En ‘A UN GANCHO DE LA GLORIA’ (Efe Eme) Carlos H. Vázquez (Madrid, 1986) escribe las crónicas y andanzas de 16 púgiles nacionales que forman parte de la historia del boxeo y de este país. Estos 16 perfiles de boxeadores tan míticos como Uzcudun, Legrá, Carrasco, Poli Díaz o Castillejo están repletos de historias que nos dan la imagen de este deporte y de cómo evolucionó España. Un homenaje a todos aquellos que estuvieron a punto de alcanzar la gloria y a los que habiéndolo hecho, les supo a poco. Que sepan que en la memoria de muchos, en el ‘Hall of Fame’ particular de cientos de nosotros, siempre estarán presentes.
P- El boxeo consiste en “pegar y que no te peguen”. A priori muy sencillo, pero luego algo muy complicado. Muy parecido a la vida.
R- Decía Urtain que no le gustaba del todo el boxeo porque le iban a dar. El boxeo es dos hombres pegándose, pero suena la campana y se abrazan. Dar y que no te den no es nada sencillo, porque el otro va con la misma premisa, así que como poco uno de los dos va a terminar recibiendo. Los boxeadores a los que les han dado menos son los que están y les ha ido mejor.
P- ¿De dónde te viene esta afición?
R- Con 10 años, bajaba de madrugada con mi padre a un bar que teníamos cerca de casa a ver combates, recuerdo ver mucho a Tyson. Quizá esto ahora no está bien visto, pero mi afición nace de ahí. En mi entorno veía carteles de Castillejo y escuchaba historias de Poli Díaz, los boxeadores eran héroes de barrio: salían de una zona marginal y peleando se hacían grandes y llegaban lejos. Todo esto creó en mí una fascinación y una curiosidad por ver y conocer todo este mundo, y a raíz de ‘A UN GANCHO DE LA GLORIA’ ha cristalizado.
P- Sueles escribir sobre música ¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
R- El libro surgió gracias a un compañero, y fue él quien me dio el título. Ya había escrito libros sobre música y quería hacer algo distinto, salir un poco del entorno musical para no quemarme. Escribir sobre esta pasión que tengo desde los 10 años, que no he practicado, y descubrir y adentrarme más en el boxeo. Fue un soplo de aire fresco y quería contribuir a dar mi punto de vista sobre el tema y ahondar en la biografía de los protagonistas.
P- En España sigue estando muy presente esa separación entre literatura y deporte.
R- Es cierto, sigue vivo cierto esnobismo que no concibe que a uno le pueda gustar el fútbol y el boxeo y la música clásica y libros. Pero esto está cambiando, hay revistas y editoriales que están trabajando muy bien. No acabo de entender porqué hay tan pocos libros deportivos, es una anomalía de este país.
P- El boxeo, el periodismo, la literatura están estrechamente relacionados.
R- No hay duda de que el boxeo tiene mucha literatura. Hemingway o Nabokov eran grandes aficionados, no son para nada excluyentes. Hay que hablar y escribir del boxeo como deporte, por los logros de todos aquellos que tanto se sacrifican por la victoria; no sólo para lo malo. El boxeo a lo largo de todos sus años de existencia ha aportado mucho a la literatura, mucho al cine, a la música, al arte y a la cultura en general; no entiendo porque muchos lo ven de forma negativa.
P- ¿Crees como escribió Joyce Carol Oates en ‘On boxing’ que el boxeo no es un deporte, sino que es mucho más? Nadie juega a boxear.
R- El boxeo no es un juego, es una disciplina. Para mantener esta disciplina hay que seguir una férrea línea. Me dijo Poli Díaz que pelear se pelea en la calle, en el ring se hace otra cosa.
P- ‘A UN GANCHO DE LA GLORIA’, un título con mucha pegada y que, leyendo los perfiles, encierra el desenlace de muchas de estas vidas.
R- Uzcudun y Poli Díaz fueron muy populares y ninguno llegó a alzarse con el cinturón de campeón del mundo. A lo largo de la historia del boxeo español nos hemos encontrado con personajes que siendo campeones del mundo han pasado grandes dificultades, tocaron la gloria pero no les da para vivir, se han quedado ahí. Es un poco la idiosincrasia de este país, somos muy ingratos.
P- ¿Por qué 16 boxeadores y por qué estos?
R- El número fue por las cuerdas del ring y cerrar el número de capítulos. Quería hacerlo con un número redondo, una fecha de entrega y estos fueron los que salieron.
P- ¿Se quedaron muchos fuera?
R- Sí, tenía muchos más. Tengo mucho de Pedro Durán, que sale en el libro varias veces nombrado.
P- ¿Puede que haya una continuación?
R- Sí, fácil que si. Y más tras la acogida que está teniendo. Si a la gente le gusta, habrá más.
P- ¿ Su favorito?
R- Disfruté mucho escribiendo el de Perico Fernández. Perico era un tío muy bohemio, pasé tiempo en Zaragoza recopilando datos y frecuentando sus entornos. Una historia muy atractiva, un tipo tan sensible: se dedicó a la música, era pintor, poeta. Un personaje de Dickens con un aura pop y alzado por el boxeo. Alguien tan generoso y tan bueno que se aprovecharon de él.
P- Paquita, Eusebio y Roberto, a quienes dedicas el libro. ¿Quiénes son?
