Cómo hacer un recopilatorio del verano

Lo más probable es que esté a punto de empezar a trabajar o estudiar de nuevo después de unas idílicas vacaciones. Pero si no es así y aún le queda un largo verano por delante, no se apure. Nunca es demasiado pronto para empezar a sentir angustia por eventos futuros. Por lo tanto, antes de quedar sepultado bajo el tedio de la rutina, le recomiendo que dedique unos minutos a reflexionar sobre su verano.

 

Si se ha ido de viaje, evalúe cómo ha impactado en la relación con sus acompañantes. En caso de conflicto, esto variará según el tipo de vínculo que les una. Si ha viajado con familia, será fácilmente superable tras un periodo de intensa desintoxicación –por su bien, no deberá responder ni siquiera con monosílabos al mensaje de «Buenos días» de su madre–. Si ha viajado con amigos, dependerá de las sensibilidades particulares que se hayan herido. En mi caso, he podido llegar a conocer el fondo –ruin, hediondo y miserable– del alma de amistades muy longevas por discrepancias respecto a la antelación con la que debía llegarse al aeropuerto. Ahora ya solo nos veremos de vez en cuando, y me alegro. Por último, si ha viajado en pareja, lamento comunicarle que el conflicto será insalvable. Lo mejor que puede hacer ahora es un listado de los enseres personales que tiene aún depositados en casa de la otra persona y que desearía recuperar. También puede recomendárselo a su pareja como entretenimiento en ese silencioso e incómodo trayecto de vuelta en taxi. 

 

Lo único más complejo que las relaciones con otras personas es la relación con sus gafas de sol. Pregúntese si este durante estos meses ha sido el tipo de persona que puede lucirlas con comodidad y ligereza. Si por fin se le ajustan a su cara, le dan un halo de misterio y le hacen más guapo, o si, en cambio, aún se lo tiene que pensar dos veces antes de ponérselas. Este verano compré unas gafas de sol con poca antelación porque perdí las mías, que eran las gafas perfectas. Con ellas había alcanzado el umbral de satisfacción que me permitía ponérmelas delante de cualquier persona. Todavía no lo he logrado con las nuevas porque aún nos estamos conociendo, pero quizá para el verano que viene lo tenga dominado. También he detectado un repunte en las gafas de sol de estilo aviador. Si usted está en este segmento social, puede dejar de leer ya. Su verano ha sido patético. Incluso peor que el de aquellos que lo van a dejar con su pareja.

 

Continúe con su reflexión. Analice los conocimientos que ha adquirido. Pueden ser conocimientos prácticos como, por ejemplo, que uno no debe exponerse durante ratos largos al sol si los tres días anteriores se ha estado embadurnado de repelente antimosquitos, porque se le caerá la piel a pedazos como si fuera un enfermo de lepra. O puede ser que ha descubierto que beber agua de un coco es una actividad sobrevalorada que por desgracia tiene exactamente el sabor que cabía esperar. 

 

Incluya en su cómputo también los conocimientos teóricos. Puede que le guste definirse como una persona curiosa y ávida de información. Puede que le pareciera que en una tarde de verano cabían más capítulos de Sexo en Nueva York que en una tarde de invierno, por lo que quiso saber más sobre la elasticidad del tiempo y leyera «A Brief History of Time» de Stephen Hawking. Si es así, apúntelo. Por el contrario, si es solo una persona que procrastina, y ver Sexo en Nueva York no era algo que quisiera procrastinar por lo que aunque tuviera algunas dudas nunca llegó a leer a Hawking, mejor no apunte nada.

 

Finalmente, para tener una visión global de su verano, repase su archivo de stories prestando especial atención a la cantidad de fotos de atardeceres que subió con la ubicación en tamaño estratosférico. Esas imágenes que consideró que sería una desgracia que el mundo se perdiera, por lo que era necesario subir cinco en lugar de una. Ahora que ya está más sereno, y que ya no está afectado por el fragor estival, los rayos de sol, los cocos y la brisa marina, es posible que descubra que esas fotos no eran tan fantásticas. Es posible –es seguro– que además ahora se percate de que la línea del horizonte estaba torcida. Pero no se fustigue. No debe preocuparse por no tener grandes dotes de fotografía a pesar de tener un móvil con tres cámaras. Por lo que debe preocuparse en realidad es por carecer de sentido del ridículo.

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