¿Por qué es importante leer a Javier Marías?

Es un escritor fantástico para distinguir y diferenciar. Un verdadero maestro del lenguaje, un hechicero.

Porque es el mejor autor español del XX tardío y de principios del XXI. Antes de comenzar el artículo, quiero dejar claro que este es un hecho innegable, indiscutible y que provocará que me bata en duelo al amanecer, al atardecer o entre caña y caña del aperitivo, con el iletrado que diga que hay que considerar a su nivel a (también grandísimos escritores) Muñoz Molina, Aramburu o análogos, ya que, con todo mi respeto hacia ellos, no le llegan a Javier a la suela del zapato en términos de relevancia literaria.

Porque, tal y como viene sucediendo (especialmente para los autores que escriben en español aunque ese es otro melón que abriré cuando estén en temporada), se ha muerto sin el Nobel, cuando merecía tenerlo. Falleció el 11 de septiembre de 2022, de neumonía (otro exitoso ejemplo de fumador consecuente y coherente) y de veras que lo primero que se me vino a la cabeza, además de la lógica pena de no poder leer más nada suyo (su último libro, Tomás Nevinson, es buenísimo) es que habíamos perdido, como país, la bala más certera para recoger el premio más importante de la literatura universal. Pese a que ya hice una rajada importante de este asunto en el artículo sobre Paul Auster, no me quedaría a gusto si no comento, aunque sea brevemente, que es del todo ridículo que un escritor de semejante talla haya fallecido sin haber viajado a Estocolmo para recibir un premio. Malditos suecos idiotas.

Porque es un escritor fantástico para distinguir y diferenciar. Seamos claros, es un autor complejo, en ocasiones árido y que es capaz de clavarte una frase de nueve renglones sin una misera coma. También es un verdadero maestro del lenguaje (además de académico, ocupó la letra R), un hechicero, alguien que permite a los iniciados perderse en su prosa interminable, ser movidos por su agilidad y su absoluto y rotundo dominio del lenguaje. Además, en la literatura, como en la vida, lo que es fácil y se digiere rápido, se olvida rápido también y las cosas buenas a veces, cuestan. Como muy acertadamente señala mi colega de estas páginas, Jorge Burón, en La anti-novela hispana en el primer cuarto del siglo XXI "Ese esfuerzo por escribir bien, lo mejor posible, está huérfano desde la muerte de Marías y no debería orgullecernos". A pesar de que estoy en radical desacuerdo con algunas de sus opiniones, ya que creo que no hay que tener ninguna prisa en enterrar a Marías y que calificar sus novelas de engoladas y grandilocuentes me parece, cuanto menos, reduccionista, me centro en nuestros puntos de conexión ya que me parece que ha escrito un artículo estupendo y que denota mucha sensibilidad y conocimiento literario.

Porque ha escrito Corazón tan blanco, que tiene uno de los mejores comienzos que recuerdo. Un hombre que se encuentra en su luna de miel, sin estar precisamente cargado de buenos deseos y de expectativas acerca de su matrimonio, ve como algo raro (no quiero dar pistas ni revelar nada) le pasa a una mujer a la que observa desde la terraza de su hotel. Este encuentro, aparente nimio y carente de trascendencia, persigue al protagonista a lo largo de la novela, lo que creo que nos sucede a muchos, que vivimos episodios de nuestra vida que aparentemente no revisten importancia y sobre los que nos sorprendemos reflexionando y dotándoles de la relevancia que en un principio no parecían tener, lo cual provoca, claro, que la acaben teniendo.

Porque ha escrito Los enamoramientos. Y esta es una novela fundamental para entender su obra, la profundidad de sus reflexiones, sus ideas acerca del amor, el azar y el fatal desenlace de algunos acontecimientos. Desarrolla el poder del amor, lo distingue del enamoramiento y del deseo (aunque a veces se confundan) y analiza los extremos a los que los seres humanos somos capaces de llegar en nombre de estas fantasías.

Ha publicado también uno de los mejores libros que he leído de un autor español: Mañana en la batalla piensa en mí, que, además de tener un título precioso y que encapsula bien uno de los temas fundamentales, desde mi punto de vista, de su escritura, que no es otro que la ausencia de resignación ante los acontecimientos inesperados que pueden moldear toda una vida (en este caso, la amante del protagonista, el pobre Víctor, fallece mientras está con él en la cama). Ha escrito muchos otros libros buenísimos, pero estos tres (aunque no estén en este orden) componen su trilogía fundamental, Tu rostro mañana, y que recoge todo lo bueno, lo malo, lo complejo y lo genial de Javier.

