sustrato | Daniel Alonso Viña

Daniel Alonso Viña

Periodista, economista y fotógrafo. Formado en el Máster de Periodismo de El País y en México, donde estuvo un año cubriendo la actualidad, la política y la sociedad mexicanas. Estudió la carrera de Economía en la Universidad de Valladolid y siempre va con la cámara debajo del hombro.

Sentado y hundido

Siempre estoy sentado. Me paso el día entero sentado, y esa realidad no me deja vivir. Llevo días intentando quitármelo de la cabeza.

Chamartín o el succionador de almas

Este sitio es como un corazón, pienso. La gente no llega de forma regular y ordenada, no. Entra como la sangre al corazón, a borbotones espasmódicos y descontrolados. Pum, tromba de gente, pum pum

No quedan hielos en el supermercado

Y me fui, y me escapé de una Madrid vacía y sofocada para encontrarme con una Cantabria llena de gente. “Aquí es donde se ha refugiado todo el mundo”, pensé en el primer atasco, antes de llegar a Suances .

Me siento, me levanto

Eran las cuatro de la tarde de un viernes y hacía mucho calor en la mesa en la que estaba intentando trabajar. El ventilador que tenía a un palmo de la cara, a máxima potencia, no servía para frenar las gotas de sudor que salían de mis sobacos y resbalaban por mis costillas

Los bíceps de Faulkner

El otro día vi a dos señoras en la calle comparando el tamaño de sus bíceps colganderos. Qué momento, pensé. El verano en Madrid es extraño y atonta a la gente. Yo no puedo parar de pensar en Faulkner y en una anotación que tengo guardada en un papelito.

Dos palets y una revolución

Hemos conseguido un piso con terraza en pleno barrio Chamberí. La terraza es enorme, gigantesca, descomunal, apoteósica, increíble, infinita como el océano Atlántico, un sueño de infancia, una bendición del dios madrileño, que aprieta pero no ahoga

Tormenta de verano

Cuando salí del metro en Príncipe Pío ya estaba lloviendo. A cántaros. Como si el sol se hubiera cansado de solear de repente.

Morir en un pueblito de Soria

Estaba en ese pueblo haciendo un reportaje para una revista que me paga por irme a lugares inhóspitos y contar las historias extravagantes de su gente.

Recuerdo de días imperfectos

Pagué cinco euros a Filmin y vi Perfect Days. Hubo cosas que no entendí (¿Alguien me explica lo de “la próxima vez será la próxima, esta es esta”?) y mis amigos, cuando se enteraron de lo que había visto, se rieron de mí.

Retazos de mil vidas

Al otro lado de la puerta sonaba, como si alguien estuviera a punto de enloquecer, Ne me quite pas, de Jacques Brel, ese caballo monstruoso de la música francesa. “¡Qué escándalo!”, escribí en las notas de mi teléfono.

Un ciclista contra Madrid

La bicicleta me desespera, pero creo que me he vuelto adicto. ¿Quién le quita el manillar de goma a las Bicimad? ¿Quién revienta la pequeña pantalla donde aparece la batería?

Llorando como Vinicius

Estoy un poco sensible últimamente. No sé por qué. Lo que no es normal es que ayer casi me arranco a llorar mientras iba en el metro.

El fascismo de las palabras

Fue el primer jueves de marzo, durante la inauguración de una exposición de arte. La sala estaba en el garaje de un edificio de tres plantas de Carabanchel, un barrio al sur de Madrid, fuera de la M-30.

Fuimos Super Saiyans

Nuestra religión era Dragon Ball, y venerábamos a Goku. La misa se celebraba el sábado por la mañana en el chalet que mi padre tenía alquilado en Tudela de Duero. Mi hermano y yo nos levantábamos alrededor de las 10 y bajábamos en pijama hasta la mesa del salón.

Peluquería y decadencia

Me enervan las personas que van por la vida muy seguras de sí mismas mientras yo me arrastro por el suelo de esta existencia introspectiva y sin carácter.

Fortnite para perdedores

Soy tan malo al Fortnite como a la vida. Siempre despistado, siempre haciendo cosas que no tienen sentido y siempre a mi aire, inconsciente de que a mi alrededor hay gente. Nos matan a todos por mi culpa.

Una mesa anticapitalista

Serían las once cuando vimos, al lado de la basura, un montón de muebles y un señor que no paraba de bajar cosas de la casa de enfrente. Bingo, pensé. “No jodas, mira esto”, dijo Ulpi. Era de noche, los objetos estaban tirados en un recoveco al lado de la basura.

Sobre el que entrevistó a Sofía Vergara: exploración de un pleito personal y político

El desubicado soy yo, y lo que más me molesta de este tipo es que alguien tan orgulloso de sí mismo tenga una posición tan relevante en esta sociedad

Que me quiten lo mexicano

Unas palabras sobre el exilio y la dificultad de volver a una casa que ya no se siente como propia.

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