpio Asesino, te quiero pero ya te dediqué un artículo y después de quemar todos los discos de Aiko, tenía que verlas en directo. Y es que menuda maravilla, porque me regalaron uno de los mejores momentos de la semana y seguramente del verano, a hombros de mi generoso novio con Por qué no dices la verdad? flotando entre las cabezas de la gente. 

Después, una Samuraï, bastante desconocida para mí hasta hacía una semana, pero después de estudiar un poco, qué gusto de voz y de chavala y de descubrimiento. Un buen cierre de primer día, digo yo que hay que reservarse.

JUEVES: SE PUEDE SOBREVIVIR A LA OLA DE CALOR 

36º, las 11:05 de la mañana. De cabeza al pueblo. Si consigues un hueco en la Plaza del Trigo, eres Dios. Si quieres el paquete full experience, te compras la pistola de agua más grande del Lupa, te armas de paciencia y pa’ dentro. Lo cierto es que, cada año, la peña evoluciona en unas cosas y repite cagada en otras. De pistola de mano nivel básico pasan a una Kärcher a presión, pero el momento uniforme grupal de camisa de flores o patos de goma no lo superan. Terrible. Total, que en plena ola de calor arandina o pillas un soportal o estás jodida. Escuchamos de fondo a unos Malmö 040 mientras esperamos la sorpresa de las 15:00. Niños Mutantes, que están de despedida porque dejarán los escenarios a finales de año, tocan Mecano y Miguel Ríos, pasando por Rocío Jurado y muy chulo; pero nos vamos a la Plaza de la Sal escapando de la marabunta porque 40º es demasiado. Dj de indie, calimotxo ribera del Duero, cubazos de agua, amigas bailongas, todo bien para un jueves de agosto.

Cuando me quejaba del cartel de este año, me quejaba con razón y es que si me pones a las Hinds a las 19:00, con ese calor del mismísimo infierno, pues me las pierdo. Travis Birds y Cora Yako me gustan, pero lo mismo: morir abrasadas no es una opción. Me llevo a un Kanka con su tranquileo delicioso que toca el corazón seguido de una elegante Luz Casal pistola de agua en mano; pero el problema viene cuando a Sonorama le da por innovar y decide llenar el cartel del jueves con rap. Que a mi el rap me gusta, que yo escucho de todo… pero soy una señora de treinta años y hay momentos y momentos. Y el momento estampida de chavales corriendo para una primera fila de Natos y Waor no entraba en mis planes. Luego encima solo me sabía las antiguas y se me hizo largo. Así que cambiamos el rap de Rayden y SFDK por Tu otra Bonita y ni tan mal, muy divertidos; y a OBK (lol) por Biznaga. Y a la tienda sin necesidad de saco de dormir.

VIERNES: SE PUEDE SOBREVIVIR AL CAMPING Y CON TIENDA

“Agua. Por Dios, una botella de agua”, dice Adri asomando la cabeza por la cremallera de su two seconds al sol. “No sé si beberla o tirarmela por la espalda”. Después, se dirige a las duchas congeladas (no las que parecen Auschwitz, si no unas nuevas que son más bien un túnel de lavado destinadas al staff del festival sin ser él nada de eso) y luego se toma un café aguado de cápsula por 2,50€. Nos cuesta mucho, pero conseguimos convencerle de que no abandone y se vaya a Madrid en un blablacar con otros cuatro treintañeros devastados. “Me quedo por FOMO”, me dice, “pero yo ya no estoy para estos trotes”. 

Por eso sudamos de la Plaza del Trigo y apostamos por una pantalla que retransmite los conciertos en directo en otra plaza. Conquistamos una sombra y vemos a Karavana tan tranquilas, brutales, recordando ese verano de los 27. No es lo mismo, pero no está mal si lo piensas. Y entonces escucho a la gente coreando Supersubmarina, el tema. ¿Perdón? Me asomo y veo a Javier Ajenjo, director del festival, anunciando algo súper importante en muchísimos años. “Este es su escenario”, dice. José Marín, “Chino” y Jaime Gandía, que acababan de presentar su libro Algo que sirva como luz, del periodista Fernando Navarro, están en la Plaza del Trigo. Los pelos de punta, la prensa llorando. Qué sensación tan agridulce, pensé. Después de tanto tiempo, no recordar del todo tus años sobre los escenarios, pero con cuánto cariño os recordamos por aquí. Ellos abrumados, nosotros, agradecidos. Ahora tendrán, para siempre, un banco en Aranda que también lo hará. 