Porque, además de su monumental obra literaria, deja también una monumental obra columnística (creo que esta palabra no existe pero me es indiferente), habiendo escrito decenas de artículos buenísimos y mojándose bastante. Entre todos, destacaré tres. En primer lugar, Tiene dinero, es intolerable un retrato buenísimo de la eterna envidia español y de la espiral de pureza en la que nos vimos envueltos hace unos diez años y que actualmente pretendemos quitarnos a golpes (bajo la nueva premisa de la pureza y el orden aunque con un toque más recio y aparentemente masculino, lo que me parece ridículo y propio de imbéciles, aunque muy typical spanish). 

En segundo lugar, Un país adanista e idiota, que refleja de manera muy certera la absurdez de las críticas al período de la Transición, en el cual yo creo que todo el mundo lo hizo lo mejor que pudo, siendo como era una situación bastante jodida y dominada por el miedo a que en cualquier momento se calentasen los militares y volviesen a sacar los tanques. Deja, además, una frase estupenda que resume muy bien la obvia intención de algunos politicuchos de criticar las causas pasadas para tapar los errores presentes, además de pretender ser más papistas que el Papa y más buenos que Santa Teresa, con una obvia línea argumental de fondo, que viene a dejar claro que eran todos unos burros y que ellos lo hubiese hecho mucho mejor." - Es que yo no voté la Constitución-, dicen estos individuos en el colmo del narcisismo, como si algún estadounidense vivo hubiera aprobado la de su país, o algún británico su Parlamento. Es como si los españoles actuales protestaran porque no se les consultó la expulsión de los judíos en 1492, o la de los jesuitas en 1767, o la expedición de Colón a las Indias. Tengo para mí que no hay nada más peligroso que el afán de protagonismo, y el de los españoles de hoy es desmesurado."

En tercer y último lugar, la defensa más férrea que he leído de la importancia de la lectura, con una dosis importante de mala leche y una desesperanza que, pese a mi (¿temprana, a qué edad te dejas de considerar un chaval?) edad, comparto plenamente. El artículo es Percebes o lechugas o taburetes, que recoge un dato desolador y que creo que explica muchas cosas: el 55% de los españoles (según el estudio del año 2015 que se cita) no lee nunca. De verdad, leer es la manera más sencilla de volverse más inteligente, de aprender cosas nuevas, de hablar con propiedad y de poder entender la manera de pensar de hombres y mujeres que están muertos que se tomaron la molestia de dejar por escrito lo que contenían sus prodigiosas mentes. ¿Por qué coño renuncias a eso? Además es entretenido, barato y te hace quedar bien en el metro (o mucho mejor que viendo Tiktoks de mierda y dando por culo a todo el mundo que tienes cerca.). Breve apunte respecto a lo del metro, si te apetece hazlo, pero no te enchufes Los hermanos Karamazov a las 7.47 de la mañana con la esperanza de salir en la cuenta cool, ya que es poco probable que salgas (habría que abordar el asunto del Reading is sexy y demás paridas varias - aunque yo en el fondo lo creo un poco, me parece muy atractivo que una mujer lea-).

Deja una reflexión: "Es en los libros donde los misterios se cuentan, se muestran, se explican en la medida de lo posible, donde uno los ve desarrollarse e iluminarse, se trate de un hallazgo científico, del curso de una batalla o de las especulaciones de las mentes más sabias. Es en ellos donde uno encuentra la prosa y el verso más elevados y perfeccionados, son ellos los que ayudan a comprender, o a vislumbrar lo incomprensible." La vida no son solo datos y números, hay una serie de elementos intangibles que son los que precisamente hacen que tenga sentido levantarse a las siete y media para sacar adelante las demandas y los excels. Y todas esas cosas están en los libros.

