Gente que piensa #4: el destino y tres formas de esquivarlo

Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas.

Nigel Van Wieck

En esta cuarta entrega de Gente que piensa, seguimos recorriendo esos espacios donde la soledad se vuelve paisaje en un mundo cada vez más conectado, donde la nostalgia dibuja contornos imprecisos y la imaginación y las palabras construyen una posible vida.

Tres fotografías. Tres relatos. Un nuevo umbral entre la realidad y la ficción.

Cada quince días, una nueva entrega aquí, en sustrato.io.

1º Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas.

Fotografía: Carlos Gómez B.

No sabría decir en qué momento exacto empezamos a engañarnos de esta manera. Al principio, lo llamábamos "ponernos al día", como si nuestras vidas no fueran más que dos líneas paralelas que necesitaban cruzarse de vez en cuando para no perder el ritmo. ¿Qué ritmo? Ya no tenemos edad para ritmos.



Y siempre era igual: el vino, la música y la charla sobre vinilos que derivaba en una discusión absurda sobre alguna película que los dos odiábamos. Un ritual tan predecible como inevitable. Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas. Después la noche se rompía y esa sensación de libertad, de aire, de poder, de sentirnos vivos era una locura. Después, ¿recuerdas? Yo salía al balcón a fumar, el aire frio de Madrid me despejaba la cabeza pero no era capaz de ordenar el caos en el que nos habíamos metido. Tú te quedabas en la cama, te veía desde mi hombro con un libro entre las manos, leyendo sin prisa, buscando en esas páginas una explicación mejor que la mía.

Vuelvo atrás y es curioso como pueden existir dos nubes en una misma habitación con diferentes formas de asimilarlo, de acomodar lo sucedido dentro de esas cuatro paredes.

Lo cierto es que lo pienso ahora y nunca fuimos tan sinceros como en esas noches, era como si el cansancio nos hiciera más honestos de lo que nos permitíamos ser. Luego se hacía de día, daba igual si era martes o sábado, te apoyabas en el marco de la puerta para despedirme con ojos brillantes y legañas y los repetíamos la misma mentira: "Esta es la última vez".

2º En tus pensamientos duermo cómodo.
Fotografía: Carlos Gómez B.

A veces pienso que estoy pensando lo que piensas. Quiero decir que creo que todo lo que nos rodea suma y nos cuenta una historia. No es algo aislado, Marta. No es algo que podamos pasar por alto. Son detalles que están ahí, sabes. Detalles que pueden convertirse en grandes momentos. ¿Tú qué le dices al mundo cuando piensas en mí? Me refiero… ¿Cómo suena la vida cuando una canción habla de nosotros? No me has dado ni una pista. El tiempo no es egoísta pero sí es capaz de hacer que un gran momento dure muy poco. Me gustaría que te quedaras en algún silencio conmigo. A veces, creo que puedo observar las palabras que nos unen y nos agarran y nos mueven, están por ahí en el aire, te juro que las veo y me gustan. Algunas más que otras. Si aprendemos a guardar cada instante podremos volver a una mirada, a un beso o a una sonrisa. Y no es que estemos aquí para volver a revivir. No hablo de recuperar ni nada de eso, hablo de sumar, de vivir siendo consciente de lo que piensas cuando paseas sobre tus tacones. Algo así. La vida, a veces, consiste en agarrarse a lo efímero ¿no? Queda cursi pero es así y la realidad es que yo en tus pensamientos duermo cómodo.

Si me dejaras pedirte un favor, si me dejaras… no sé, un minuto, te haría hueco en este instante. Prometo no decir nada. Todo quedará entre tú y yo. En un silencio compartido como los de antes. Y cuando el tiempo pase sin darnos cuenta, cuando el tiempo pase habremos vivido todos esos momentos sin salir de lo que somos. Piensa en ello.

3º Te encantan las mudanzas porque solo así dejas atrás los amores del pasado.
Fotografía: Carlos Gómez B.

Te encantan las mudanzas porque solo así dejas atrás los amores del pasado. Sabes que hay que cambiar muchas cosas, que los días son una cama elástica capaz de impulsarte muy alto o poner tu mundo patas arriba. Giras y das volteretas y ríes y vuelves a girar, y crees que después de tanta voltereta lo mejor es acomodarse. Te quedas con lo que acaba de pasar hace un minuto. Pero luego siempre es tarde y el recuerdo es más caro. Y aunque pienses que eso que tantas ganas tienes de hacer ya lo harás más adelante, nunca llega. Es momento de decirte las cosas claras porque nadie te va a escuchar como tú. Nadie sabe más de ti que tú. Y aunque dudes, siempre serás un lugar seguro, capaz de cambiar el color de tu mirada. Solo los que se atreven consiguen palpar las cosas con la yema de los dedos. Elige el tipo de fiesta que más va contigo y hazla realidad. Olvida algunas cosas que sabes que ya no funcionan y empieza a vivir otras que están esperando. Desafía tus sentimientos. Arriesga. Llora. Siente pánico. Siente felicidad. Descubre hasta dónde puedes llegar. Dentro de ti hay un lugar seguro.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Ficciones

Gente que piensa #4: el destino y tres formas de esquivarlo

Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas.