Y cuando la Irene de dieciséis años está arribísima, aparece Álvaro Benito como Benjamin Button y me llena de nostalgia con Nada que perder y Física o química junto a Despistaos. Tremendos Pignoise.

Comemos unos pintxos como señoras y necesitamos una siesta. Recordemos que los treinta se hacen bola y tenemos que cuidar de un Adri ligeramente dudoso de quedarse en el averno de Burgos. El escenario del Charco, junto al río, parece la mejor opción; y qué descubrimiento Carlos Ares para remontar el viernes.

Nos perdemos a algunas bandas porque ducharse dos veces al día no son suficientes ante semejante solanera, pero llegamos a una Queralt Lahoz cojonuda. Ojo a los escenarios pequeños cada vez más grandes. Honestamente, me daba bastante pereza el momento Mikel Izal en solitario, pero diré que ver a mis amigas rescatando algunas canciones que en el pasado gobernaban nuestros coches me hizo reconectar. Un poco electrónico raro para mi gusto. Shinova tiene esa energía como amable que sienta bien y aunque Sen Senra nos pilló de paso, en su línea de soy sensible pero seductor a saco, consigo arrastrar a mi novio a unos Niña Polaca a reventar y con razón. Brutales. Recluto a un par de supervivientes, dos colegas bastante Toro por cierto, y Sexy Zebras pec. Pero mucho eh, no sé si es que estoy completamente enamorada en secreto del cantante o que ya estoy tan cansada que todo me viene bien, pero ufff. Cerramos con We are not djs, que los recordaba como los típicos tíos que quieres que te adopten de sobrina, pero tenían el día muy drum and bass y tampoco es que me flipe. Churritos y a dormir. 

SÁBADO: SE PUEDE SOBREVIVIR A DURAS PENAS ?????

Adri sobrevivió y se quedó, pero Pablo está jodido. Ha sacado una esterilla a una sombra para poder dormir con algo de aire y ni con esas. Al final, pedimos asilo en casa de mi tía Consuelo después de un golpe de calor en la parada del bus y trescientas horas de insomnio. Mientras se echa la siesta con un trapo húmedo en la frente, nos vamos a la guerra de agua más encarnizada que se haya visto en años en la Plaza de la Sal. Fiesta Polenta me renta. 

Y es que nos saltamos la sorpresa por una sencilla razón. Existen filtraciones en el festival, de toda la vida, que si vienen de una fuente experimentada como es mi prima Celia no suelen fallar. “La sorpresa es OBK”, me dice. “Pero… si tocaron el otro día en el recinto”, le digo. Claro, esto es algo que a mí me cabrea. Que una vez coincida la sorpresa de las 15:00 y el cartel, vale. Pero que, por norma, repitan artistas sistemáticamente… “Y mañana repite Sidecars”. Mal. Entiendo los motivos pero preferiría ver a alguien fuera del cartel, alguien que me haga pensar menos mal que no me he ido a comer un lechazo a La Vid, no sé, alguien como Carolina Durante o Cala Vento.

El cartel de este sábado me tiene un poco desubicada. He quedado luego con mi madre, mi tía y mi hermano que se acercan desde el pueblo para ver juntos a Hombres G, oh, sí les amo. Me planteo madrugar de mi power nap cuando me doy cuenta de que la oferta de la tarde arranca con Álvaro de Luna. Con todos mis respetos, no estamos en el mismo momento vital. Luego tampoco llegamos a Sidecars porque el timing de horarios de este año no hay quien lo entienda, pero me gozo a David Summers y compañía tocando por primera vez en el Sonorama Ribera. No sé si es que han sido BSO de los viajes a la playa de pequeños y son como de la familia, pero los gritos aberrantes y a la vez tiernos de mi madre y mi tía coreando Nassau fueron de película.

Estaba dispuesta a darlo todo, pero la programación es confusa (salvada por una divertida Casa Azul) y me asomo a un Macaco improvisando durante 15 minutos (¿en qué momento?) YSY A, no te conozco tampoco, casi me pierdo a Delaporte y me tocó correr. Qué tía, cuánta peña, me encanta, muerte al que no le reviente el suelo. Varry Brava me lleva al recuerdo de mi primer verano de música y me hace preguntarme cuándo será el último festival. 

