Superhéroes

Mi hijo quiere ser mayor y yo no sé parar el tiempo.

Mi hijo quiere ser mayor y yo no sé parar el tiempo. Ser mayor para llegar al botón del tercer piso en el ascensor, para entrar al recreo grande, para irse a dormir cuando le dé le gana, para cambiar el Youtube Kids por el YouTube «de verdad». Yo no puedo parar el río con la mano ni lo pretendo, pero, ay, Dios mío, si él supiera. Su mirada fascinada convierte a sus padres en superhéroes y al mundo en un lugar amable. A nosotros…, que nos miramos al espejo y no nos reconocemos. Que somos dos tuercas sin engrasar. Al mundo…, que es un lodazal. Una sucursal deficitaria del infierno.

Nosotros, que nos movemos tan rápido que confundimos la ilusión con la inercia. Que no tenemos tiempo para debates ni dinero para aniversarios. Que se nos va la vida intentando hacerlo feliz. Nosotros, que somos sombras, raspas de peces, ibuprofenos, números, bucles, sopas de sobre y abrazos en silencio. Nosotros, que a pesar de todo, queremos más y levantamos la frente. Nosotros, que aún nos reímos en la cama como insensatos y nos queremos de verdad y somos inmisericordes con la amargura. Nosotros, que pese al mundo, hemos sido felices.

No podremos enseñarle la verdad, pero tarde o temprano, la descubrirá o se irá sintiendo capaz de interpretarla. Se enfrentará a sus propias dudas y a peligros cada vez más intrincados. Pedirá ayuda o lo intentará solo. Saldrá ahí fuera y tendrá que estudiar o trabajar o lo que toque. Le dolerán sus propios conflictos y los de las personas que quiere. Le dolerá la espalda también y los riñones. Ganará unos amigos y perderá otros. Pagará alquileres. Se equivocará, será injusto y egoísta. Se arrepentirá, pedirá perdón. Amará, por supuesto, con todas las acepciones del verbo. Será, en definitiva, humano, y aun así, al final de un día cualquiera, ya desprovisto por fin de su coraza, en buena compañía y en la tranquilidad de su casa, se reirá de un mal chiste, se beberá una cerveza y habrá entendido algo que solo se entiende andando el camino:

Es posible ser feliz en este mundo de mierda.

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Mi hijo quiere ser mayor y yo no sé parar el tiempo.

Mi hijo quiere ser mayor y yo no sé parar el tiempo. Ser mayor para llegar al botón del tercer piso en el ascensor, para entrar al recreo grande, para irse a dormir cuando le dé le gana, para cambiar el Youtube Kids por el YouTube «de verdad». Yo no puedo parar el río con la mano ni lo pretendo, pero, ay, Dios mío, si él supiera. Su mirada fascinada convierte a sus padres en superhéroes y al mundo en un lugar amable. A nosotros…, que nos miramos al espejo y no nos reconocemos. Que somos dos tuercas sin engrasar. Al mundo…, que es un lodazal. Una sucursal deficitaria del infierno.

Nosotros, que nos movemos tan rápido que confundimos la ilusión con la inercia. Que no tenemos tiempo para debates ni dinero para aniversarios. Que se nos va la vida intentando hacerlo feliz. Nosotros, que somos sombras, raspas de peces, ibuprofenos, números, bucles, sopas de sobre y abrazos en silencio. Nosotros, que a pesar de todo, queremos más y levantamos la frente. Nosotros, que aún nos reímos en la cama como insensatos y nos queremos de verdad y somos inmisericordes con la amargura. Nosotros, que pese al mundo, hemos sido felices.

No podremos enseñarle la verdad, pero tarde o temprano, la descubrirá o se irá sintiendo capaz de interpretarla. Se enfrentará a sus propias dudas y a peligros cada vez más intrincados. Pedirá ayuda o lo intentará solo. Saldrá ahí fuera y tendrá que estudiar o trabajar o lo que toque. Le dolerán sus propios conflictos y los de las personas que quiere. Le dolerá la espalda también y los riñones. Ganará unos amigos y perderá otros. Pagará alquileres. Se equivocará, será injusto y egoísta. Se arrepentirá, pedirá perdón. Amará, por supuesto, con todas las acepciones del verbo. Será, en definitiva, humano, y aun así, al final de un día cualquiera, ya desprovisto por fin de su coraza, en buena compañía y en la tranquilidad de su casa, se reirá de un mal chiste, se beberá una cerveza y habrá entendido algo que solo se entiende andando el camino:

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