En este punto creo, estoy casi seguro, que estoy a punto de soltar una chapa en un lugar donde la ligereza, la belleza, el ser una brat o un bon vivant priman sobre lo serio; lo siento, lo siento de veras, pero el dueño del tinglado me hizo un pase atrás y sólo me queda empujarla.
Quien controla el dato controla el relato. Durante un tiempo era de los que creía que relato mata a dato, no estaba equivocado pero pasaba por alto el que los relatos suelen venir acompañados de su propia numerística para soportarlos. No es por lo tanto uno u otro, si no un matrimonio forzoso por el interés de quien está queriendo introducir o mantener una narrativa.
Hace unos meses, cuando escribí sobre la realidad, creo recordar que dije que los datos eran algo así como el reflejo de la realidad. Bueno, mentí, ¿quién podía imaginarlo?
En cuanto a los datos, existen muchas formas de jugar con ellos, todo depende de la sutileza con la que uno quiera hacerlo y, sobre todo, la capacidad de influir en ellos. Personalmente, me quedo con tres formas de utilizarlos a favor de los intereses de cada uno: el cambio de la metodología o de la realidad a medir; la simplificación; y el cherry picking o, en castellano, elegir aquello que me favorece. No voy a decir que una opción es directamente manipular los datos porque, bueno, es tan obvia y burda que no cuela pero sin embargo sigue siendo empleada, no se si en estos casos me produce vergüenza ajena o, simplemente, un deseo irrefrenable de querer sacarme el sombrero.
Para ilustrar los tres tipos mencionados, voy a usar como ejemplo los datos para mostrar la salud económica de un país: su crecimiento y el estado de su mercado de trabajo.
El cambio de metodología o la realidad a medir puede incluir desde elementos previstos y que son, además, anunciados, como puede ser el cambiar la base que se usa para hablar de la inflación o más sutiles, como cambios legislativos que permite, presentar la realidad de otra manera. ¿Cuántos parados hay en España? En mis tiempos universitarios, hace ya una vida, todo el mundo tenía claro cuántos parados había, sobre todo, porque la cifra de seis millones de personas sin empleo era impactante; hoy en día es más complicado, por no decir que casi imposible, saber cuántas personas carecen de empleo, siendo la razón principal la reforma laboral de 2021 y el consiguiente aumento de la importancia del contrato fijo discontinuo en lugar de contratos temporales; este tipo de contrato está definido en el estatuto de los trabajadores como aquel que: “se concertará para la realización de trabajos de naturaleza estacional o vinculados a actividades productivas de temporada, o para el desarrollo de aquellos que no tengan dicha naturaleza pero que, siendo de prestación intermitente, tengan periodos de ejecución ciertos, determinados o indeterminados”. Es decir, las personas con este tipo de contrato pueden figurar como contratos indefinidos pero no estar desarrollando ninguna actividad pese a que lo desearían; esta es justo la definición de parado: personas que se encuentran sin empleo y están en búsqueda de uno.
Desde la aprobación de la reforma laboral, el debate sobre cuantos fijos discontinuos hay o si cobran paro o no ha sido constante; en el mes de abril, Fedea presentó un informe donde cifra, con datos de 2022, en 1.42 millones los fijos discontinuos, donde casi la mitad no estaban desarrollando ninguna actividad “si excluimos las personas con emparejamientos inactivos que estaban en alta en otros empleos, el stock de Trabajadores Fijos Discontinuos total se reduce hasta 1,25 millones de personas a finales de diciembre de 2022, con 730 mil personas en actividad y 518 mil en inactividad” y evidenciando que “la EPA subestima significativamente ambos tipos de Trabajadores Fijos Discontinuos (en especial, los que están en períodos de inactividad), por motivos metodológicos”. Al final, esto permite al gobierno de turno presentar una imagen mejor en cuanto a dos problemas endémicos del modelo económico español, el paro estructural y la temporalidad (los fijos discontinuos son una alternativa a contratos temporales).
La simplificación no tiene porque ser mala por sí misma, especialmente si estamos en el ámbito económico y más cuando se intenta afirmar de manera sencilla que un país ha crecido. Como ejemplo de dato que tiene una tendencia a la simplificación, tenemos el Producto Interior Bruto (PIB). Mankiw, escritor de uno de los manuales de referencia de macroeconomía, define el PIB como el valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de un país, en un periodo de tiempo determinado. Para calcular el PIB podemos seguir tres caminos diferentes:
- Como valor agregado de todo lo producido (PIB=∑Valor agregado en cada etapa de producción) dentro de un país.
- Mediante los gastos en bienes y servicios (PIB=Consumo+Inversión+Gasto Público+Neto Exportaciones) que es la fórmula más repetida en la universidad para calcularlo y la base para justificar que en caso de un descenso del consumo e inversión privada, el gasto público debe aumentar para mantener el crecimiento.
- O, por último, por la vía de los ingresos de todas las personas que participan en la economía (PIB = Salarios + Rentas + Intereses + Ganancias + Impuestos − Subsidios)
El PIB, como podemos ver, es una herramienta agregada que, como se ve en las formas de calcularlo, se centra en el agregado del país, dejando sin reflejar elementos micro que tienen más importancia para las personas.En el caso de España estamos viendo como se habla de que estamos en un gran momento económico con el crecimiento del PIB, pero sin embargo, todos llevamos viendo en los dos últimos años como el dinero cada dia llega para menos, ¿cómo es posible que crezcamos si el día a día cuesta más? Es parte de la simplificación del PIB, en materia agregada el aumento de personas empleadas, mayormente de origen extranjero, genera un aumento de dicha métrica (mayor consumo, más renta por cantidad no por aumento de las mismas) pero, disminuye en niveles per cápita, sobre todo en un país donde nuestro modelo económico es intensivo en capital. Obviamente, mi argumento es otra simplificación: hay más motivos para explicar el crecimiento del PB pero permite explicar cómo un país puede, pese a crecer, ser más pobre. Todo esto refleja que se no se puede demostrar la evolución de un país con una sola cifra; es imposible e inadecuado.
Por último, con el cherry picking, perdón por el anglicismo, pero me gusta como suena, hacemos referencia a seleccionar aquellas variables que a uno le interesan dejando de lado todas otras; aquí podemos meter tanto el PIB como los datos de empleo. En el caso del PIB sería aplicable a esta categoría ya que, uno puede elegir el PIB para demostrar que el país crece pero otros te dirán que eso es imposible, un país con un PIB per cápita que va a ser superado por media Europa no está pasando por su mejor momento; además, podemos mezclar ambos temas, crecimiento y empleo, ya que, como puede ser una situación positiva cuando los sueldo están estancados desde 2008. Otro ejemplo es que la situación laboral no puede ser la mejor cuando las horas trabajadas disminuyen, pese a que aumentan las personas empleadas.
Como mencioné al principio, hay otras maneras de jugar con los datos, pero no es el objetivo de este espacio llevar a cabo un trabajo en profundidad, sino simplemente enseñar o poner de manifiesto que los datos son tan buenos como lo sean las intenciones de la persona que los está usando o preparando; es importante estar alerta de que siempre habrá alguien dispuesto a engañarnos—también porque en base a datos que pueden estar sesgados se toman decisiones que acaban siendo erróneas por una mala calidad de la información (Grecia y su entrada en el Euro es un caso espectacular).
Como esto es mi artículo, los ejemplos usados van alineados con lo que defiendo y contrario a ciertas narrativas actuales, aviso de estos sesgos pero, cuando leemos cualquier análisis, por muy data-based que sea, hay que saber cual es el objetivo del autor. Y no siempre van a decirlo tan claramente.