Vivir dos veces
Son las dos de la mañana del último día de vacaciones. Estoy en el salón de una casita vieja de Vejer de la Frontera. Marta y el niño duermen desde hace un buen rato en el cuarto de al lado mientras arriba, en la azotea, las salamanquesas comen mosquitos. Yo le doy vueltas a los últimos días, a la temporada que se termina, a todo.