Ahora sí, los cuatro treintañeros supervivientes a la intensidad festivalera de los últimos días aprovechamos el baile final con Dj Nano de fondo para la exaltación de la amistad. Quién lo diría, cómo hemos crecido. Hemos estrenado década, puesto de trabajo, piso de alquiler, nos hemos enamorado, algunos se han casado, otros ya no viven en el barrio; cosas de mayores. 

Es entonces, escuchando a Supersubmarina de fondo, cuando me doy cuenta de que la música no tiene edad, de que los festivales son para siempre y que si son con tus colegas, más.

En fin, qué cursi todo. Me duelen los pies, me quiero duchar con agua caliente, así que mañana me piro al pueblo a comer torreznos; deja que pase lo que tenga que pasar, nena, deja que pase, porque va a pasar igual, que diría una cebra sexy.

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Sonodrama 2024: Ni tan mal

Se puede ir al Sonorama con treinta, al camping, con tienda, en plena ola de calor de agosto y sobrevivir.

DIARIO DE UN SONODRAMA 2024: NI TAN MAL

Corre un extendido rumor entre mis grupos de amigos de que a partir de cierta edad no toca ir a festivales de música. Toca dedicar los días de verano (y los días en general) a planes más adultos como disfrazar al colega que se casa de langostino y recorrer Granada en patinete, pelearse a voces en el parking de la cala petada de turno o estar atento al mercado de fichajes de verano para ese comunio por el que te apostaste una ceja. Todo muy adulto. Yo, que discrepo constantemente, en parte por mi afán de llevar la contraria, en parte por mi lentitud y pereza a la hora de madurar en el campo de la fiesta, decidí meterme con una decena de casi y completos treinteañeros en el Sonorama. 

Se puede ir al Sonorama con treinta. Se puede ir al Sonorama con treinta, al camping, con tienda, en plena ola de calor de agosto y sobrevivir. Sólo hay que organizarse. Es la perfecta combinación entre un vermú eterno de las fiestas de tu pueblo y artistas clásicos y emergentes del panorama musical español. 

MIÉRCOLES: SE PUEDE SOBREVIVIR AL SONORAMA CON TREINTA

De esto que ya hemos elegido el outfit más potente y glamuroso (obviando la fiesta de disfraces de bienvenida por dejadez pura y dura) y Aranda nos abrazó con una tremenda puesta de sol y La Bienquerida sonando de cine. Temas de su nuevo disco “Paprika”, para bailar; “Los Jardines de marzo” y “Dinamita”, los clásicos que me llevan a escenas de Paquita Salas y noches larguísimas escribiendo en mi salón, para flotar. Un par de temas de Pol 3.14 suficiente para volver a la adolescencia sufridora antes de unos Besmaya que mataron la pena de lujo. 

No da tiempo a verlo todo, esto es un festival señores, toca elegir. Así que sacrificamos a Los Planetas de viaje con Súper 8 por una primera fila de Shego. Efectivamente, no me escondo ni me arrepiento. Las tías más chulas de Madrid que sacarán disco dentro de nada te hacen gritar lo más grande, incluyendo colaboración sorpresa con Aiko el Grupo de su nuevo tema Te mataré. Llama, grita, si las necesitas; el que entendió, entendió.

Con la sudada más grande del mundo y sin necesidad de una rebeca (hay que joderse, Aranda, con lo que tú has sido), nos lo gozamos con una Ladilla Rusa tan mamarrachas como siempre. Columpio Asesino, te quiero pero ya te dediqué un artículo y después de quemar todos los discos de Aiko, tenía que verlas en directo. Y es que menuda maravilla, porque me regalaron uno de los mejores momentos de la semana y seguramente del verano, a hombros de mi generoso novio con Por qué no dices la verdad? flotando entre las cabezas de la gente. 

Después, una Samuraï, bastante desconocida para mí hasta hacía una semana, pero después de estudiar un poco, qué gusto de voz y de chavala y de descubrimiento. Un buen cierre de primer día, digo yo que hay que reservarse.

