Porque se ha muerto sin que le den el Nobel. Si bien entiendo perfectamente que el premio también tiene una intención difusora y "desveladora" y que se ejerce una importante tarea a la hora de presentarle al gran público a escritores que de otra manera no hubiesen sido capaz de superar sus fronteras, físicas y lingüísticas, se está perdiendo el concepto de que es un PREMIO. Un premio es una recompensa, un reconocimiento y, en concreto, el Nobel de Literatura supuestamente premia a aquellos autores que: "produced the most outstanding work in an idealistic direction". Así que, señores académicos, hagan el favor de dejar de joder de una vez y comiencen a dárselo a los autores que se lo merecen.
Resulta obvio que a Paul Auster la distinción no le hubiese hecho más reconocido ni vender más, porque ya era un autor de enorme éxito, pero también resulta obvio que se merecía el premio y se ha muerto sin él, igual que Marías y casi seguro igual que Murakami, lo cual me molesta profundamente. Molestia es un eufemismo, me parece una barbaridad que escritores de esta talla se estén muriendo sin haber obtenido la máxima distinción literaria que existe (sé que existe el Man Booker, el Princesa de Asturias, el Goncourt y demás, pero seamos honestos, por favor).
Otra barbaridad es que la autora surcoreana a la que se lo han dado, y de la cual me han caído tres libros estas Navidades (gracias a mi tío Santi por callarme un poquito la boca al preguntarme si la había leído cuando comencé a despotricar) haya renunciado a recoger el mismo por el hambre en el mundo o una excusa moralista y estúpida similar (acabo de buscarlo y, exactamente, su padre dijo que había dicho: "With the war intensifying and people being carried out dead every day, how can we have a celebration or a press conference?") Pues nada chula, no hacemos nada hasta que no deje de haber guerras, es que hay que ser pesado y pedante.
Porque ha escrito Trilogía de Nueva York. Recuerdo perfectamente las Navidades en las que me regalaron una recopilación de las tres historias y lo muchísimo que me volaron la cabeza esos relatos raros, llenos de gente extraña y desconfiada, que se vanagloriaban de su paranoia y de su descenso a la locura; todo ello con el mejor telón del fondo que pueda existir. Es recomendabilísimo también La noche del oráculo, que transcurre en el mismo lugar (remítanse al título anterior) y que se centra en uno de los temas fundamentales de su escritura; el azar y sus consecuencias, dejando una frase perfecta "Nada importa, todo es azar, pero el azar se convierte en una fuerza tan poderosa que, al final, llega a ser más importante que cualquier otra cosa."
Porque ha escrito sobre el amor de manera magistral. En el Palacio de la Luna se recoge un diálogo que resume perfectamente lo que es el desamor (o el instinto de supervivencia) cuando el protagonista, cuando llama a la que fue su novia para tratar de volver con ella: -No puedo soportar estar sin ti por más tiempo. He tratado de hacerlo pero no puedo(…) A lo que ella le contesta: -Yo también he tratado de hacerlo pero sí puedo. También ha escrito sobre otro tema clave para él, la familia, siendo el mejor ejemplo la relación entre fracasados que se dan una segunda oportunidad en Brooklyn Follies.
Porque tampoco se ha cortado un pelo. Si bien no ha llegado a la controversia pendenciera de Houellebecq ni a la psicótica honestidad sin azúcar de Easton Ellis, sin duda merece ser calificado como provocador y agitador por la temática tocada en ciertas novelas y la naturalidad con la que relata realidades incómodas. Tal vez el mejor ejemplo de esto es la descripción que hace al comienzo de Sunset Park de la relación que mantienen un hombre cuyo trabajo es vaciar las casas que han embargado los bancos y una joven de 17 años. Creo que pretende hacernos caer en una especie de provocación intelectual, sin llegar a ser cool, (como sucede en el Manhattan de Woody Allen, adolescentes nietas de Hemingway aparte), los protagonistas de Paul atraviesan constantemente momentos de desesperación, pasan hambre, duermen en parques y llegan a mendigar, además de que muchos de ellos vivan inmersos en el concepto de Thoreau: "Most men lead lives of quiet desperation". Sumado a eso, y ha arremetido contra la industria literaria y su máquina de fabricar bestsellers para bobos, contra lo burra que es la gente en general y contra las prioridades culturales estadounidenses, mostrando de manera obvio lo que cualquier persona que haya estado más de un mes allí percibe sin problema: generalizando, es un país de paletos y piensan que España es un estado mejicano.
Porque es el marido de Siri Hustvedt. Pese a que lo habitual sea lo contrario (referirse a la magnífica escritora como la mujer de); aprovechando que Paul está muerto y que a Siri le hemos dado el Premio Princesa de Asturias, me gustaría reseñar el matrimonio de esta cultísima "power couple" y reflexionar acerca de las conversaciones que tenían, los amigos que frecuentaban y las fiestas a las que los invitaban. Si bien el mundo neoyorquino de Vanderbilt, Salinger, Capote y demás socialités alcoholizadas, con su mezcla de punto cool y de un recalcitrante alcoholismo farlopero acabó, como tarde, en los 80 (interesantísimo y muy recomendable el documental "The Capote Tapes", que habla de ese mundo extinto y de los cisnes), no puedo evitar fantasear con un bar guay en Tribeca o en Soho, con luz baja y cocktails a 25 dólares, en el cual conversan Paul, Siri y quién sabe quién más. ¿Igual Jay-Z? ¿Kanye antes de convertirse en el enemigo número 1? ¿Un galerista multimillonario?
Sin duda es importantísimo leer a Paul Auster. Démosle el reconocimiento que le negó Estocolmo (acabo de acordarme del Nobel a Dylan y he vuelto a enfurecerme, es que hay que ser imbécil), leamos también a su mujer, que sigue vivísima y que tiene un estilo que, desde mi punto de vista, es ciertamente similar y en ocasiones idéntico (me resultan iguales, pero iguales, las descripciones de la pobreza y de las dificultades por salir adelante que hace Paul por un lado en el Palacio de la Luna y Siri en Los ojos vendados) y nunca, por favor nunca, olvidemos que el fin de todo ser humano es tener un sitio donde caer.