Porque, como viene siendo habitual en muchos de los autores que van pasando por estas páginas (lo que puede dar alguna pista de mi carácter), no se cortó absolutamente un pelo. Es más, no solo no se cortó si no que, en muchas ocasiones, se despachó a gusto, con una mala baba y un afilamiento de colmillo dignos de admirar. Por ejemplo, al gordo insoportable y meapilas lo acusó de plagio en un artículo buenísimo del año 2000, diciendo que el joven y protegido escritor premiado le había fusilado varias frases, o comparó a su primer editor con un chulo dedicado a traficar con putas de postín. Además, tuvo un sonoro encontronazo con Muñoz Molina con motivo de que éste no hubiese entendido la magnitud artística de Pulp Fiction, intercambiándose artículos más o menos descalificativos pero elegantes y bien escritos, en los cuales se denota un leve complejo de inferioridad de Muñoz Molina, lo cual le honra, ya que tiene todo el sentido del mundo considerarte inferior a los que son superiores a ti. Sin embargo, siempre fue buen amigo de muchos otros hombres y mujeres relevantes cultural y socialmente (no como el gordo insoportable y meapilas) como Gistau, Almodovar, Umberto Eco, Alice Munro y demás personajes de un altísimo nivel, a los cuales concedió títulos nobiliarios del ficticio Reino de Redonda, del cual fue erigido rey.

Porque tal vez no le dieron el Nobel porque no lo quiso. Quiero cerrar con esto para transmitir que Javier era, cuanto menos, un hombre especial ya que en el 2012 rechazó el Premio Nacional de Narrativa, diciendo lo siguiente: "He rechazado toda remuneración que procediera del erario público. He dicho en no pocas ocasiones que en el caso de que se me concediera no podría aceptar premio alguno." Aunque el dinero del Nobel es privado (el intento de un fabricante de armas por limpiar su nombre), creo que ni siquiera él, habría sido capaz de llevar su recalcitrante hedonismo hasta el extremo tal de rechazar este premio. Sin embargo, hace no mucho ha publicado Karina Sainz Borgo (de la cual recomiendo encarecidamente La hija de la española, un libro buenísimo) una carta que le fue enviada por Javier y que merece la pena leérsela entera, aunque dejaré dos detalles: el primero, es que dice con claridad que ha rechazado lobbies institucionales a su favor que pretendían ayudarle con el tema del Nobel y, el segundo, dos frases buenísima con las que resume más o menos bien el circo "Si esto se ve como actitud aristocrática, según dices, que le voy a hacer. Nadie nunca acusó de eso a Le Carré, que no aceptaba premios de ninguna clase. Pero claro, él no era español" y "El año que viene, además, volverá a tocar mujer".

Porque ya nunca seré caballero del Reino de Redonda. Larga vida al King Xavier I. Malditos suecos idiotas.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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¿Por qué es importante leer a Javier Marías?

Es un escritor fantástico para distinguir y diferenciar. Un verdadero maestro del lenguaje, un hechicero.

Porque es el mejor autor español del XX tardío y de principios del XXI. Antes de comenzar el artículo, quiero dejar claro que este es un hecho innegable, indiscutible y que provocará que me bata en duelo al amanecer, al atardecer o entre caña y caña del aperitivo, con el iletrado que diga que hay que considerar a su nivel a (también grandísimos escritores) Muñoz Molina, Aramburu o análogos, ya que, con todo mi respeto hacia ellos, no le llegan a Javier a la suela del zapato en términos de relevancia literaria.

Porque, tal y como viene sucediendo (especialmente para los autores que escriben en español aunque ese es otro melón que abriré cuando estén en temporada), se ha muerto sin el Nobel, cuando merecía tenerlo. Falleció el 11 de septiembre de 2022, de neumonía (otro exitoso ejemplo de fumador consecuente y coherente) y de veras que lo primero que se me vino a la cabeza, además de la lógica pena de no poder leer más nada suyo (su último libro, Tomás Nevinson, es buenísimo) es que habíamos perdido, como país, la bala más certera para recoger el premio más importante de la literatura universal. Pese a que ya hice una rajada importante de este asunto en el artículo sobre Paul Auster, no me quedaría a gusto si no comento, aunque sea brevemente, que es del todo ridículo que un escritor de semejante talla haya fallecido sin haber viajado a Estocolmo para recibir un premio. Malditos suecos idiotas.

Porque es un escritor fantástico para distinguir y diferenciar. Seamos claros, es un autor complejo, en ocasiones árido y que es capaz de clavarte una frase de nueve renglones sin una misera coma. También es un verdadero maestro del lenguaje (además de académico, ocupó la letra R), un hechicero, alguien que permite a los iniciados perderse en su prosa interminable, ser movidos por su agilidad y su absoluto y rotundo dominio del lenguaje. Además, en la literatura, como en la vida, lo que es fácil y se digiere rápido, se olvida rápido también y las cosas buenas a veces, cuestan. Como muy acertadamente señala mi colega de estas páginas, Jorge Burón, en La anti-novela hispana en el primer cuarto del siglo XXI "Ese esfuerzo por escribir bien, lo mejor posible, está huérfano desde la muerte de Marías y no debería orgullecernos". A pesar de que estoy en radical desacuerdo con algunas de sus opiniones, ya que creo que no hay que tener ninguna prisa en enterrar a Marías y que calificar sus novelas de engoladas y grandilocuentes me parece, cuanto menos, reduccionista, me centro en nuestros puntos de conexión ya que me parece que ha escrito un artículo estupendo y que denota mucha sensibilidad y conocimiento literario.