JUEVES: SE PUEDE SOBREVIVIR A LA OLA DE CALOR 

36º, las 11:05 de la mañana. De cabeza al pueblo. Si consigues un hueco en la Plaza del Trigo, eres Dios. Si quieres el paquete full experience, te compras la pistola de agua más grande del Lupa, te armas de paciencia y pa’ dentro. Lo cierto es que, cada año, la peña evoluciona en unas cosas y repite cagada en otras. De pistola de mano nivel básico pasan a una Kärcher a presión, pero el momento uniforme grupal de camisa de flores o patos de goma no lo superan. Terrible. Total, que en plena ola de calor arandina o pillas un soportal o estás jodida. Escuchamos de fondo a unos Malmö 040 mientras esperamos la sorpresa de las 15:00. Niños Mutantes, que están de despedida porque dejarán los escenarios a finales de año, tocan Mecano y Miguel Ríos, pasando por Rocío Jurado y muy chulo; pero nos vamos a la Plaza de la Sal escapando de la marabunta porque 40º es demasiado. Dj de indie, calimotxo ribera del Duero, cubazos de agua, amigas bailongas, todo bien para un jueves de agosto.

Cuando me quejaba del cartel de este año, me quejaba con razón y es que si me pones a las Hinds a las 19:00, con ese calor del mismísimo infierno, pues me las pierdo. Travis Birds y Cora Yako me gustan, pero lo mismo: morir abrasadas no es una opción. Me llevo a un Kanka con su tranquileo delicioso que toca el corazón seguido de una elegante Luz Casal pistola de agua en mano; pero el problema viene cuando a Sonorama le da por innovar y decide llenar el cartel del jueves con rap. Que a mi el rap me gusta, que yo escucho de todo… pero soy una señora de treinta años y hay momentos y momentos. Y el momento estampida de chavales corriendo para una primera fila de Natos y Waor no entraba en mis planes. Luego encima solo me sabía las antiguas y se me hizo largo. Así que cambiamos el rap de Rayden y SFDK por Tu otra Bonita y ni tan mal, muy divertidos; y a OBK (lol) por Biznaga. Y a la tienda sin necesidad de saco de dormir.

VIERNES: SE PUEDE SOBREVIVIR AL CAMPING Y CON TIENDA

“Agua. Por Dios, una botella de agua”, dice Adri asomando la cabeza por la cremallera de su two seconds al sol. “No sé si beberla o tirarmela por la espalda”. Después, se dirige a las duchas congeladas (no las que parecen Auschwitz, si no unas nuevas que son más bien un túnel de lavado destinadas al staff del festival sin ser él nada de eso) y luego se toma un café aguado de cápsula por 2,50€. Nos cuesta mucho, pero conseguimos convencerle de que no abandone y se vaya a Madrid en un blablacar con otros cuatro treintañeros devastados. “Me quedo por FOMO”, me dice, “pero yo ya no estoy para estos trotes”. 

Por eso sudamos de la Plaza del Trigo y apostamos por una pantalla que retransmite los conciertos en directo en otra plaza. Conquistamos una sombra y vemos a Karavana tan tranquilas, brutales, recordando ese verano de los 27. No es lo mismo, pero no está mal si lo piensas. Y entonces escucho a la gente coreando Supersubmarina, el tema. ¿Perdón? Me asomo y veo a Javier Ajenjo, director del festival, anunciando algo súper importante en muchísimos años. “Este es su escenario”, dice. José Marín, “Chino” y Jaime Gandía, que acababan de presentar su libro Algo que sirva como luz, del periodista Fernando Navarro, están en la Plaza del Trigo. Los pelos de punta, la prensa llorando. Qué sensación tan agridulce, pensé. Después de tanto tiempo, no recordar del todo tus años sobre los escenarios, pero con cuánto cariño os recordamos por aquí. Ellos abrumados, nosotros, agradecidos. Ahora tendrán, para siempre, un banco en Aranda que también lo hará. 

Y cuando la Irene de dieciséis años está arribísima, aparece Álvaro Benito como Benjamin Button y me llena de nostalgia con Nada que perder y Física o química junto a Despistaos. Tremendos Pignoise.

Comemos unos pintxos como señoras y necesitamos una siesta. Recordemos que los treinta se hacen bola y tenemos que cuidar de un Adri ligeramente dudoso de quedarse en el averno de Burgos. El escenario del Charco, junto al río, parece la mejor opción; y qué descubrimiento Carlos Ares para remontar el viernes.

