Saber estar: en contra de lo permanente

El otro día me di cuenta de que de llevo la friolera1 de 3 años y medio viviendo fuera de España, lo cual asciende a unas 182 semanas hablando -y pensando- gran parte de mi tiempo en inglés. Una de mis escasas conclusiones sobre dicha lengua es la siguiente: convierte a las gentes en personas fundamentalmente estáticas.

Ocurre que lleva un tiempo ocupando mis pensamientos de ducha lo que la gente seria o austriaca supongo que llama metalenguaje2 esto es, que cómo demonios se dice esto en español y aquello en inglés, y que quieren decir en realidad. Pues bien, bromeando con amigos, caímos en la cuenta de que “estar gordo” en inglés puede pensarse como “soy grasa” (I am fat). ¿Que por qué esto es horroroso?

  • En primer lugar, porque aplastan en una masa informe la causa (grasa) contra el efecto (gordo), lo cual es una simplificación del todo cutre. Qué desazón.
  • En segundo y más importante lugar, porque no fueron ni son capaces de imaginar el verbo “estar”3, lo cual puede convertir a tu grasura en una condición permanente. Esto aplica a todas las descripciones físicas, si lo miramos con cuidado: You are bald, she is blonde, etc, …

Las consecuencias de no distinguir las características intrínsecas de las temporales y mutables se me antojan infinitas-dominó. En español podemos jugar con lo pasajero de las cualidades, añadiendo fantasía y doblez mientras mantenemos una liviana economía del lenguaje. Imagínense esta escena durante una fiesta elegante:

  • (Él) Estás muy guapa esta noche.
  • (Ella) Te lo parece porque sé estar.

En inglés tendríamos que traducir:

  • (Him) You look so pretty tonight.
  • (Her) It seems like it to you because I know how to behave depending on the social context.

Nótese la manifiesta sencillez del lenguaje español, y el rodeo que han de dar los demás para llegar a un significado que enfatice lo coyuntural en lugar de lo permanente.

Investigando levemente en internet, parece que sólo el portugués y demás lenguas peninsulares hacen la magna distinción; el francés o el italiano también la obvian. Desde un punto de vista lingüístico, ¿es mejor ser ambiguo o preciso, utilizando las misma cantidad de palabras? Pues preciso. Creo que nos podemos apuntar un tanto.

Y es que es precisamente esta ambigüedad en atribuir el verbo a lo inmanente o a lo temporal lo que me inquieta: ¿podría ser que el sentido de la identidad extranjero sea más fuerte que el hispano precisamente por esto? 

Jugando con la fina frontera - y no imagino más estrechez posible que la de tratarse de la misma palabra - entre ser y estar, se pueden fácilmente manipular identidades o ideas y proclamar de manera ominosa que uno es, por siempre y de manera definitiva, decenas de cosas. Y lo peor de todo es que está rígida proposición - yo=x - suele apuntar a palabras huecas con definiciones inexactas: todas las ideologías se comportan así.

Slavoj Žižek y su bonita metáfora sobre la ideología

Como antídoto a la dichosa inflamación de la identidad, quizá deberíamos aprovechar la ocasión que nos brinda nuestro idioma y abrazar la condición volátil de lo que creemos ser, pasando a decir: yo estoy liberal, ellas están socialdemócratas, nosotres estamos heterosexuales.

O, como acuerdo de mínimos, baste con desterrar ese engendro consistente en confundir la temporalidad de simpatizar con un partido político con la lealtad eterna hacia tu equipo de fútbol: yo soy del Betis, yo soy de Vox. Ni siquiera decimos que somos casados o somos tatuados, dos circunstancias de deseada permanencia. Imaginaros ser casados con un partido político.

Sea como sea, estamos en condiciones, pues, de concluir que el español es portador y exportador de una gloriosa herramienta lingüística, un verbo mutable del que Heráclito de Éfeso estaría4 sin duda orgulloso, un verbo que nos ayuda a pensar el cambio, la duda, el alioli. Sepamos estar.

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1 Nótese que uso esta voz por mi condición de migrante en Reino Unido y Alemania. Caso de haber ido a buscarme las castañas a Filipinas o Brasil, hubiera escrito la calurosa

2 O gente italiana y su semiótica

3 Altamente curioso: la etimología de estar viene del precioso latín stare; mantenerse de pie. Da la casualidad de que coincide con la voz sajona to stare, uno de los numerosos verbos que emplean ellos para el acto de mirar algo; siendo en este caso de manera fija, entre el terror y la sorpresa

4 Un Heráclito, por cierto, que sabe que uno no se moja dos veces en el mismo río y por tanto podría dejar de estar orgulloso y así nos obliga a usar el verbo estar

Orillas de un río, de Auguste-Pierre Renoir, 1906 (creo)

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