Porque ha escrito Corazón tan blanco, que tiene uno de los mejores comienzos que recuerdo. Un hombre que se encuentra en su luna de miel, sin estar precisamente cargado de buenos deseos y de expectativas acerca de su matrimonio, ve como algo raro (no quiero dar pistas ni revelar nada) le pasa a una mujer a la que observa desde la terraza de su hotel. Este encuentro, aparente nimio y carente de trascendencia, persigue al protagonista a lo largo de la novela, lo que creo que nos sucede a muchos, que vivimos episodios de nuestra vida que aparentemente no revisten importancia y sobre los que nos sorprendemos reflexionando y dotándoles de la relevancia que en un principio no parecían tener, lo cual provoca, claro, que la acaben teniendo.

Porque ha escrito Los enamoramientos. Y esta es una novela fundamental para entender su obra, la profundidad de sus reflexiones, sus ideas acerca del amor, el azar y el fatal desenlace de algunos acontecimientos. Desarrolla el poder del amor, lo distingue del enamoramiento y del deseo (aunque a veces se confundan) y analiza los extremos a los que los seres humanos somos capaces de llegar en nombre de estas fantasías.

Ha publicado también uno de los mejores libros que he leído de un autor español: Mañana en la batalla piensa en mí, que, además de tener un título precioso y que encapsula bien uno de los temas fundamentales, desde mi punto de vista, de su escritura, que no es otro que la ausencia de resignación ante los acontecimientos inesperados que pueden moldear toda una vida (en este caso, la amante del protagonista, el pobre Víctor, fallece mientras está con él en la cama). Ha escrito muchos otros libros buenísimos, pero estos tres (aunque no estén en este orden) componen su trilogía fundamental, Tu rostro mañana, y que recoge todo lo bueno, lo malo, lo complejo y lo genial de Javier.

Porque, además de su monumental obra literaria, deja también una monumental obra columnística (creo que esta palabra no existe pero me es indiferente), habiendo escrito decenas de artículos buenísimos y mojándose bastante. Entre todos, destacaré tres. En primer lugar, Tiene dinero, es intolerable un retrato buenísimo de la eterna envidia español y de la espiral de pureza en la que nos vimos envueltos hace unos diez años y que actualmente pretendemos quitarnos a golpes (bajo la nueva premisa de la pureza y el orden aunque con un toque más recio y aparentemente masculino, lo que me parece ridículo y propio de imbéciles, aunque muy typical spanish). 

En segundo lugar, Un país adanista e idiota, que refleja de manera muy certera la absurdez de las críticas al período de la Transición, en el cual yo creo que todo el mundo lo hizo lo mejor que pudo, siendo como era una situación bastante jodida y dominada por el miedo a que en cualquier momento se calentasen los militares y volviesen a sacar los tanques. Deja, además, una frase estupenda que resume muy bien la obvia intención de algunos politicuchos de criticar las causas pasadas para tapar los errores presentes, además de pretender ser más papistas que el Papa y más buenos que Santa Teresa, con una obvia línea argumental de fondo, que viene a dejar claro que eran todos unos burros y que ellos lo hubiese hecho mucho mejor." - Es que yo no voté la Constitución-, dicen estos individuos en el colmo del narcisismo, como si algún estadounidense vivo hubiera aprobado la de su país, o algún británico su Parlamento. Es como si los españoles actuales protestaran porque no se les consultó la expulsión de los judíos en 1492, o la de los jesuitas en 1767, o la expedición de Colón a las Indias. Tengo para mí que no hay nada más peligroso que el afán de protagonismo, y el de los españoles de hoy es desmesurado."

