En sustrato estamos polarizados. Hemos tenido acalorados debates acerca de si junio es mejor que septiembre, sobre si es preferible resignarse a ser un nostálgico y mirar constantemente al pasado o vivir permanentemente con la ilusión de lo que vendrá. Si es conveniente resistir estoicamente en los sitios o saber irse a tiempo. El nuevo de Camellos o el de Carolina Durante. Bukowski o Annie Ernaux. No nos aclaramos. A falta de unos días para que acabe el año, se pone sobre la mesa la posibilidad de hacer una compilación de las cosas que tenemos que abandonar y de aquellas que debemos reivindicar en 2025. En esto de los balances de fin de año discrepo de la opinión de nuestro editor. Para mí el año no empieza ahora, comenzó el uno de septiembre. Navidad es solo un alto en el calendario, una excusa para encender lucecitas y que el invierno no se haga tan largo. Para que me dejen seguir escribiendo aquí, ahí va mi propuesta de lo que debemos dejar atrás sin más miramientos y de lo que seguro, tenemos que cuidar con mimo desde que nos tomemos las uvas el martes que viene.
A favor:
1.- Ir a Cuenca. Visitar el Museo de Arte Abstracto Español o “el pequeño museo más bello del mundo”. Bautizado así hace medio siglo tras la visita del entonces primer director del MoMA de Nueva York, alberga obras de artistas españoles abstractos entre las décadas de los cincuenta y ochenta del siglo pasado. Una joya.
2.- Ir a exposiciones de fotografía. Y especialmente, a la de la artista japonesa Sakiko Nomura. Por la sensibilidad, por los desnudos masculinos, por la ternura. Y porque es su primera gran retrospectiva en España. Hacedme caso. De febrero a mayo en Fundación MAPFRE.
3.- Ir a las galerías. Sobre todo, a las que están en tu ciudad. Sobre todo, si quien la gestiona está dentro y te puede contar por qué ha decidido exponer a ese artista. Que te enseñe las obras. Pregúntale el precio de una. Si te gusta y puedes permitírtelo, cómprala.
4.- Este canal de Filmin. Ahora que está expuesta en el Museo Guggenheim de Bilbao, el biopic de Hilma af Klint que vi con mis amigas una tarde y del que aun seguimos hablando de vez en cuando.
5.- Esta cuenta de Instagram. Nunca dejará de darme envidia la gente que tiene una biblioteca de referencias en su cabeza y es capaz de identificar guiños al arte en el cine y la moda. A @pretaportart se le da genial.

En contra:
1.- Las exposiciones inmersivas. Vaya por delante que no deja de ser una forma más -quizá más apetecible para algunos públicos- de experimentar el arte. En el mejor de los casos, como ocurre con las visitas virtuales, es la manera de tener acceso a obras que de otro modo no sería posible. En el peor, una experiencia instagrameable que desplaza cualquier posibilidad de sentir la emoción propia de pararse a contemplar una pintura.
2.- Los textos de sala complicados. Si es condescendiente con el público, demasiado simple y omite conceptos clave, malo. Si contiene mucha información con vocabulario muy especializado, todo en un mismo párrafo, peor. Si está escrito en tu idioma y tienes que leerlo tres veces, quizá sea mejor irse a una exposición inmersiva.
3.- “Obra de mujeres”. “Exposición de mujeres”. “Mujeres artistas”. Hace un par de semanas, cierto museo público anunciaba que en la ampliación de su colección ha priorizado la incorporación de obra de mujeres. Creo que a estas alturas no hace falta explicar por qué ese titular está mal planteado.
4.- Este melón. Fuimos a la jornada de puertas abiertas de una residencia artística. Cuando la artista terminó de exponer su proyecto, me comentó que realmente trabaja en colaboración con su novio, pero que ambos sabían que tenían más probabilidades de conseguir la residencia si se presentaba ella sola. No he dejado de darle vueltas desde entonces.
5.- Por no acabar con el mal sabor de boca del punto anterior: los posters y láminas decorativas de obras famosas. Cierra desenio.es y vuelve al punto 3 de la sección “A favor”.
* La imagen de la portada es la obra “Untitled (New Year’s Eve)” de Saul Steinberg. Otro elemento “A favor” es que aún se puede visitar su retrospectiva en la Fundación Juan March de Madrid durante los primeros doce días del 2025.