R- Eusebio es mi abuelo materno, gracias a él conocí la figura de Urtain, Legrá, Velazquez o Carrasco; mi abuelo me hablaba mucho de ellos y me explicaba. Paquita es mi abuela, que siempre ha sido un apoyo muy importante y siempre me preguntaba mientras estaba escribiendo. Y Roberto es mi mejor amigo, murió muy joven de un infarto, y veíamos juntos combates de boxeo y le interesaba mucho. Los tres fallecieron, lamentablemente, pero fueron cruciales en mi vida y en mi formación boxística y me pareció importante dedicarles el libro por todo lo que me dieron.
P- ¿Uno se hace boxeador como consecuencia de una situación, de unas circunstancias y por unas condiciones?
R- “¿El dinero es una causa o una consecuencia de este deporte?”, es una pregunta que suelo hacer a los boxeadores. Muchos salen de condiciones muy precarias y el boxeo es la única vía para tratar de sacar a su familia adelante. La necesidad es lo que pone a muchos encima del ring. Luego cuando empiezan a ganar mucho dinero de golpe no saben gestionarlo, no están preparados, son demasiado generosos y siempre están rodeados de tipos que tratan de aprovecharse. Los problemas llegan cuando el dinero deja de ser una necesidad y se convierte en un vicio.
P- Muchos de estas leyendas acabaron mal. ¿Es el boxeo una gran máquina de fabricar juguetes rotos?
R- Sí, pero también la televisión y otros muchos deportes. El dinero y la fama tienen un lado oscuro, hay que saber controlarlos. Como dijo Gistau: “España es una fábrica de perdedores porque no soporta a la gente que gana”.
P- El boxeo es muy duro, tanto en el plano físico como en el mental. Aquello de Alcántara de que los boxeadores se quedan sonados por los golpes en la cabeza y todo el sacrificio durante el entrenamiento, no tanto por los combates.
R- Un sacrificio continuo y sin descanso: planear la pelea, entrenarse, los sparrings, dar el peso, adaptarse al entorno de la pelea. No es subirse y pelear, todo lleva una preparación que influye directamente. Y luego está el plano psicológico, un hombre sólo frente a otro hombre dentro del cuadrilátero, con todo el peso de unos aficionados y un país sobre sus hombros. No sólo los golpes físicos, también los morales dejan a muchos sonados.
P-Hay grandes campeones como Legrá o DUM DUM Pacheco de los que ahora no se acuerda nadie, sólo Berdonce, José María García y pocos más. Qué mal tratamos a nuestros ídolos.
R- Somos muy ingratos, cuando uno deja de ganar nos lanzamos a criticarlo y a darle palos. Ser campeón conlleva muchas cosas, muchas responsabilidades, mucha presión. Imagínate a Poli Díaz, que cuando peleó contra Whitaker tenía un país entero paralizado a las tantas de la mañana para ver si ganaba. No podemos olvidar a esta gente que idolatramos y nos hizo tan felices, de todos aquellos que en su momentos nos representaron.
P- Boxeo, rock, bohemia, toros, flamenco. Entre todo esto hay algo en común: la verdad.
R- Tienen una verdad muy cruda, que es lo que nos gusta: el sufrimiento, la sangre, el sudor. Nos gusta la épica, ver a unos tipos que no son tan diferentes a nosotros enfrentarse directamente al miedo, a la muerte, y reivindicar así la ganas de vivir.
P- Hubo veladas que paralizaron el país, el boxeo era el deporte más seguido en España, la gente se compraba las primeras televisiones para ver la disputa de algún campeonato. Ahora esto parece impensable. ¿Cuánto daño hizo el veto de EL PAÍS o de Solana en RTVE?
R- Mucho, se apartó del foco y trataron de acabar con él. En palabras de Castillejo, que fue uno de los grandes perjudicados: “El boxeo se ha retransmitido en todo el mundo menos en este país de ignorantes”. El boxeo es un deporte y debe valorarse como tal, no como una forma de violencia que hay que erradicar; esta consideración no tiene sentido, es una muestra de desconocimiento absoluto. El libro de estilo de EL PAÍS indica que sólo se puede informar si ocurre alguna desgracia o altercado, qué sentido tiene. Parece que ahora, con Topuria y la MMA, Pepa Bueno se está replanteando la posición del periódico, sería un gran avance.
P- ¿Faltan grandes autores, como Vadillo o Alcántara, que nos cuenten y hagan apasionante lo que sucede en el ring y alrededor de este mundo?
R- Hay gente que escribe muy bien, pero los medios tienen que apostar por el deporte y por los periodistas, darles la oportunidad y unas condiciones dignas de trabajo. Los medios no pueden dar la espalda al boxeo, deben respaldarlo como hacen con otros deportes.
P- ¿Y el boxeo femenino?
R- Lo tienen mucho más difícil. El mismo esfuerzo que los hombres o más, pero con menos medios, menos patrocinadores y menos recursos. Y eso que las mujeres llevan presentes en este deporte desde hace muchos años. Tienen un mérito espectacular, cada vez hay más boxeadoras y tenemos grandes campeonas.
P- Estamos ante un resurgir del boxeo en España.
R- Hay una moda, muchos famosos lo practican y cada vez hay más caras conocidas que se reconocen seguidores. Tenemos una cantera de chicos muy jóvenes con grandes cualidades y un futuro espectacular. Esperemos que no tengan que luchar contra el prejuicio y el juicio de todos los ignorantes que dentro de su desconocimiento creen que es algo de bárbaros. Esperemos que tengan una carrera llena de éxitos y que logren que el boxeo vuelva al lugar y a la popularidad que le pertenecen.