Nos perdemos a algunas bandas porque ducharse dos veces al día no son suficientes ante semejante solanera, pero llegamos a una Queralt Lahoz cojonuda. Ojo a los escenarios pequeños cada vez más grandes. Honestamente, me daba bastante pereza el momento Mikel Izal en solitario, pero diré que ver a mis amigas rescatando algunas canciones que en el pasado gobernaban nuestros coches me hizo reconectar. Un poco electrónico raro para mi gusto. Shinova tiene esa energía como amable que sienta bien y aunque Sen Senra nos pilló de paso, en su línea de soy sensible pero seductor a saco, consigo arrastrar a mi novio a unos Niña Polaca a reventar y con razón. Brutales. Recluto a un par de supervivientes, dos colegas bastante Toro por cierto, y Sexy Zebras pec. Pero mucho eh, no sé si es que estoy completamente enamorada en secreto del cantante o que ya estoy tan cansada que todo me viene bien, pero ufff. Cerramos con We are not djs, que los recordaba como los típicos tíos que quieres que te adopten de sobrina, pero tenían el día muy drum and bass y tampoco es que me flipe. Churritos y a dormir. 

SÁBADO: SE PUEDE SOBREVIVIR A DURAS PENAS ?????

Adri sobrevivió y se quedó, pero Pablo está jodido. Ha sacado una esterilla a una sombra para poder dormir con algo de aire y ni con esas. Al final, pedimos asilo en casa de mi tía Consuelo después de un golpe de calor en la parada del bus y trescientas horas de insomnio. Mientras se echa la siesta con un trapo húmedo en la frente, nos vamos a la guerra de agua más encarnizada que se haya visto en años en la Plaza de la Sal. Fiesta Polenta me renta. 

Y es que nos saltamos la sorpresa por una sencilla razón. Existen filtraciones en el festival, de toda la vida, que si vienen de una fuente experimentada como es mi prima Celia no suelen fallar. “La sorpresa es OBK”, me dice. “Pero… si tocaron el otro día en el recinto”, le digo. Claro, esto es algo que a mí me cabrea. Que una vez coincida la sorpresa de las 15:00 y el cartel, vale. Pero que, por norma, repitan artistas sistemáticamente… “Y mañana repite Sidecars”. Mal. Entiendo los motivos pero preferiría ver a alguien fuera del cartel, alguien que me haga pensar menos mal que no me he ido a comer un lechazo a La Vid, no sé, alguien como Carolina Durante o Cala Vento.

El cartel de este sábado me tiene un poco desubicada. He quedado luego con mi madre, mi tía y mi hermano que se acercan desde el pueblo para ver juntos a Hombres G, oh, sí les amo. Me planteo madrugar de mi power nap cuando me doy cuenta de que la oferta de la tarde arranca con Álvaro de Luna. Con todos mis respetos, no estamos en el mismo momento vital. Luego tampoco llegamos a Sidecars porque el timing de horarios de este año no hay quien lo entienda, pero me gozo a David Summers y compañía tocando por primera vez en el Sonorama Ribera. No sé si es que han sido BSO de los viajes a la playa de pequeños y son como de la familia, pero los gritos aberrantes y a la vez tiernos de mi madre y mi tía coreando Nassau fueron de película.

Estaba dispuesta a darlo todo, pero la programación es confusa (salvada por una divertida Casa Azul) y me asomo a un Macaco improvisando durante 15 minutos (¿en qué momento?) YSY A, no te conozco tampoco, casi me pierdo a Delaporte y me tocó correr. Qué tía, cuánta peña, me encanta, muerte al que no le reviente el suelo. Varry Brava me lleva al recuerdo de mi primer verano de música y me hace preguntarme cuándo será el último festival. 

Ahora sí, los cuatro treintañeros supervivientes a la intensidad festivalera de los últimos días aprovechamos el baile final con Dj Nano de fondo para la exaltación de la amistad. Quién lo diría, cómo hemos crecido. Hemos estrenado década, puesto de trabajo, piso de alquiler, nos hemos enamorado, algunos se han casado, otros ya no viven en el barrio; cosas de mayores. 

Es entonces, escuchando a Supersubmarina de fondo, cuando me doy cuenta de que la música no tiene edad, de que los festivales son para siempre y que si son con tus colegas, más.

En fin, qué cursi todo. Me duelen los pies, me quiero duchar con agua caliente, así que mañana me piro al pueblo a comer torreznos; deja que pase lo que tenga que pasar, nena, deja que pase, porque va a pasar igual, que diría una cebra sexy.

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