En tercer y último lugar, la defensa más férrea que he leído de la importancia de la lectura, con una dosis importante de mala leche y una desesperanza que, pese a mi (¿temprana, a qué edad te dejas de considerar un chaval?) edad, comparto plenamente. El artículo es Percebes o lechugas o taburetes, que recoge un dato desolador y que creo que explica muchas cosas: el 55% de los españoles (según el estudio del año 2015 que se cita) no lee nunca. De verdad, leer es la manera más sencilla de volverse más inteligente, de aprender cosas nuevas, de hablar con propiedad y de poder entender la manera de pensar de hombres y mujeres que están muertos que se tomaron la molestia de dejar por escrito lo que contenían sus prodigiosas mentes. ¿Por qué coño renuncias a eso? Además es entretenido, barato y te hace quedar bien en el metro (o mucho mejor que viendo Tiktoks de mierda y dando por culo a todo el mundo que tienes cerca.). Breve apunte respecto a lo del metro, si te apetece hazlo, pero no te enchufes Los hermanos Karamazov a las 7.47 de la mañana con la esperanza de salir en la cuenta cool, ya que es poco probable que salgas (habría que abordar el asunto del Reading is sexy y demás paridas varias - aunque yo en el fondo lo creo un poco, me parece muy atractivo que una mujer lea-).

Deja una reflexión: "Es en los libros donde los misterios se cuentan, se muestran, se explican en la medida de lo posible, donde uno los ve desarrollarse e iluminarse, se trate de un hallazgo científico, del curso de una batalla o de las especulaciones de las mentes más sabias. Es en ellos donde uno encuentra la prosa y el verso más elevados y perfeccionados, son ellos los que ayudan a comprender, o a vislumbrar lo incomprensible." La vida no son solo datos y números, hay una serie de elementos intangibles que son los que precisamente hacen que tenga sentido levantarse a las siete y media para sacar adelante las demandas y los excels. Y todas esas cosas están en los libros.

Porque, como viene siendo habitual en muchos de los autores que van pasando por estas páginas (lo que puede dar alguna pista de mi carácter), no se cortó absolutamente un pelo. Es más, no solo no se cortó si no que, en muchas ocasiones, se despachó a gusto, con una mala baba y un afilamiento de colmillo dignos de admirar. Por ejemplo, al gordo insoportable y meapilas lo acusó de plagio en un artículo buenísimo del año 2000, diciendo que el joven y protegido escritor premiado le había fusilado varias frases, o comparó a su primer editor con un chulo dedicado a traficar con putas de postín. Además, tuvo un sonoro encontronazo con Muñoz Molina con motivo de que éste no hubiese entendido la magnitud artística de Pulp Fiction, intercambiándose artículos más o menos descalificativos pero elegantes y bien escritos, en los cuales se denota un leve complejo de inferioridad de Muñoz Molina, lo cual le honra, ya que tiene todo el sentido del mundo considerarte inferior a los que son superiores a ti. Sin embargo, siempre fue buen amigo de muchos otros hombres y mujeres relevantes cultural y socialmente (no como el gordo insoportable y meapilas) como Gistau, Almodovar, Umberto Eco, Alice Munro y demás personajes de un altísimo nivel, a los cuales concedió títulos nobiliarios del ficticio Reino de Redonda, del cual fue erigido rey.

Porque tal vez no le dieron el Nobel porque no lo quiso. Quiero cerrar con esto para transmitir que Javier era, cuanto menos, un hombre especial ya que en el 2012 rechazó el Premio Nacional de Narrativa, diciendo lo siguiente: "He rechazado toda remuneración que procediera del erario público. He dicho en no pocas ocasiones que en el caso de que se me concediera no podría aceptar premio alguno." Aunque el dinero del Nobel es privado (el intento de un fabricante de armas por limpiar su nombre), creo que ni siquiera él, habría sido capaz de llevar su recalcitrante hedonismo hasta el extremo tal de rechazar este premio. Sin embargo, hace no mucho ha publicado Karina Sainz Borgo (de la cual recomiendo encarecidamente La hija de la española, un libro buenísimo) una carta que le fue enviada por Javier y que merece la pena leérsela entera, aunque dejaré dos detalles: el primero, es que dice con claridad que ha rechazado lobbies institucionales a su favor que pretendían ayudarle con el tema del Nobel y, el segundo, dos frases buenísima con las que resume más o menos bien el circo "Si esto se ve como actitud aristocrática, según dices, que le voy a hacer. Nadie nunca acusó de eso a Le Carré, que no aceptaba premios de ninguna clase. Pero claro, él no era español" y "El año que viene, además, volverá a tocar mujer".

Porque ya nunca seré caballero del Reino de Redonda. Larga vida al King Xavier I. Malditos suecos idiotas.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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