Nigel Van Wieck

En esta cuarta entrega de Gente que piensa, seguimos recorriendo esos espacios donde la soledad se vuelve paisaje en un mundo cada vez más conectado, donde la nostalgia dibuja contornos imprecisos y la imaginación y las palabras construyen una posible vida.

Tres fotografías. Tres relatos. Un nuevo umbral entre la realidad y la ficción.

Cada quince días, una nueva entrega aquí, en sustrato.io.

1º Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas.

Fotografía: Carlos Gómez B.

No sabría decir en qué momento exacto empezamos a engañarnos de esta manera. Al principio, lo llamábamos "ponernos al día", como si nuestras vidas no fueran más que dos líneas paralelas que necesitaban cruzarse de vez en cuando para no perder el ritmo. ¿Qué ritmo? Ya no tenemos edad para ritmos.



Y siempre era igual: el vino, la música y la charla sobre vinilos que derivaba en una discusión absurda sobre alguna película que los dos odiábamos. Un ritual tan predecible como inevitable. Y luego se acercaba tu mano y luego era mi mano y entonces no existía otra cosa que no fueran las palabras rozadas. Después la noche se rompía y esa sensación de libertad, de aire, de poder, de sentirnos vivos era una locura. Después, ¿recuerdas? Yo salía al balcón a fumar, el aire frio de Madrid me despejaba la cabeza pero no era capaz de ordenar el caos en el que nos habíamos metido. Tú te quedabas en la cama, te veía desde mi hombro con un libro entre las manos, leyendo sin prisa, buscando en esas páginas una explicación mejor que la mía.

Vuelvo atrás y es curioso como pueden existir dos nubes en una misma habitación con diferentes formas de asimilarlo, de acomodar lo sucedido dentro de esas cuatro paredes.

Lo cierto es que lo pienso ahora y nunca fuimos tan sinceros como en esas noches, era como si el cansancio nos hiciera más honestos de lo que nos permitíamos ser. Luego se hacía de día, daba igual si era martes o sábado, te apoyabas en el marco de la puerta para despedirme con ojos brillantes y legañas y los repetíamos la misma mentira: "Esta es la última vez".

2º En tus pensamientos duermo cómodo.
Fotografía: Carlos Gómez B.

A veces pienso que estoy pensando lo que piensas. Quiero decir que creo que todo lo que nos rodea suma y nos cuenta una historia. No es algo aislado, Marta. No es algo que podamos pasar por alto. Son detalles que están ahí, sabes. Detalles que pueden convertirse en grandes momentos. ¿Tú qué le dices al mundo cuando piensas en mí? Me refiero… ¿Cómo suena la vida cuando una canción habla de nosotros? No me has dado ni una pista. El tiempo no es egoísta pero sí es capaz de hacer que un gran momento dure muy poco. Me gustaría que te quedaras en algún silencio conmigo. A veces, creo que puedo observar las palabras que nos unen y nos agarran y nos mueven, están por ahí en el aire, te juro que las veo y me gustan. Algunas más que otras. Si aprendemos a guardar cada instante podremos volver a una mirada, a un beso o a una sonrisa. Y no es que estemos aquí para volver a revivir. No hablo de recuperar ni nada de eso, hablo de sumar, de vivir siendo consciente de lo que piensas cuando paseas sobre tus tacones. Algo así. La vida, a veces, consiste en agarrarse a lo efímero ¿no? Queda cursi pero es así y la realidad es que yo en tus pensamientos duermo cómodo.

Si me dejaras pedirte un favor, si me dejaras… no sé, un minuto, te haría hueco en este instante. Prometo no decir nada. Todo quedará entre tú y yo. En un silencio compartido como los de antes. Y cuando el tiempo pase sin darnos cuenta, cuando el tiempo pase habremos vivido todos esos momentos sin salir de lo que somos. Piensa en ello.

3º Te encantan las mudanzas porque solo así dejas atrás los amores del pasado.
Fotografía: Carlos Gómez B.

Te encantan las mudanzas porque solo así dejas atrás los amores del pasado. Sabes que hay que cambiar muchas cosas, que los días son una cama elástica capaz de impulsarte muy alto o poner tu mundo patas arriba. Giras y das volteretas y ríes y vuelves a girar, y crees que después de tanta voltereta lo mejor es acomodarse. Te quedas con lo que acaba de pasar hace un minuto. Pero luego siempre es tarde y el recuerdo es más caro. Y aunque pienses que eso que tantas ganas tienes de hacer ya lo harás más adelante, nunca llega. Es momento de decirte las cosas claras porque nadie te va a escuchar como tú. Nadie sabe más de ti que tú. Y aunque dudes, siempre serás un lugar seguro, capaz de cambiar el color de tu mirada. Solo los que se atreven consiguen palpar las cosas con la yema de los dedos. Elige el tipo de fiesta que más va contigo y hazla realidad. Olvida algunas cosas que sabes que ya no funcionan y empieza a vivir otras que están esperando. Desafía tus sentimientos. Arriesga. Llora. Siente pánico. Siente felicidad. Descubre hasta dónde puedes llegar. Dentro de ti hay un lugar seguro.

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